Después de cuarenta días de paro, finalmente la SEP y el gobierno federal aceptaron la instalación de la mesa de diálogo en el “Queso”. El encuentro entre las autoridades y los representantes estudiantiles en el primer día ha sido una síntesis de las contradicciones que ha encerrado nuestro movimiento. La impresión es que se avanza pero que sigue sin concretarse nada; se habló sobre el porrismo y la represión y del lado de las autoridades estaba sentado el mismísimo Diódoro Guerra Rodríguez, ex director del IPN conocido por sus vínculos personales con líderes porriles y por su actitud abiertamente represiva; un día presenciamos un diálogo más bien amistoso y al otro día nuevamente la expresión de rabia y repudio de la juventud en las calles.
Con todas las consideraciones y reservas sobre el diálogo, hasta ahora es la posibilidad más seria para concretar respuestas claras, incluido el Congreso Nacional Politécnico. Para ello tendremos que esperar y analizar pero, así las cosas, creemos que es necesario hacer un análisis serio y autocrítico de lo que ha ocurrido en nuestro movimiento. Al mismo tiempo que reconocemos las dimensiones de nuestra lucha también tenemos que señalar sus errores. El movimiento en el IPN no se ha desarrollado de manera lineal sino contradictoria, los medios de comunicación oficiales, por ejemplo, se han encargado de desvirtuar nuestro movimiento diciendo que dentro de él existen grupos radicales con intereses particulares. En oposición, un sector de activistas, colectivos, etc., están mirando el movimiento con cierto escepticismo precisamente porque consideran que nuestra lucha carece de contenido político y que la hemos encerrado en demandas académicas exclusivas del Politécnico. Presentamos este análisis, pues, buscando contribuir al debate pero sobre todo buscando comprender lo que está ocurriendo y lo que podría ocurrir.
Un breve y necesario recuento
Septiembre marcó el inicio de nuestro movimiento. A mediados de aquel mes los estudiantes de la ESIA Zacatenco decidieron irse a paro por las modificaciones a los Planes y Programas de Estudio (PyPE). Aproximadamente una semana después del inicio del paro, las modificaciones del reglamento interno de todo el instituto y su inminente aprobación por el Consejo General Consultivo (CGC) estaba en proceso. La lucha de los estudiantes de la ESIA conectó con el ambiente general de descontento que provocó la inminente imposición del Nuevo Reglamento Interno (NRI) y el movimiento súbitamente estalló.
La primera mega marcha sacudió no sólo al IPN sino al país entero. La enorme movilización del 25 de septiembre atrajo las miradas de propios y extraños, ese día una enorme movilización partió de Plaza Roja a Dirección General donde se entregó el primer pliego petitorio en el que básicamente se exigía la derogación del NRI y la cancelación de los PyPE 2014. La lucha se desarrolló vertiginosamente y en cuestión de horas la gran mayoría de escuelas habían decidido irse a paro indefinido.
La respuesta pública de las autoridades del IPN no pudo haber sido más torpe. Desconociendo la enorme fuerza del movimiento, Yoloxóchitl Bustamante declaró que ni el NRI, que ya había sido aprobado por el CGC y que estaba en proceso de ser publicado en la gaceta politécnica para su entrada en vigor, ni los PyPE darían marcha atrás.
La respuesta de los estudiantes ante el menosprecio de la ahora ex directora fue histórica, el 30 de septiembre al menos 50 mil estudiantes (algunas cifras hablan de más de 70 mil) salimos a las calles dirigiendo nuestras demandas hacia la Secretaría de Gobernación. La idea era entregar el pliego petitorio que, producto del debate en las asambleas por escuela, se había convertido en un documento de diez puntos.
La segunda megamarcha arribó a la secretaría de gobernación donde se pretendía realizar un mitin, pero el secretario de gobernación, Osorio Chong, armando un gran teatro salió a recibirnos y propuso resolver las demandas del pliego petitorio en ese mismo momento. Sus intenciones fueron frenadas por el compañero Daniel Antonio, de la ESIA UZ, quien señaló que el movimiento no podía aceptar una solución al vapor porque ni el NRI y ni los PyPE habían sido reformados en diez minutos; el movimiento acordó regresar por una respuesta escrita. Al acudir a una instancia superior y al ser ya un movimiento del conjunto del IPN, se entregó un pliego general que plantea puntos en camino de la democratización de la institución y un aumento general del presupuesto a educación superior.
El 30 de septiembre también marcó el principio del fin de la lamentable gestión de Yoloxóchitl Bustamante como Directora General. Ese día por la noche diversos medios informaron sobre su renuncia que aunque fue formalmente reconocida y aceptada hasta el 3 de octubre, la realidad fue que la increíble demostración de fuerza del movimiento la había tumbado.
Los días transcurrieron con expectación y con una gran polémica sobre las acciones del 2 de octubre hasta que el 3 una nueva movilización se dirigió a la Segob por la respuesta escrita. La marcha que pretendía salir del monumento a la revolución prácticamente no avanzó debido a la cantidad de gente.
Ese día Osorio Chong continuó con su espectáculo. Todo parecía un montaje calculado para que quedara como el campeón que solucionaría nuestras demandas, burdamente intentó tratarnos como niños pequeños mientras en Ayotzinapa prevalecía el lenguaje de las balas y las desapariciones. Chong nuevamente salió al estrado y leyó la respuesta en donde aparentemente daba solución a todas nuestras demandas, incluyendo la renuncia de Yoloxóchitl. Pero el compañero Pedro de UPIICSA y nuevamente el compañero Daniel Antonio frenaron en seco el teatro mediático del secretario de gobernación quien claramente buscaba usar el movimiento del IPN para cubrir los acontecimientos en Ayozinapa y ganar bonos electorales. Tampoco se permitió que Osorio Chong se fuera sin antes leer un posicionamiento de solidaridad con los normalistas de Guerrero, leído por una compañera de Economía.
La respuesta del compañero Daniel Antonio fue de frente y contundente, a pesar de la respuesta superficialmente satisfactoria, dijo que no podíamos confiar en un gobierno que reprimía y asesinaba estudiantes, que la respuesta tenía que ser consultada con las bases y que en última instancia todo dependía de la decisión de las asambleas.
Desde luego las declaraciones del compañero le valieron señalamientos de todo tipo y una campaña mediática despiadada, no era para menos, había evitado que Gobernación en la persona de Osorio Chong utilizara el movimiento en su propio beneficio. Chong pensó que lograría desmovilizar a los estudiantes y al mismo tiempo presentarse con la careta del nuevo PRI pero no fue así. Internamente los descalificativos vinieron de todos aquellos quienes no tenían la intención de que el movimiento se saliera de sus cauces académicos e institucionales, el sector más conservador de la Asamblea General Politécnica (AGP) denunció a los compañeros por haber hecho declaraciones que no fueron aprobadas por dicha instancia, aunque el resto de la asamblea había aprobado un pronunciamiento sobre Ayotzipana en el cual se cuestionaba al régimen por los 43 normalistas desaparecidos y los estudiantes asesinados; de esa manera se antepuso un formalismo organizativo que sirvió para estigmatizar la voz de todo aquel estudiante que ligara
decididamente la lucha del IPN con los acontecimientos en Guerrero, más allá de las declaraciones y discursos del simple apoyo moral.
Es un hecho innegable que el NRI y los PyPE fueron frenados por la enorme demostración de fuerza en las calles del movimiento, sin embargo las demandas restantes seguían suspendidas en el aire y la incertidumbre en los procesos antidemocráticos que año tras año permiten que dichas reformas y cambios sean impuestos surgieron al calor del debate. De hecho, después del 3 de octubre reinaba un estado de ánimo que expresaba más bien poca claridad, se sabía que el movimiento tenía una fuerza enorme pero no había una lectura adecuada que permitiera definir los siguientes pasos. El poderío que había mostrado el movimiento contrastaba con posiciones que promovían la idea de que la lucha era exclusiva, apolítica y puramente académica, se difundieron ideas de todo tipo que lejos de clarificar el futuro de nuestra lucha la envolvían en una densa bola de humo. Esta posición tuvo su más clara expresión en el boicot e inasistencia a la marcha del 2 de octubre.
Las autoridades claramente hicieron su tarea, desde afuera lanzaron una rabiosa campaña de propaganda desde periódicos como La Razón (que ha sido el vocero oficial del sector anti parista) contra el sector más consecuente y trataron al resto de los estudiantes como estúpidos seguidores de un grupo de desestabilizadores profesionales. Desde adentro llevaron a fondo su campaña sembrando la confusión y promoviendo el aislamiento del movimiento. Paradójicamente los días iniciales de nuestra lucha, los más activos e imponentes, fueron los días más duros para todo aquel que planteaba la necesidad de vincularnos con el movimiento que se estaba desarrollando externamente por los acontecimientos en Ayotzinapa.
En ese ambiente un sector desarrolló la idea de que con buenos argumentos y yendo bien vestidos a dialogar con las autoridades podríamos resolver nuestras demandas. El movimiento se redujo a analizar jurídicamente la composición del pliego, las respuestas de las autoridades y las contrapropuestas de nosotros. Las cuestiones organizativas como las guardias y la comida suplieron el análisis político y el debate sobre las acciones a seguir, como consecuencia se fue extendiendo un vacío a todas las escuelas. El movimiento cayó en una dinámica donde se priorizó los argumentos de tipo legal sobre la movilización y una serie de propuestas y contrapuestas escritas fueron intercambiadas por el movimiento y el gobierno federal. Fue después de una semana, el 10 de octubre, cuando el movimiento salió nuevamente a las calles con una marcha que partió de la estela de luz, primero a gobernación y luego a la SEP, entregando en ambas instancias una nueva contrapropuesta.
La movilización terminó en la plaza de las tres culturas con una convocatoria sensiblemente menor en comparación con las anteriores. En ese momento eran evidentes las consecuencias de las posiciones confusas y dispersas promovidas por un sector desde la AGP y sembradas en las escuelas.
Las razones de nuestra lucha
Mucha gente se pregunta por qué seguimos luchando. Esta simple pregunta está en el aire en las propias escuelas, el problema es que parece no haber una respuesta concreta. Ahora el diálogo público se ha convertido en la razón más importante por la que continuamos el movimiento pero no es la razón principal, ni siquiera un acuerdo público sobre los puntos del pliego petitorio y el consecuente acuerdo sobre el Congreso Nacional Politécnico llenarán las expectativas de los estudiantes, muchos se están preguntando y se preguntarán ¿todo para esto?
Estamos ante la presencia del movimiento estudiantil más grande del IPN después de 1968, la imposición de un reglamento por más antidemocrático y regresivo que sea no explica por sí sólo las magnitudes de esta lucha. Lo que hoy presenciamos, no sólo en el IPN sino en los estudiantes en general, es la expresión de la rabia acumulada de miles de estudiantes quienes instintivamente estamos manifestando nuestro malestar con esta sociedad. Si el problema de raíz hubiera sido el nuevo reglamento y los planes de estudio, desde hace tiempo habríamos regresado a clases, pero ese no es el caso, los problemas académicos sencillamente fueron la gota que derramaron el vaso.
Como explicamos en su momento, la modificación a los PyPE y el NRI representaban una degradación en los niveles educativos, eran la continuación de las reformas estructurales en el IPN; explicamos que la política educativa es simplemente la consecuencia de la política económica y las raíces de nuestra lucha las debemos buscar en las condiciones de vida a las permanentemente nos desarrollamos, no en las aulas. La violencia, el desempleo, los bajos salarios, la corrupción, etc., generadas por el decadente sistema capitalista, han creado un descontento en el presente y una incertidumbre en el futuro. Las cifras hablan por sí solas.
En nuestro país hay 11 millones de jóvenes entre los 15 y 19 años que no estudian ni trabajan. Alfredo Nateras, especialista en temas juveniles y académico de la UAM Iztapalapa, ha señalado que “más de seis millones de jóvenes mexicanos participan hoy en actividades relacionadas con el narcotráfico; 60 por ciento de las personas encarceladas es menor de 30 años, 220 mil jóvenes emigran cada año, 22.3 por ciento muestra un nulo interés por la política o las elecciones y uno de cada cuatro jóvenes es víctima de violencia en diferentes ámbitos” (El financiero 11/08/2014). Además resalta que el 65 por ciento de los desempleados son jóvenes. La juventud hoy en día ha dejado de ver a la educación suprior como una posibilidad para ascender en la escala social. Sólo un 36% de la juventud ha obtenido educación media superior y sólo 1 de cada 10 estudiantes logra entrar al IPN, la UAM o la UNAM.
Para los que logran terminar sus estudios el salario promedio va de los 8 mil a los 14 mil pesos, en contraste un diputado (muchas de ellos sin estudios universitarios) gana arriba de los 120 mil pesos; la ex directora del IPN ganaba cerca de 190 mil pesos mensuales brutos. Para hacer la realidad más cruda se calcula que Carlos Slim gana más de 2 millones de pesos ¡por hora!
La realidad es abrumadora, las reformas académicas en el IPN simplemente estallaron una burbuja que se fue inflando con anterioridad. Aunque algunos estudiantes renieguen del carácter político nuestro movimiento y quieran circunscribirlo a límites académicos, las razones de nuestra lucha se encuentran el descontento y la incertidumbre ante esta sociedad. Por esa razón nosotros insistimos que si queremos ser consecuentes, la lucha por una mejor educación necesariamente tiene que ser la lucha contra este sistema económico capitalista y el régimen que lo sustenta que no nos ofrece alternativas como estudiantes y futuros egresados.
La AGP y los métodos de lucha
Para quienes hemos participado activamente en las movilizaciones, las guardias, etc., es evidente por todos lados las contradicciones que encierra el movimiento, muchas de ellas se expresan en la Asamblea General Politécnica.
El reconocimiento de la AGP como la instancia máxima de decisión no significa que no se deban hacer críticas. De hecho la crítica es un ejercicio necesario que nos permite analizar nuestros puntos flacos para tratar de resolverlos. Lo errores son parte natural del movimiento, algunos de ellos producto de la propia inexperiencia en estos tipos de movimiento, pero muchos otros han sido producto de prejuicios.
La AGP al mismo tiempo que ha permitido focalizar los esfuerzos de todas las escuelas en un mismo punto, también ha generado un excesivo control sobre el movimiento. Seamos claros, una cosa es mantener sobre causes organizados y unificados al movimiento sobre la base de la autoridad política y organizativa y otra muy distinta es hacerlo por medio de la señalización, la estigmatización y la descalificación, particularmente frente a las organizaciones estudiantiles y los movimientos externos.
Cuando nuestro movimiento se levantó las simpatías surgieron de todos lados, electrizamos el ambiente y lo contagiamos a los estudiantes de otras universidades quienes estaban dispuestos a apoyarnos, no con discursos y apoyo moral, sino siguiendo nuestro ejemplo, luchando activamente porque para ellos nuestra lucha era la lucha contra el gobierno y su política educativa, laboral, energética. No exageramos si decimos que la lucha en el IPN fue la inspiración para millones de jóvenes, amas de casa y trabajadores en todo el país, la gente nos miró como un rayo de esperanza en medio de la desolación.
Pero muchos estudiantes pensaron que podíamos valernos por nosotros mismos, nos negamos a recibir el apoyo activo y solidario de las otras universidades. El 2 de octubre fue desde las entrañas del mismo movimiento que se boicoteo la asistencia a la marcha conmemorativa de 1968 y el primer vinculo con el movimiento externo se rompió. Aunque en la AGP se había votado marchar ese día, muchos de los voceros fueron los primeros en propagar el miedo y hacerle el juego a la Directora General quien había declarado que nuestro movimiento sólo buscaba la desestabilización de cara al 2 de octubre. Cuando algunos voceros se llenan la boca sobre acuerdos, instancias, etc., se les olvida que fueron ellos quienes rompieron el acuerdo de convocar y marchar el 2 de octubre, sobra decir que a la marcha asistimos no más que medio millar de estudiantes del IPN generando claros signos de desconfianza entre los estudiantes de las demás universidades. Pero no fue sólo una vez. Exactamente lo mismo ocurrió con la primera marcha de apoyo a los normalistas de Guerrero el 8 de Octubre.
Sólo la sensibilización a partir de la trascendencia que ha tenido el caso; de la lucha del ala izquierda de la AGP, tanto en la dirección como en la base, y el llamamiento de viva voz por parte de los compañeros de Ayotzinapa ha sacado del letargo a la AGP. Sin embargo la asamblea inter universitaria con justa razón ahora mira con ojos críticos lo que ocurre en el IPN.
En nuestra opinión la AGP tendría que ser la primera en aterrizar un análisis político y plantear perspectivas para el movimiento y no, por el contrario, estigmatizar todo discurso político o acción que vincule la lucha de todos los estudiantes. El carácter inmaculado que le quisieron imprimir a nuestra lucha ahora se traduce en escepticismo por parte de muchos estudiantes, incluso de un sector importante de la base del IPN quienes no se sienten atraídos por la idea de participar activamente en el movimiento y hacer oír su voz.
La estructura del movimiento debería estar diseñada para que el flujo fuera de abajo hacia arriba y no a la inversa, pero sólo en algunos casos esto es así. Los voceros no sólo deberían ser el altavoz de la asamblea, sino los mejores organizadores, oradores y analistas de la situación; muchas veces ocurre que los estudiantes lejos de encontrar respuestas esclarecedoras se encuentran con discursos confusos. Sin análisis, debate y acciones que empujen la lucha hacia adelante que hagan participes a las más amplias capas de los estudiantes, es natural que los temas más importantes en los paros sean la seguridad, la comida y las cuestiones de logística que de alguna manera mantienen en actividad al movimiento pero que de ninguna manera van a solucionar nuestras demandas.
El dialogo avanza, el paro se mantiene
A estas alturas el movimiento se encuentra en un dilema: los paros han caído en un claro desgaste mientras las autoridades son incapaces de organizar un movimiento anti paro que logre abrir una escuela.
Desde nuestro punto de vista un paro en sí mismo no puede resolver nuestras demandas, si el gobierno y las autoridades están atacando a la educación ¿qué les importa si escuelas están cerradas? El paro sólo es un medio para hacer escuchar nuestra voz de una manera más organizada y contundente, nos libera completamente de las cargas académicas para desarrollar formas de lucha más acabadas. Cuando un paro estudiantil deja de verse como un medio y se convierte en un fin en sí mismo el movimiento entra en terrenos peligrosos. Nos parece que eso está comenzando a ocurrir en el IPN y tenemos que advertir sobre ello, pero también señalamos que existe una enorme simpatía y base de apoyo que ahora más que nunca está al pendiente de lo que ocurre con el diálogo. Miles de estudiantes volvieron nuevamente su atención al movimiento y están al pendiente de lo que se diga y de los acuerdos que se alcancen.
Con base en lo ocurrido en el primer día es necesario señalar que no ha habido nada nuevo, insistimos en que los triunfos más significativos han sido producto de la movilización y no del diálogo con buenos argumentos. En el primer día hay avances aunque en realidad los acuerdos tentativos a los cuales ambas partes han llegado son simplemente la consecución de lo que ya habíamos conseguido con la presión en las calles. Ahora será cuestión de que se bajen a las asambleas los escritos públicamente aceptados y que las asambleas los cuestionen o los respalden.
Y de la misma forma en que puntualizamos que los triunfos más importantes se dieron como consecuencia de la movilización, también afirmamos que todo acuerdo por mejor redactado, fundamentado, foliado y sellado que esté, se convierte en papel mojado si no existe quien ejerza presión para que sea aplicado. Por ejemplo, si el acuerdo sobre el porrismo la comunidad no lo hace ley las autoridades por sí solas no lo van a hacer. De la misma manera si no tenemos claro que si golpean a uno nos golpean a todos y nos mantenemos organizados, las autoridades estarán tentadas a reprimir selectivamente por todo tipo de medios.
En general todos los puntos del pliego petitorio encontrarán algún punto medio entre las propuestas de los representantes y las autoridades. El gobierno está dispuesto a ceder porque ha visto de lo que somos capaces y porque reconocen, pese a todo, el peligro que eso representa en medio del estallido general de la juventud.
El punto más importante será el del Congreso Nacional Politécnico. En realidad este tema requerirá un análisis en sí mismo. Por ahora nos limitaremos a decir que el tema del Congreso Politécnico será el definitorio, pero por lo que las autoridades mostraron en el primer día, estarán dispuestos a llevarlo a cabo. Para nosotros la pregunta debe ser ¿cuándo y en qué condiciones? Algunos voceros plantean que el Congreso Politécnico en realidad tendrá un carácter refundador, eso quiere decir que muchos aspectos históricos del IPN como su relación estrecha con el Estado tienen que ser modificados. La posibilidad de elegir a nuestros directores, nuestros planes y programas de estudio y, en fin, sentar el maco jurídico para democratizar el Politécnico son los objetivos que se plantean con el Congreso y eso nos parece positivo.
La tarea ahora es no bajar la guardia, el primer día del congreso indica que las autoridades buscarán salida al conflicto aunque ello implique ir más allá de lo que realmente quisiera, otra cosa será lo que las bases digan.
De cara al acurdo para llevar a cabo el Congreso Nacional Politécnico sólo advertimos bajo la misma línea que lo hemos hecho es este artículo, un Congreso en condiciones de desorganización y sin mecanismos de presión en las calles puede servir para que las autoridades locales y federales metan mano en la Ley Orgánica y los resultados sean aún peores. El Congreso puede ser una vía que puede representar un cambio importante en la estructura interna del IPN pero eso requiere como condición la organización y la vinculación con el movimiento externo. Incluso si consiguiéramos un congreso democrático en beneficio del IPN, este sería solo parte de la solución.
La lucha del IPN se está desarrollando en medio de una movilización estudiantil que está abarcando a las principales universidades del país. El caso Ayotzinapa nos está mostrando la verdadera cara del Estado. Como ya explicamos las profundas raíces que han dado origen a esta lucha no se van a resolver en su conjunto con esta importante batalla que estamos librando. Es importante que el IPN se siga unificando a la movilización general de los estudiantes, que hagamos llamados serios para sumar a la clase obrera a esta lucha y que los sectores más activos construyamos una organización estudiantil revolucionaria y permanente, porque la lucha no termina con el triunfo de este movimiento, apenas inicia.