Con la aprobación del Régimen Electoral Transitorio – tras nuevas extenuantes negociaciones y chantajes de la derecha – comienza la cuenta regresiva a los comicios generales del próximo 6 de diciembre. Este evento catalizará inevitablemente la atención y las expectativas de los trabajadores, campesinos y activistas políticos.
Evo ha afirmado que si ganase con la mayoría necesaria para obviar los continuos saboteos de la oposición su gobierno haría todo lo que pidan los movimientos sociales. Esto es exactamente lo que la burguesía nacional, el imperialismo y su expresión política (la derecha) han siempre temido, es decir que las presiones de las masas que mantienen muchos vínculos organizativos y políticos con el Movimiento Al Socialismo pueda reorientar de manera más firme el accionar del gobierno en contra de los intereses oligárquicos. La victoria del 6 de diciembre es por estas mismas razones importante, es decisivo derrotar la derecha y todos sus “tontos útiles”.
Las principales fuerzas en campo
El camino a los comicios arranca en un ambiente marcado por una creciente polarización social que el referéndum constitucional y los acontecimientos sucesivos han demostrado de manera evidente. El referéndum constitucional fue la consulta popular más participada de la historia nacional. El apoyo al cambio, como demostramos en nuestro análisis publicado en El Militante n.3 y en nuestra página web, se ha consolidado principalmente entre sectores de trabajadores, mineros, campesinado pobre y populares, confirmándose a los mismos niveles que el referéndum revocatorio del pasado agosto. Por otro lado la derecha con una campaña histérica ha levantado las fuerzas y los temores más reaccionarios de la sociedad. Recordamos sus eslóganes defendiendo la propiedad privada del peligro comunista y comunitario, su mal disfrazado racismo creando una supuesta división entre campo y ciudad o utilizando el sentimiento religioso. Con esta campaña la derecha movilizó a su lado amplios sectores de pequeña burguesía urbana (funcionarios, profesionales, grandes comerciante o dueños de sus medios de subsistencia), e incluso del área rural como la Federación de Campesinos Túpac Katari de La Paz, que se ha adherido a la campaña por el NO con un discurso en defensa de la propiedad privada, que en última instancia es defensa de la gran propiedad privada burgués de latifundios, bancos, multinacionales y grandes empresas. Este último ejemplo nos señala claramente: a) que la línea de división no es entre campo y ciudad, sino entre ricos y pobres; b) que a lo largo de esta línea de división la sociedad se va radicalizando alrededor de sus dos polos principales, trabajadores y campesinado pobre por un lado y oligarquía e imperialismo por el otro; c) que la única forma para evitar que sectores de pequeña burguesía, urbana y rural, los cuales en su momento apoyaron la lucha por el cambio, puedan meterse a la cola de la oligarquía no es negociando y aguando las reivindicaciones de trabajadores y campesinos (como se hizo con las modificaciones a la nCPE) sino más bien el contrario avanzando decididamente en los cambios estructurales para ofrecer a estos inestables sectores de la sociedad (la pequeña burguesía) una alternativa a la crisis capitalistas y al impasse político que despiertan sus egoísmo y temores.
Avanzar para ganar apoyo
Como escribimos en otras páginas de este número de la revista, y en las anteriores, Bolivia precipita en la crisis económica mundial. Disimularlo e intentar tranquilizar la clase trabajadora nacional ya sometida a la arremetida patronal, como hace nuestro Ministro de Hacienda Arce, sirve solo a alimentar la confusión y no ayuda a cerrar y fortalecer las filas rumbo a los comicios del diciembre. El FMI estima que la producción en Bolivia avanzará de un mísero 2%, muy lejos del 5% pronosticado por el gobierno y lejísimo de los que sería indispensable para tener los ingresos suficientes a garantizar las inversiones productivas que puedan combatir la pobreza industrializando el país. En estos años de bonanza económica la condición laboral no ha mejorado sustancialmente, los empresarios se resisten a reconocer los aumentos salariales y los derechos que las reformas del gobierno han introducido, el desempleo y el subempleo se mantienen todavía a niveles intolerables. Sin embargo desde el punto de vista de la finanza pública el país ha acumulado una ingente cantidad de dinero (las Reservas Internacionales) que pero la crisis podría ir erosionando. La burguesía nacional presiona el gobierno para que devalúe el peso boliviano frente al dólar para aumentar la competitividad de la producción nacional. A medida que las importaciones siguán creciendo como en enero del presente año esta mesura será necesaria dentro de un contexto de mercado capitalista. Pero si el boliviano pierde valor frente al dólar consecuentemente se reduce el poder adquisitivo de los salarios agotando cualquier esfuerzo de redistribución de la riqueza. Por esto decimos que no se puede esperar de ganar apoyo para avanzar, más bien es necesario avanzar para ganar apoyo en esta fase decisiva de nuestra revolución. Es indispensable concentrar energías en la reactivación de la producción nacional, lo que es imposible si grandes empresas, bancos, latifundios y recursos naturales (hidrocarburos y minerales) siguen manejados por la parasita burguesía nacional y el imperialismo. Solo expropiándolos para concentrar recursos al desarrollo nacional y con la participación directa de trabajadores y campesinos será posible defender la revolución.
Las elecciones frente al gobierno
El gobierno debe demostrar que su mano no tiembla frente a las multinacionales y el imperialismo, cuyas actividades, cumplan o no con una función social, responden a la lógica del saqueo y del beneficio particular en desmedro de la mayoría. La crisis impone elegir, si se quiere salvar el capitalismo pues la única forma es garantizar la ganancia de los capitalistas aun cuando estas pasan por una explotación siempre más salvaje de la clase trabajadora, como ocurrido con los mineros de Sinchi Wayra a los cuales la empresa exigía una extensión de la jornada laboral a 10 horas y la congelación salarial. La otra elección es la que indicamos, la del camino firme al socialismo, la propiedad y dirección colectiva de los medios de producción. Cada vez que se ha buscado una tercera vía, negociando con la burguesía nacional y el imperialismo lo único que se ha obtenido es fortalecer y avivar su reacción contrarrevolucionaria. La burguesía nacional y el imperialismo están ahora políticamente en crisis. Los “indios buenos” o “tontos útiles” – como un documento de la fascista Nación Camba tildaba a René Joaquino, actual alcalde de Potosí y candidato por Alianza Social a las presidenciales – no tienen mucha posibilidad de ganar las elecciones. Su discurso de colaboración de clase no tiene mucho espacio en un contexto de polarización social y de crisis como el que vivimos. Pueden restar voto al MAS pero no hay un candidato fuerte de derecha que pueda aprovechar de esto, como fue Sabina Cuellar en Sucre. La pelea entre aparatos políticos hace improbable que se pueda conformar un frente amplio derechista que se oponga al MAS, lo que intentaba Carlos Mesa el cual tuvo que retirarse de la contienda. El error peor que pueda cometerse ahora es pensar justamente que esta derecha en dificultad nos allane el camino.
La estrategia de burguesía nacional e imperialismo
Burguesía nacional e imperialismo apuntan a repetir la misma situación que ha caracterizado estos años de gobierno, cuando, a partir del control del Senado, sabotearon todo intento de reforma para obligar el gobierno a la negociación. Pero no esperan ni esperarán con los brazos cruzados, ya planean una alternativa. En septiembre desencadenaron la violencia fascista en el oriente para ofrecer a las FFAA la oportunidad de realizar un Golpe de Estado. Este intento fracasó por la movilización popular y por las divisiones en las FFAA. Ahora financian y arman sus propios ejércitos. La célula terrorista desmembrada en Santa Cruz, que tenía relaciones con la organización empresarial CAINCO y la ONG Human Rights, es solo la punta de un iceberg. En Beni se ha denunciado la presencia de carapintadas, terroristas de derecha formados en la dictadura en Argentina, entrenando grupos paramilitares, financiados supuestamente por organizaciones empresariales del oriente. La revolución sigue en peligro.
De aquí a los comicios
Lo dijimos muchas veces, la exasperante búsqueda de dialogo con la derecha, la burguesía y el imperialismo, la intromisión de ONGs en el gobierno y en la lucha popular solo avivan los planes subversivos y desalientan el apoyo al gobierno y al cambio. Frente a las elecciones tenemos una prueba concreta de aquello con las escisiones de sectores sociales (la CIDOB) y de dirigentes históricos de la lucha y del MAS (como Roberto de la Cruz y Román Loayza). Las declaraciones de estos compañeros – particularmente de Loayza quien afirmaba de estar buscando un vice justamente en el subversivo sector empresarial cruceño – hacen pensar que ellos al momento no configuren una alternativa a Evo, particularmente cuando el natural instinto de las masas será él de defender la revolución en peligro. Estas escisiones no se deben pero minimizar, representan una señal de alarma, las consecuencia de una errata política conciliadora sobre el movimiento obrero, campesino y el propio MAS. El tiempo que nos separa de las elecciones no tiene que pasar en la espera. El gobierno debe responder a la radicalización social con medidas que señalen claramente el camino a seguir entre las únicas dos opciones posibles, salvar el capitalismo cargando su crisis sobre las espaldas de trabajadores y campesinos, o avanzar hacia el socialismo haciendo que la crisis la paguen los patrones. Sobre la base de una política de profundización del proceso revolucionario será posible y necesario organizar las fuerzas para responder a los planes subversivos, separatistas y golpistas de derecha e imperialismo, que – como en Honduras – ya están en marcha.
Fuente: El Militante - Bolivia