Norteamérica

El miércoles, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, declaró que reconocería oficialmente a Jerusalén como la capital de Israel. Esto revela la verdadera naturaleza de las llamadas conversaciones de paz. En un discurso pronunciado en la Casa Blanca, Trump dijo: "He determinado que es hora de reconocer oficialmente a Jerusalén como la capital de Israel.“Si bien los presidentes anteriores hicieron de esto una gran promesa de campaña, fallaron en cumplirla. Ahora, estoy cumpliendo. Mi anuncio de hoy marca el comienzo de un nuevo enfoque al conflicto entre Israel y los palestinos"

Las movilizaciones de masas en EEUU contra el gobierno reaccionario de Donald Trump no han hecho más que comenzar, como lo prueban las protestas contra la prohibición de entrada de ciudadanos de 7 países de Oriente Medio, incluida la deportación de solicitantes de asilo, incluso de residentes de estos países. También tuvimos la orden de iniciar la construcción de un muro que separe EEUU de México para impedir la inmigración "ilegal" y la decisión de incrementar un 20% los aranceles a los productos mexicanos, lo que ha provocado también protestas en el país. En este artícuo, escrito en la semana posterior a la investidura de Trump nuestros camaradas de la CMI de EEUU trazan un cuadro muy

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La ola masiva de rechazo a la elección de Donald Trump demuestra que millones de jóvenes y trabajadores se opondrán a su gobierno. Trump no puede resolver la crisis del capitalismo ni la pobreza, la intolerancia y la inestabilidad que conlleva. Los Demócratas y los líderes sindicales se rindieron y se ofrecieron a trabajar con él. La Corriente Marxista Internacional (CMI) tiene una perspectiva diferente. Estamos seguros de que la agenda contra los trabajadores prevista por Trump se puede detener. Éste es el programa que proponemos para combatir y vencer a Trump.

Cerca de setenta compañeros y contactos convergieron en el Centro Nacional de la sección estadounidense de la Corriente Marxista Internacional en Brooklyn, Nueva York, para asistir a la Escuela Marxista Regional del Noreste de 2016.

El miércoles 9 de noviembre, el "mundo libre" se despertó y encontró que tenía un nuevo líder. Donald J. Trump había sido elegido presidente número 45 de los Estados Unidos de América. Una fuerte conmoción se extendió inmediatamente por todo el mundo con esta noticia, que contradecía las confiadas expectativas de los sondeos previos.

El día después de las elecciones, los estadounidenses se despertaron para encontrarse en una "nueva tierra extraña." The Washington Post denominó a la victoria de Trump como un "cataclismo, una forma molesta de hacer historia". De acuerdo con informes internos, el Comité Nacional Republicano, e incluso el propio Donald Trump no esperaban el resultado.

Así termina la "Escuela de los Demócratas". Lo que antes parecía impensable –similar a un episodio de "Dimensión Desconocida"– se ha convertido en una realidad surrealista. Conforme "el muro azul" Demócrata de los Estados "seguros" de Hillary Clinton se venía abajo, de forma irreversible en favor de los de Donald Trump, los expertos de los medios trataban de mantener la compostura, pero estaban claramente en estado de shock junto con otros millones.

El mundo espera con la respiración contenida la elección del "líder del mundo libre". La elección de 2016 ha sido una montaña rusa para los votantes, encuestas, expertos y candidatos por igual. Nunca se ha visto una campaña igual a ésta en los EEUU durante un siglo o más.

El domingo por la noche los candidatos Republicano y Demócrata se reunieron en la Universidad de Washington en St. Louis, Missouri, para enfrentarse en un segundo debate televisivo. En un país asediado por los llamados payasos asesinos, el bufón más odiado por los medios liberales y “Killary” Clinton salieron a la palestra para “debatir” los problemas a los que se enfrentan los EEUU y el mundo. Lo que sucedió después no fue más que un desastre a cámara lenta – un reflejo fidedigno de la clase capitalista un siglo después de su fecha de caducidad.

En la antigua Roma, la clase dominante mantenía su posición en el poder, ofreciendo al pueblo pan y circo. Ayer [26 de septiembre] millones de personas vieron el primer debate de la campaña a las elecciones presidenciales de Estados Unidos, que se celebró en la Universidad de Hofstra, Nueva York. Este fue el equivalente moderno al tipo de circo que solía servir de espectáculo para desviar la atención de las masas de sus miserables condiciones de existencia.

Con la coronación de Hillary Clinton en la Convención Nacional Demócrata (DNC) en Filadelfia en julio pasado, el ciclo electoral de 2016 parece haber dado un giro completo. Ella comenzó como la candidata favorita hace doce meses, y ahora es la candidata oficial del Partido. Sin embargo, por lo que hemos pasado a través de los últimos meses no ha sido un círculo, sino un contradictorio desarrollo en espiral. El río de la lucha política estadounidense se ha desbordado, y mientras que la capitulación de Sanders inevitablemente conducirá a un reflujo temporal de la marea, su curso ha cambiado para siempre.

Los últimos resultados de las primarias [en EEUU] no sorprenden demasiado. Hillary Clinton, que ha contado con el aval de los medios de comunicación, la maquinaria del Partido Demócrata y enormes cantidades de dinero, ha conseguido más delegados que Bernie Sanders y el apoyo de cientos de superdelegados, convirtiéndose así en la nominada virtual del partido. No obstante, Bernie Sanders ganó en 22 estados y consiguió más de 11 millones de votos. El tremendo impacto de Sanders, incluyendo sus últimas victorias en Dakota del Norte y Montana, es la prueba de que millones de personas no quieren conformarse con Hillary

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A pesar de que había sido ampliamente predicha, la aplastante victoria de Bernie Sanders en las primarias de New Hampshire provocó ondas de choque. Después de perder por poco en Iowa (y es muy probable que el resultado haya sido manipulado), Sanders venció a Clinton por un margen de más de 20 puntos el pasado martes 9 de febrero.   Este resultado ha producido desconcierto entre los comentaristas. Eso era algo que se suponía que no podía suceder.

Los resultados del Caucus en Iowa están ahí. Bernie Sanders, que se identifica como socialista y pide una "revolución política contra la clase multimillonaria", fue derrotado por Hillary Clinton por un mero 0,3% -mucho menos que el margen de error estadístico. Hace un año, Clinton fue designada para alcanzar la nominación del Partido Demócrata sin oposición. Sanders fue retratado, en cambio, como un candidato de protesta irrelevante al que sacaba una ventaja de 50 puntos.

Los canadienses votaron el 28 de octubre a favor del cambio y rechazaron la austeridad de los conservadores de Stephen Harper. Tras una década en el gobierno y una larga campaña, se ha puesto fin a la era conservadora de recortes y divisiones. Sin embargo, el Partido Laborista de Canadá, el Nuevo Partido Democrático (NDP, por sus siglas en inglés) no supo aprovechar este estado de ánimo anti-austeridad.