Nuestro amigo y compañero Angel Val Mendizabal ha muerto a los 81 años de edad. Con él se va un proletario genuino, un trabajador industrial con conciencia de clase, un socialista marxista y un revolucionario consecuente.
El último libro que releía por segunda vez y que ha dejado sobre su mesa bajo sus gafas es “El Bolchevismo, el camino a la revolución” de Alan Woods. Disfrutaba leyéndolo consciente de que en cada una de sus líneas está la esperanza de un futuro mejor para la humanidad.
Angel era un niño trabajador bajo la guerra civil y sufrió la tragedia de 40 años de franquismo con toda su carga de explotación, opresión y tristeza. Participó activamente en las huelgas del 3 de marzo del 76. La empresa le había nombrado no hacía mucho encargado para tratar de apartarlo de su clase y no lo consiguió. Se jugó su puesto y se levantó con orgullo sobre sus propios pies junto a los de su clase, a los proletarios. Se lo siguió jugando cobrando máquina a máquina las cuotas de la UGT cada mes. No pudieron acabar con él porque era un trabajador excelente con una tremenda autoridad moral entre sus compañeros.
Angel ha sido un Militante activo hasta que le ha llegado su última hora. Leía cada Militante hasta la última línea, se lo pasaba a trabajadoras latinoamericanas en el bar donde acostumbraba a tomarse su vinito, lo debatía y animaba, sobre todo a los jóvenes, a organizarse con los marxistas, a luchar, a ser consecuentes y no dejarse vencer. Somos internacionalistas, recalcaba siempre, porque la principal arma que tenemos la clase trabajadora es nuestra unidad.
Miraba cada acontecimiento como los que recientemente vemos en América Latina con la esperanza y a la vez la tristeza de ver tantas energías derrochadas por falta de un auténtico partido que confíe en la fuerza revolucionaria del proletariado, le inspire confianza y lo guíe a la victoria como hicieron los bolcheviques.
La necesidad de que la clase trabajadora nos dotemos de una auténtica dirección no eran palabras en el caso de Angel, se organizó en la UGT y se unió al Militante junto con su mujer y compañera Txari, en unos momentos difíciles en que los marxistas éramos expulsados de las organizaciones socialistas por defender nuestras ideas.
Todavía puedo verles volver de las manifestaciones del 1º de Mayo juntos y satisfechos con el dinero recaudado por la venta del periódico para poder sacar otros nuevos.
Los momentos de mayor tristeza en su vida fue cuando perdió a su compañera Txari hace ahora aproximadamente 10 años. Apenas se estaba recuperando de tan tremendo golpe y perdió a Mikel, su hijo menor. Eso le partió el corazón. Nunca pudo reponerse de tamaña pérdida. Sin embargo su tremendo sentido del humor, su dinamismo y sus ideas firmes le acompañaron hasta el final.
Paseaba, conversaba, reía y hacía reir con sus chistes, canciones y ocurrencias, la filosofía era frecuente en su conversación. Era una persona muy social y abierta que le encantaba hablar con cualquiera. Era un materialista dialéctico y siempre, siempre, hablaba del marxismo, del internacionalismo, del socialismo, de la revolución . Ya podían venir los mormones a su casa que su recibimiento siempre era el mismo, “Perdonen ustedes, pero ya conocen quienes eran Marx, Engels, Lenin y Trotsky...¡Pues esas son las auténticas ideas!”
¡Asi era Angel!
En su esquela se inscribe el testamento que escribió León Trotsky “La vida es hermosa, que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente”. Él llevó el testigo del socialismo, ahora está en nuestras manos. Nuestro homenaje a Angel, Txari, Mikel y a todos los compañeros caidos solo puede ser ahora y siempre, la victoria del socialismo.
Adios padre, amigo y compañero.
Qué gran fortuna haber sido tu hijo y además haber podido luchar contigo.