Apoyamos el paro parcial de la CGT contra el lock-out de los empresarios agropecuarios y camioneros, y contra la derecha. No permanecemos neutrales ante la arremetida de los enemigos más recalcitrantes de la clase obrera. Pero lo hacemos con nuestro propio programa y demandas, sin mezclar nuestras banderas, y denunciando la política económica y social del gobierno. No adherimos a la marcha a Plaza de Mayo convocada por el gobierno. Los trabajadores debemos aprovechar esta jornada de movilización para debatir nuestra propia agenda y avanzar en la organización independiente del gobierno y de los patrones.
El llamado conflicto del campo volvió a agravarse el día sábado con la represión del corte en la ruta 14, a la altura de Gualeguaychú, y la detención de 19 propietarios agrícolas, luego liberados, que participaban en el mismo. A esta altura de las circunstancias, el conflicto ha dado un salto en calidad configurando una importante crisis política que ya marca un antes y un después, en el gobierno de los Kirchner.
Este agravamiento del conflicto vino precedido por los cortes de ruta paralelos impulsados por los empresarios de los camiones cerealeros, que protestan así por la paralización del transporte de granos, y que de continuar amenaza con provocar un grave desabastecimiento en los próximos días.
La Corriente Socialista El Militante rechaza la intervención de la gendarmería en Gualeguaychú porque no depositamos en las fuerzas represivas del Estado ninguna confianza política o moral para resolver los conflictos sociales. Son un instrumento en manos de los grandes empresarios y los gobiernos burgueses que, más allá del conflicto puntual del campo, es utilizado invariablemente para reprimir a los trabajadores y las luchas de los demás sectores populares. Toda justificación de su accionar que tienda a elevarlos moralmente a los ojos de la población, va contra los intereses de la clase obrera.
Desde un punto de vista político, este caso de represión fue una nueva estupidez del gobierno porque reforzó el cierre de filas del sector “ruralista” y le permitió aparecer como víctima ante el conjunto de la población.
Como ocurrió desde el primer día del conflicto, la oposición de derecha y los medios de comunicación burgueses mostraron su apoyo a los propietarios agropecuarios y se indignaron de horror por la represión del sábado que, dicho sea de paso, estuvo lejos de alcanzar el nivel de violencia salvaje y de sadismo con que la policía suele reprimir las protestas obreras, sin ir más lejos recordemos aquella en la que murió el maestro Carlos Fuentealba. Estos hipócritas y demagogos derraman lágrimas de ira por el desalojo de un corte de ruta en el que participaron propietarios rurales que exigen mantener ganancias de miles o de decenas de miles de pesos al mes, pero exigen palo y cárcel para los piquetes de trabajadores y desocupados cuando luchan por defender sus puestos de trabajo o por incrementos salariales de apenas unas decenas o unos pocos cientos de pesos.
Dicho esto, ratificamos la posición que mantenemos desde el inicio del conflicto. La prolongación del lockout empresarial del campo y la irrupción de los cortes de ruta por los empresarios de camiones cerealeros van contra los intereses de la clase obrera, que padece la suba de precios cada día que pasa y enfrenta un peligro real de desabastecimiento de alimentos y combustible, además de las amenazas de suspensiones y desempleo.
Un gobierno que no conforma a nadie. La acumulación de un enorme malestar social
Por ello no aceptamos que los trabajadores seamos tomados como rehenes de una disputa empresarial en la que sólo está en juego el monto de la rentabilidad de los negocios de unos pocos, rentabilidad que alcanzó niveles altísimos antes y después de la implantación del sistema de retenciones móviles a la soja y el girasol, y que está amasada en gran parte con la desorbitada suba de precios que los trabajadores venimos padeciendo desde hace tres años.
Tampoco aceptamos que los empresarios del transporte, que acumularon estos años ganancias millonarias con el transporte de granos, fuercen a los obreros camioneros a cortar las rutas o los amenacen con la cesantía o la reducción de sus salarios. Estos obreros no tienen ninguna responsabilidad por un conflicto que no generaron. Los dirigentes del sindicato de camioneros deben movilizar a los obreros camioneros contra sus patrones y exigirles el pago íntegro de sus salarios, trabajen o no; así como a los miles de camioneros “autónomos” contratados por aquéllos.
Ninguno de estos sectores lucha por los intereses del pueblo trabajador argentino, buscan satisfacer exclusivamente sus mezquinos intereses capitalistas de clase.
Ninguno de los reclamos de los empresarios del campo -de ser satisfechos- implica una mayor oferta de alimentos para la población ni su abaratamiento, antes al contrario. Sus demandas a favor de exportar productos y alimentos básicos sin restricciones y la reducción de las retenciones tenderían a incrementar aún más los precios y a extender la sojización del campo, que reduce la producción alimentaria básica y degrada la calidad del suelo y del medio ambiente.
Igualmente, denunciamos al gobierno que, inicialmente, miró con simpatía los cortes de ruta de los camioneros cerealeros y trató de utilizar la inquietud por el peligro de desabastecimiento como un ariete contra la protesta de los empresarios agropecuarios, para tratar de volcar a la opinión pública en contra de éstos y así justificar la intervención de gendarmería contra los cortes de ruta. Pero esta jugada se le volvió en contra y ahora vemos cómo los empresarios agrícolas y algunos empresarios camioneros hicieron un frente común para forzar al gobierno a alcanzar un acuerdo con las entidades agropecuarias a favor de sus reclamos. Su miedo a llamar a la movilización a los trabajadores puede más, y su política de medias tintas como árbitro entre las clases desnuda su estrepitoso fracaso a corto plazo.
Mas allá de los cacerolazos parciales, donde predominan sectores reaccionarios, seguidos de la clase media empobrecida, estudiantes hijos de éstos y sectores atrasados de trabajadores, la realidad indica que hay un creciente malestar entre los trabajadores urbanos y rurales que parece encontrar un canal de desahogo en la protesta rural.
No se puede hablar de un giro a la derecha, pues en los cortes del Interior no hay un una identificación clara con ningún personaje vinculado vistosamente a la derecha, ni se escucha la reivindicación de un programa de derecha.
Es el enorme malestar por el brutal aumento del costo de vida, los bajos salarios, la sobreexplotación y el maltrato patronal y del Estado (también empleador y además recaudador de impuestos) lo que ha empujado a muchos trabajadores rurales de todo el interior a seguir los pasos de sus empleadores, los pequeños productores o propietarios, y puede que ocurra algo similar, aunque de forma minoritaria, en algunas ciudades del país. Sí es claro que un sector de la oposición de derecha, amparada en los medios masivos que dan amplia cobertura a los discursos pro lock-out, y especímenes claramente reaccionarios se están reorganizando y están experimentando desde este conflicto el futuro recambio postKirchner mientras juega a desgastarlo sin mayor zozobra.
Mientras tanto la exportación de granos casi duplicó a la del año pasado para la misma fecha, es decir que los empresarios agropecuarios no perdieron un dólar, escudándose en el frente único propiciado por la FA con los representantes de los terratenientes y los monopolios.
Que las centrales obreras se pongan a la altura de las circunstancias:
¡POR LA MOVILIZACION MASIVA DE LA CLASE OBRERA!
La CGT sencillamente desapareció de la escena política, evitando denunciar a los monopolios y su miserable chantaje, la situación de los trabajadores rurales y los pequeños productores a manos de éstos (monopolios), pero lo más grave es que evitó hasta hoy LA MOVILIZACIÓN Y ORGANIZACIÓN de los trabajadores del campo y la ciudad en unidad con los pequeños productores, único Frente capaz de solucionar los problemas de alimentos y de la producción agricoganadera.
La CTA a pesar de la delimitación política con este gobierno, lamentablemente tampoco ha convocado públicamente a nada, sus dirigentes nacionales amagan y quedan en eso.
Ahora la CGT llama a movilización y paro desde las 12hs del miércoles 18. Compartimos la movilización y el paro por “reclamar el cese de esta campaña desestabilizadora llevada adelante a través de cortes de ruta, que afecta a la mayoría de los sectores populares del país y especialmente a los más necesitados".
Pero, sin quitar la vista de los enemigos principales de los trabajadores, levantamos la más absoluta independencia respecto del gobierno nacional.
Un gobierno que no ha logrado domar a un sector de la burguesía pese a todas las enormes concesiones que ha hecho, y que prefiere jugar al desgaste antes que llamar a los trabajadores en su defensa. Los trabajadores debemos exigir que las centrales sindicales mantengan su independencia del gobierno y de cualquiera de las entidades patronales que sostienen el lock-out agropecuario.
Por eso debemos construir una gran huelga que no corte las rutas, sino que impida las exportaciones por parte de los pulpos agroexportadores de todos los alimentos (de verdad, no como dicen para la tribuna Buzzi y de Angeli), y que ocupe las acopiadoras y los puertos, las fabricas de semillas, de agroquímicos, que garantice desde los trabajadores el abastecimiento de todo el país, que ocupe las enormes hectáreas sembradas que son propiedad de unos pocos. porque si hay que defender los intereses de los pequeños productores, los trabajadores somos los mejores aliados, sabemos dónde más les duele a estos pulpos y al gobierno: que les paren la comercialización de granos y otros productos al exterior. Y lo sabemos porque nosotros trabajamos en sus campos, sus acopiadoras, sus camiones, sus puertos, sus barcos, sus aduanas, etc.
La movilización obrera debe ser además una lección ejemplificadora para una derecha que se vale de las vacilaciones del gobierno y la orfandad política de la clase obrera, para tratar afanosamente de ocupar un lugar que las luchas sociales y sindicales no le permiten desde hace mucho.
Como explicamos en una declaración anterior, las organizaciones sindicales, particularmente las seccionales y regionales, deberían organizar asambleas públicas en las ciudades y pueblos, abiertas a los pequeños productores genuinos, para explicar:
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que la gran propiedad terrateniente y los monopolios agro exportadores son enemigos de los trabajadores y del pequeño productor genuino,
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que hay que terminar con las superganancias de miles de millones de pesos para un puñado de parásitos que controlan una enorme riqueza que debe ser nacionalizada y puesta bajo el control de los trabajadores para garantizar alimentos baratos y de calidad a los trabajadores y sectores populares de toda la nación.
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que deben cesar ya mismo el pago de la sangrante deuda externa del mismo modo que todo tipo de subsidios al capital privado, ¡basta de subsidios a los privados que paga el pueblo!
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Al mismo tiempo hay que exigir el pago de sueldos decentes a los peones rurales por una jornada laboral de no más de 8 horas de trabajo;
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que para reducir los costos de los insumos para el pequeño productor agrícola el Estado debe nacionalizar los monopolios de agroquímicos y así rebajar drásticamente los precios de estos insumos inflados artificialmente para garantizar ganancias siderales a unos cuantos,
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de la misma manera, para reducir los intereses usurarios de los bancos, que esquilman una parte importante de la renta del pequeño agricultor, los bancos también deben ser nacionalizados, lo que permitiría otorgar créditos a tasas mínimas, del 2% ó 3%, porque no habría interés en conseguir ganancias privadas para un puñado de banqueros avariciosos sino en prestar un servicio desinteresado al pueblo trabajador.
Esta política y un programa socialista que incluya, en primer lugar, las demandas de la clase obrera de la ciudad y el campo, y las demandas más progresivas del pequeño agricultor pueden cortar de raíz el bloque reaccionario en el campo que ata al pequeño productor, y a sectores de la clase obrera del interior, tras los reclamos de los ricos y los grandes capitalistas agropecuarios.
A la demanda clásica de expropiación de los terratenientes y de la gran propiedad (el 80% de la tierra cultivable en Argentina), debemos sumar:
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la nacionalización de los monopolios agro exportadores y de las redes de comercialización que se comen gran parte de la renta agraria del pequeño productor.
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para abaratar insumos básicos como semillas, abonos y productos fitosanitarios debemos exigir la nacionalización de los monopolios agroindustriales; también la nacionalización de la Banca permitiría otorgar créditos baratos a un interés mínimo para trabajadores y pequeños productores.
Todo esto permitiría, además, la integración de los pequeños productores en unidades de producción más grandes por medio de la creación de cooperativas de producción agropecuarias, estrechamente asociadas a un plan nacional de producción con la gran propiedad territorial e industrial en manos de un Estado controlado por los trabajadores en interés de la mayoría de la sociedad.
Source: El Militante Argentina