Declaración de la CMR ante el Segundo congreso de la UNT
NOTA: Publicamos nuevamente la Declaración de la Corriente Marxista Revolucionaria de cara al Segundo Congreso Nacional de la UNT, convocado inicialmente para finales de marzo. El programa, objetivos y tareas propuestos en aquella declaración mantienen en estos momentos toda su vigencia. Desde entonces algunas de las líneas centrales propuestas, como el que la UNT adopte como estrategia central la toma de empresas abandonadas, infrautilizadas o en conflicto y luche junto con los trabajadores de las empresas cogestionadas y ocupadas por la expropiación de las mismas bajo control obrero y la extensión de la cogestión revolucionaria y su profundización hacia el control obrero, ha cobrado aún más importancia, como demuestran las recientes tomas de varias empresas (Mavesa, Maderera San Juan, Sanitarios Maracay, Gotcha, Gamma, Central Azucarera en Yaracuy, Ajeven, etc.) y la creación por parte de los trabajadores de varias empresas cogestionadas y ocupadas del Frente Revolucionario de Trabajadores de Empresas Cogestionadas y Ocupadas (FRETECO). La UNT, tal y como defendemos en esta Declaración, debe asumir como política central la lucha por avanzar rumbo al socialismo mediante la toma de empresas para demandar su expropiación bajo control obrero y debe apoyar y luchar, junto a este Frente creado por los trabajadores de las empresas cogestionadas, por ese objetivo, así como el impulso de las UBEs por el Socialismo como embriones de poder obrero, que puedan servir para construir revolucionariamente un Estado obrero, que rompa definitivamente con el viejo modelo de la IV República que aún subsiste, que no es otro que el de un Estado burgués. De hacerlo, la clase obrera podría entrar de forma decisiva en escena y ofrecer el punto de referencia que las bases del movimiento bolivariano y el propio Presidente Chávez están buscando para completar la revolución.
DECLARACIÓN DE LA CMR ANTE EL CONGRESO DE UNT Y LA SEGUNDA BATALLA DE SANTA INÉS
El 2006 será un año decisivo para nuestra revolución. En la primera Batalla de Santa Inés los trabajadores y el pueblo, organizados en las UBEs, patrullas, etc., infligimos al imperialismo una derrota histórica que ha desmoralizado a la base social de la contrarrevolución hasta hoy. La Batalla de Santa Inés fue concebida por las masas como el inicio de una nueva fase del proceso revolucionario en la que por fin empezarían a resolverse los problemas sociales (pobreza, explotación en los centros de trabajo, desempleo, déficit habitacional, etc.) y la revolución acabaría con el dominio de la economía por parte de los oligarcas y capitalistas dando todo el poder económico y político a los trabajadores y al pueblo.
El propio Presidente Chávez, expresando y animando ese sentimiento, definió la nueva etapa como de “revolución dentro de la revolución” y propuso los diez objetivos estratégicos para el “salto adelante”, ente los cuales destacan la transformación del modelo económico, la creación de una nueva institucionalidad revolucionaria y la lucha contra la corrupción y el burocratismo. Tras las luchas de los trabajadores de Venepal (hoy Invepal) y CNV (hoy Inveval), el Presidente dio un paso adelante expropiando estas empresas y propuso lo que llamó cogestión revolucionaria (por oposición a la cogestión reformista tradicional) como base para un nuevo modelo productivo. También denunció el capitalismo como un sistema fracasado y planteó que la revolución debe avanzar “rumbo al socialismo”. Todos estos elementos animaron la organización y avance de la clase obrera.
La revolución bolivariana puede presentar logros importantes (Misiones, mecanismos de participación popular, etc.), la gran mayoría de ellos gracias al llamado del Presidente Chávez y a la propia movilización y participación popular. Pero pensar, como creen algunos compatriotas, que el peligro de la contrarrevolución burguesa está superado, o que la ofensiva del imperialismo se ha debilitado puede ser un grave error. El imperialismo y los capitalistas intervienen cada día y, tal y como alertaba el Presidente Chávez en la gigantesca marcha antiimperialista del pasado 4 de febrero, intensificarán su ofensiva durante todo este año con el fin de impedir su reelección y crear condiciones favorables para volver a intentar terminar con este proceso revolucionario a como dé lugar. Para ello, junto a todas las marramucias, calumnias y mentiras que ya conocemos, un arma fundamental que están utilizando ya son todas las debilidades, carencias y contradicciones que todavía se dan en nuestro proceso revolucionario.
Los capitalistas y la burocracia son enemigos de la revolución
En estos momentos la principal arma de que disponen es el poder económico que les sigue concediendo el control de los bancos, las grandes empresas y los latifundios en manos tanto de capitalistas venezolanos como de distintas transnacionales. Los sectores reformistas que existen dentro del movimiento bolivariano, reflejando la presión de la burguesía, intentan desviar el debate sobre el socialismo por los carriles de la socialdemocracia y plantean que el socialismo y la propiedad capitalista de las principales empresas pueden coexistir. Sin embargo, mientras subsista la economía de mercado y los principales bancos y empresas sigan en manos de los empresarios privados, la revolución no podrá resolver los problemas de las masas y cumplir ninguno de sus objetivos: democracia participativa y protagónica, justicia social, desarrollo endógeno, unidad latinoamericana….
El que los empresarios acudan a las reuniones de negociación con el gobierno –como ya hicieron en otros momentos- no significa que vayan a invertir y acepten la revolución bolivariana. Es una maniobra. Mientras no tengan fuerza suficiente para tumbar a Chávez y derrotar al movimiento revolucionario intentarán hacer buenos negocios, apoyarse en los sectores reformistas para frenar la revolución y sabotear todo lo que puedan. Si la revolución no termina con su dominio de los medios de producción (los bancos, las grandes empresas, la tierra) ellos intentarán más pronto que tarde acabar con la revolución.
La pobreza, el desempleo masivo, la economía informal, el empleo temporal y precario, los despidos de trabajadores por construir sindicatos (no sólo en la empresa privada sino también en organismos públicos), las subidas de precios, el acaparamiento y el saboteo en todas sus formas son armas que la contrarrevolución ha utilizado contra todas las revoluciones. Quieren generar la sensación de que la revolución no resuelve los problemas y crear escepticismo, cansancio y desmovilización entre las masas para cambiar la correlación de fuerzas y poder sacar a Chávez y aplastar la revolución.
Combinado al saboteo capitalista, la actuación de una burocracia reformista (pro-capitalista) que ha ido desarrollándose en distintas instituciones estatales y aparatos partidarios, amparada en la falta de mecanismos de control y decisión por parte de las bases (elegibilidad y revocabilidad, rendición de cuentas, etc.) representa un cáncer que si no lo extirpamos puede devorar la revolución. Esta burocracia, además de ser un terreno abonado para que la corrupción cuarto-republicana continúe en la V República, intenta frenar por todos los medios la revolución e impedir que la clase obrera -al frente de todos los explotados- avance hacia la construcción de una democracia participativa, protagónica y socialista de los trabajadores y el pueblo.
La lucha por resolver los problemas sociales y construir el socialismo y la batalla por reelegir al Presidente deben ir unidas
Si no logramos erradicar el burocratismo, la corrupción y el saboteo capitalista avanzando de forma rápida y decisiva hacia el genuino socialismo, es decir: hacia la expropiación de la banca, los monopolios y los latifundios bajo control obrero y la creación de un nuevo Estado obrero, revolucionario, basado en asambleas de trabajadores que elijan delegados que sean revocables en todo momento, la revolución se verá gravemente amenazada. En palabras de uno de los líderes de la revolución francesa, Saint-Just, “los que hacen revoluciones a medias están cavando sus propias tumbas”.
La Batalla por reelegir al Presidente debe ir inseparablemente unida a la lucha por resolver los graves problemas que los trabajadores y la gran mayoría de la población seguimos sufriendo y por construir ya el socialismo y una democracia participativa y directa de los trabajadores. La clase obrera y su principal organización, la UNT, deben ponerse al frente de la Batalla de Santa Inés II anunciada por el Presidente con un plan de acción y un programa de clase, debatido y aprobado democráticamente por los trabajadores en Asamblea Nacional de Trabajadores. En nuestra opinión este plan debe incluir al menos los siguientes puntos:
Plan de Acción para ganar la Batalla de Santa Inés II al capitalismo y la burocracia
1. Conformar Unidades de Batalla Electoral y por el Socialismo en cada fábrica y centro de trabajo. Éstas deben basarse en asambleas en las que participen todos los trabajadores y dónde se nombren voceros elegibles y revocables en todo momento. Una primera tarea de estos voceros o delegados debería ser extender estas UBES a los demás centros de cada zona y articularse con ellas, así como a las comunidades y sectores populares cercanos, llamando a participar a todos los sectores y colectivos comprometidos con la revolución. Estas UBES no deberían limitar sus cometidos ni su existencia a la coyuntura electoral. Esto –junto al hecho de que las UBEs no se basaban en la clase obrera organizada en las fábricas- fue uno de los factores que impidió el pleno desarrollo de las UBES conformadas para la anterior Batalla de Santa Inés como base de una nueva institucionalidad revolucionaria capaz de sustituir al viejo Estado creado por la clase capitalista y completar la revolución
2. Las UBEs por el Socialismo que proponemos, como expresa su nombre, deben vincular en todo momento la reelección del Presidente a la lucha contra las principales amenazas a esta reelección y al avance de la revolución hacia el socialismo: la ineficiencia, corrupción y saboteo burocráticos y el control de la economía por parte de los capitalistas.
3. La UNT y las UBEs por el Socialismo deben proponer elaborar listas con las principales fallas, carencias y reivindicaciones pendientes que tiene los trabajadores en cada zona, unificarlas y proponer un plan de acción nacional para que la revolución empiece a resolver definitivamente los problemas de las masas que la alimentan con su apoyo.
4. Impulsar la participación de los trabajadores en la gestión de los centros de trabajo creando Consejos de Trabajadores mediante la elegibilidad y revocabilidad de delegados obreros e impulsando las UBEs por el Socialismo que proponemos.
5. La UNT y estos organismos unitarios de participación obrera deberían desarrollar la cogestión revolucionaria hacia el control y la gestión directa por parte de los trabajadores tanto de las empresas recuperadas como de todas las demás empresas pública e intentar empezar a desarrollar el control obrero en la empresa privada.
6. Junto a esto, debemos organizar la toma de fábricas cerradas o amenazadas de cierre para luchar efectivamente contra el desempleo y el saboteo contrarrevolucionario de la economía. Como María Cristina Iglesias, ex Ministra de Trabajo y ahora del MILCO, dijo en un encuentro nacional de trabajadores de empresas recuperadas “los trabajadores no deben pedir permiso al gobierno para tomar las empresas cerradas, la toma no es un problema sino una solución al mismo”.
7. Debemos tomar también las empresas infrautilizadas o en las que los empresarios estén saboteando o violando los derechos de los trabajadores para demandar al gobierno su nacionalización bajo control de los trabajadores. Esta es la mejor manera de evitar que los empresarios saboteen la solvencia laboral
8. La lucha contra el acaparamiento y la especulación, así como contra el saboteo de iniciativas como las cooperativas, EPS, consejos comunales, etc. Debemos luchar por la nacionalización de la banca, los grandes monopolios y la tierra bajo control de los trabajadores. Esta es la única forma de que haya créditos suficientes, en buenas condiciones y con un control exhaustivo sobre el destino de los mismos y que las cooperativas, EPS, microempresas, etc. puedan funcionar realmente.
9. La nacionalización de la banca debería ser acompañada de la nacionalización de las grandes empresas constructoras y la creación de una empresa pública de construcción también bajo control de los trabajadores y las comunidades organizadas como única manera de elaborar y cumplir un Plan Público de Construcción de Viviendas e infraestructuras que se marque como objetivo erradicar el déficit habitacional en el plazo más breve posible y renovar todas las infraestructuras deterioradas
10. Para acabar con el burocratismo y la corrupción que minan desde dentro del proceso revolucionario, estas medidas socioeconómicas deberían completarse con la sustitución de la vieja estructura estatal basada en la democracia representativa burguesa por una estructura de democracia directa, participativa y protagónica, basada en asambleas de los trabajadores y el pueblo. Tras la victoria del 4 de diciembre de 2005 los trabajadores revolucionarios debemos proponer la modificación en la Constitución Bolivariana en el sentido de que los parlamentarios, y cualquier cargo publico, sean elegibles y revocables en todo momento, deban rendir cuentas periódicamente ante los que les han elegido y que sus salarios no sean superiores al de cualquier trabajador calificado.
11. Todas estas medidas servirían como primera base para la elaboración de un Plan Nacional de Desarrollo Endógeno Rumbo al Socialismo con la participación de la clase obrera de las empresas e instituciones públicas, empresas en autogestión o cogestión, empresas privadas, cooperativas, EPS, las asambleas, movimientos y organizaciones populares y campesinas y todos los demás sectores revolucionarios participasen mediante representantes elegibles y revocables. Además, los sindicatos afiliados a la UNT y los trabajadores organizados en UBEs por el Socialismo, Comités, Consejos, etc. debemos exigir toda otra serie de medidas y participar en su implementación (Elaboración de Leyes laborales, de educación, etc. socialistas, No al pago de la deuda externa, Monopolio estatal del comercio exterior que permita avanzar hacia la soberanía alimentaria y acabar con la dependencia tecnológica, etc.)
En Venezuela sigue existiendo la situación más favorable para que la clase obrera, a la cabeza de todos los demás sectores oprimidos, pueda avanzar hacia la transformación socialista de la sociedad que se ha presentado en cualquier país del mundo en los últimos veinte años. Un triunfo del socialismo en Venezuela se extendería inevitablemente a todo el continente y se convertiría en un punto de referencia para todos los trabajadores y oprimidos del mundo. Como dijo el presidente Chávez recientemente, “Socialismo o Muerte” es el dilema al que se enfrenta hoy más que nunca la humanidad.