En los últimos días un artículo de Olimpo Fonseca en el medio cubano Tremenda Nota argumentaba que el 27N no era anti-comunista y que Tania Bruguera, una de sus portavoces más destacadas era de izquierda. Unos días más tarde el historiador Frank García, que se declara abiertamente comunista, salía con otro artículo en el mismo medio a apoyar la tesis de Fonseca. Tengo que decir claramente que discrepo de ambos, y que en mi opinión su planteamiento no solo no tiene ninguna base en los hechos sino que además parte de un análisis erróneo de la situación actual en Cuba.
Aunque el motivo de este artículo no es entrar a fondo en los acontecimientos y las causas que llevaron al 27N, si es importante explicar someramente los hechos. El 27N surgió de la protesta de artistas e intelectuales en la sede del Ministerio de Cultura en solidaridad con algunos miembros del Movimiento San Isidro. El MSI es un colectivo abiertamente contrarrevolucionario, que pide la “caída del régimen dictatorial” y uno de cuyos integrantes más destacados es el rapero Denis Solís que declaró públicamente que Trump era su presidente. Otro de los componentes destacados del MSI es el rapero Maykel Osorbo que llamó públicamente a una invasión de EEUU a Cuba. El motivo inmediato de la protesta en el MINCULT fue protestar contra el allanamiento de la sede del MSI donde 14 de sus integrantes realizaban una protesta exigiendo la libertad de Solís. La protesta fue el 27 de noviembre y de ahí tomó su nombre el colectivo.
Claramente, entre los que se reunieron el 27N en el MINCULT, artistas, intelectuales, cineastas, escritores, en su mayoría jóvenes, había una amplia diversidad de ideas políticas. Algunos eran miembros del MSI o simpatizaban con sus posturas, pero otros eran artistas que simplemente se pronunciaban contra la censura y en favor de los derechos democráticos en general. Entre ellos había también algunos que se consideran socialistas. Está claro que aunque el tratamiento al MSI era la chispa de la protesta, esta reflejaba también un malestar anterior más amplio por medidas como el decreto 349 de 2018 que regula la actividad cultural privada.
Aunque no hubo represión abierta, la policía se empleó para impedir que más gente se uniera a la sentada. A raíz de la protesta se abrió un diálogo con el viceministro de cultura Fernando Rojas y se agendaron reuniones posteriores. Finalmente este diálogo no prosperó. Lo cierto es que el MSI no quería que se produjera e introdujo una serie de exigencias fuera de toda proporción que lo hicieron naufragar.
En aquel momento, el Comité Editorial del blog Comunistas, del que en aquel entonces formaba parte Frank García aunque ahora ya no, emitió una declaración sobre los acontecimientos en el que hacía notar el siguiente punto importante:
“hay un factor socioeconómico sin el cual no hubieran sucedido estos hechos. El renacimiento de la burguesía en Cuba, o, como se estila decir: el sector privado de la economía. La burguesía, como clase social que es, no solo nace con implicaciones económicas, sino también culturales y políticas. Esta clase que ha renacido tras las medidas implementadas por el Gobierno a lo largo de la década que termina, ha tenido un fuerte impacto político y cultural en la sociedad, específicamente, en la sociedad civil y la juventud universitaria de La Habana, aún más en el sector universitario vinculado a las artes, la literatura y humanidades. Esta clase, como sociedad civil en sí que es, ha promovido con fuerza la expansión de toda una nueva sociedad civil consistente en medios de prensa, asociaciones, galerías privadas, estudios de cine independientes, e incluso, su sector conservador promueve iglesias conservadoras.” (Declaración sobre algo más que los sucesos de San Isidro, blog Comunistas, 29 de noviembre, 2020)
No creo que se pueda decir que en Cuba ya exista una burguesía como tal, pero sí es cierto que hay un naciente sector privado de la economía, que empieza un proceso de acumulación de capital, y que esta naciente burguesía o pequeña burguesía empieza a reconocer sus intereses económicos y políticos y a actuar para ejercitarlos.
Ya en aquél entonces escribí a los compañeros de Comunistas unos comentarios críticos a una parte de su declaración, que ellos publicaron en el número extraordinario de su revista La Comuna sobre el 27N (que recomiendo por lo completo). Los adjunto al final de este texto.
En la declaración de Comunistas se define incluso a aquellos que no partían de una posición de apoyo a un grupo contrarrevolucionario pro-imperialista como defensores de la “expansión del sector privado de la economía”. Este es justamente el sector que ha pasado a conformar el 27N.
Sin embargo, ahora Frank García declara que el análisis que en noviembre hizo Comunistas del 27N era errado. “En Comunistas no supimos comprender cabalmente lo que sucedía entonces ni entendíamos por qué un grupo de intelectuales honestos, como Julio César Guanche o Hiram Hernández, llamaba la atención sobre San Isidro. Habíamos simplificado los hechos.”
Entonces, ¿cuáles son los argumentos en que se basan Olimpo y Frank para decir que Tania Bruguera y por extensión el 27N deben ser considerados de izquierdas?
El artículo de Olimpo que abrió esta polémica asevera que el hecho de que Bruguera haya usado la palabra “neoliberalismo” para describir las reformas económicas aplicadas en Cuba a partir del 1º de enero bajo el nombre de Tarea Ordenamiento, significa que ella es de izquierdas. Al parecer el autor ha encontrado otra cita de 2015 en la que Bruguera también critica al gobierno cubano por “hacer leyes neoliberales”.
En otro artículo hemos analizado el significado y los peligros del Ordenamiento, pero en este caso, esto, una palabra, por sí sola es lo que lleva a Olimpo a describir a Bruguera como una persona con un “discurso de izquierdas coherente desde hace años”. Nada más lejos de la realidad.
La propia Tania Bruguera nunca se ha declarado de izquierdas (por ejemplo a veces habla de “mis amigos de izquierdas” como algo ajeno a ella) y de hecho ha dicho en más de una ocasión que ella está contra el socialismo (aunque también ha dicho que está contra el capitalismo). Es difícil describir la ideología de Bruguera, pero todo su “artivismo” se basa en desafiar los límites de lo legal y lo posible en el terreno de la censura y los derechos cívicos. A lo sumo se le puede describir como liberal.
Después de afirmar que Bruguera es de izquierdas, Olimpo realiza una pirueta lógica y concluye que, por lo tanto, el 27N en sí es de izquierdas: “Siendo Tania Bruguera una de las principales figuras del 27N queda claro que esta plataforma no es un grupo anticomunista. Por el contrario, partiendo de que la Bruguera es una de sus principales representantes, el 27N sería un espacio donde la izquierda se asume como un principio positivo y el neoliberalismo como negativo.”
Por su parte, Frank García, que califica a Bruguera como de izquierdas, aunque al 27N lo califica como “no de derechas”, añade otro argumento “lógico” en relación al 27N: “En el manifiesto programático del 27N, … sus redactores … afirman que el cumplimiento a la Constitución forma parte de sus principios fundamentales. Este hecho puede conducir a la siguiente deducción: el 27N apoya la construcción del socialismo, en tanto que reconoce, acepta y exige el cumplimiento de una Constitución socialista … terminan reconociendo, y por tanto otorgando legitimidad, a la Constitución socialista. Esa posición automáticamente excluye al 27N del anticomunismo. … un ciudadano que vive bajo un Estado socialista, si reconoce y exige el cumplimiento de la Constitución vigente en su país, mínimo, no puede ser anticomunista.”
Si uno lee detenidamente el manifiesto del 27N, es cierto que habla de la Constitución, pero en ninguna parte se dice que el cumplimiento de la misma es “parte de sus principios fundamentales”, sino que lo que dicen es que se amparan en derechos reconocidos en la Constitución, que no es lo mismo. De eso no se puede deducir de ninguna manera lógica que el 27N no pueda ser anticomunista.
Sin embargo, para conocer el carácter del 27N y sus ideas, no es necesario especular ni hacer deducciones lógicas, simplemente hay que referirse a su propio manifiesto, que el compañero Frank García ha leído en detalle. Allí se puede ver claramente cuáles son sus “principales demandas”. El punto uno se refiere a libertades políticas. Eso les haría liberales, pero no necesariamente de izquierdas.
Pero lo más importante es el punto dos, un punto que no aparecía para nada en ninguna de las discusiones en el MINCULT y que realmente es el más significativo de toda la declaración: “2. Libertades económicas Afirmamos el derecho de todo ciudadano a las distintas formas de participación económica, de propiedad y gestión. Reconocemos el rol de la iniciativa privada y del ejercicio de libertades económicas que posibiliten el impulso de las capacidades productivas y sean generadoras de bienes y servicios esenciales para el desarrollo de la nación.”
En este párrafo, que se le parece haber escapado a los compañeros Olimpo y Frank, está el meollo de la cuestión. El derecho a la propiedad privada de los medios de producción, es decir el derecho de una minoría a explotar y lucrarse con el trabajo ajeno de la mayoría es en realidad el centro de este documento del 27N. Es más, este punto entra directamente en contradicción con la idea de que el 27N no es (“no puede ser” dice Frank) anticomunista.
El comunismo es justamente la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y es incompatible con la defensa por parte del 27N de “el derecho de todo ciudadano a la propiedad” y de “la iniciativa privada”. No solo eso, sino que entra en contradicción con uno de los argumentos del compañero Frank cuando define lo que es la izquierda en su criterio: “Establezcamos que las izquierdas plantean en su discurso político la justicia social por encima del libre mercado”. Pues bien, el manifiesto del 27N, aunque habla de una “sociedad con justicia social” (y habla también de cosas bien lindas, como el amor, la poesía, la verdad, etc) dice claramente que está a favor de las “libertades económicas” y el “derecho a la propiedad”, es decir, el libre mercado, que inevitablemente se coloca por encima del interés general.
El compañero Frank es historiador y sociólogo y debería saber además que los manifiestos y declaraciones hay que juzgarlos no solo por lo que dicen, sino también por lo que omiten y por el contexto en que se emiten.
En este caso, este manifiesto no se emite en el vacío, o en el contexto de una dictadura capitalista. El contexto en el que se emite es el de la revolución cubana. La revolución cubana llegó al poder hace 62 años y declaró su carácter socialista hace justo 60 años en la víspera de la incursión imperialista contrarrevolucionaria de Playa Girón. La revolución cubana llevó a cabo la expropiación de las multinacionales, de la tierra, la banca y también de la burguesía nacional, además de liberarse del yugo de la dominación imperialista.
Sobre esa base, la de la propiedad estatal y la planificación de los medios de producción, logró avances muy importantes, particularmente en el terreno de la salud, la educación, la vivienda y las condiciones de vida generales de la población. Es cierto, la revolución cubana adolece de importantes deformaciones burocráticas que tienen tres fuentes: la llegada al poder de un ejército guerrillero, la relación estrecha con la URSS burocrática y el aislamiento de la revolución.
Sin embargo eso no es óbice para reconocer que todas las conquistas de la revolución se asientan sobre la abolición de la propiedad privada de los medios de producción. Después de la caída de la URSS, el factor del aislamiento de la revolución se hizo mucho más agudo. Los problemas a los que hoy se enfrenta la revolución cubana desde un punto de vista económico se deben a ese aislamiento, y se ven agravados tanto por el feroz embargo imperialista como por la gestión burocrática de la economía y el estado. A eso hay que añadir el duro golpe de la pandemia que ha eliminado de un plumazo gran parte de los ingresos en divisas del país.
Todo esto ha minado las conquistas de la revolución, que a pesar de todo sobreviven, aunque debilitadas.
¿Qué tiene el manifiesto del 27N qué decir acerca de todo esto? Prácticamente nada. Pero lo poco que dice es significativo. Veamos: “Dejemos atrás la miseria y el desabastecimiento impuesto por la incompetencia del sistema imperante”. Es decir “la miseria” y el desabastecimiento no tienen, para los autores del manifiesto, nada que ver con el bloqueo, la agresión imperialista, que no se mencionan ni siquiera de pasada, sino que son “impuestas” por “la incompetencia del sistema”. Eso es un posicionamiento político claro. Aunque Frank García resalta que el 27N tiene “el disenso como consenso” (o por decirlo en español llano, que están de acuerdo en no estar de acuerdo), el caso es que el manifiesto refleja una postura determinada sobre el tema del bloqueo y el imperialismo, aunque sea por omisión. Una postura que ciertamente no se puede describir como de izquierdas.
A esto sumamos el hecho de que figuras destacadas del 27N se han dedicado a atacar al artista Wilfredo Prieto por levantar un cartel exigiendo a Biden el fin del bloqueo, la solidaridad pública del 27N con la UNPACU (una organización rabiosamente anti-comunista, contrarrevolucionaria).
Es un hecho público y notorio que en la protesta en el MINCULT el 27 de noviembre había un amplio abanico de personas, incluyendo aquellos que se describen como socialistas. Otra cosa es decir que el 27N, particularmente después de sacar su manifiesto en abril, es una comunidad de izquierdas.
En Cuba, hoy en día, defender las “libertades económicas” quiere decir abogar por la restauración del capitalismo, lo cual a mi me parece que es ciertamente contrarrevolucionario, aunque a algunos no les guste la calificación.
Dice el compañero Frank García, “partamos de que un sujeto político es de izquierdas en tanto se reconozca de izquierdas. Las izquierdas recogen en sí, desde la más tímida y conciliadora socialdemocracia que intenta cambios sociales a través de ligeras reformas para no molestar al gran capital, pasando por los divinizados Marx y Lenin y los posteriores marxismos revolucionarios, hasta las deformaciones estalinistas con el «polpotianismo» como expresión máxima de su degeneración.”
En primer lugar, no he encontrado ninguna evidencia de que Tania Bruguera, ni tampoco el propio 27N, se reconozcan de izquierdas. Más bien al contrario. Voceros destacados del mismo siempre han insistido en que “esto no va de izquierdas ni derechas” y han “rechazado esa falsa dicotomía”. En esos mismos términos protestaba el artista Julio Llópiz-Casal contra el artículo de Olimpo Fonseca.. Pero, lo que le preguntaría es ¿de qué sirve determinar si alguien es de izquierdas? ¿qué conclusiones prácticas hay que sacar de la definición? Si la “izquierda” recoge desde la socialdemocracia hasta la locura estalinista reaccionaria de Pol Pot, ¿qué sentido tiene determinar si el 27N es o no de izquierdas?
En realidad, para terminar, las cosas hay que ponerlas en su contexto espacio-temporal, no en el terreno de las disquisiciones abstractas, sino en el de sus consecuencias prácticas. No me cabe duda que hay personas que se identifican con el 27N que de alguna manera u otra se consideran socialistas o socialdemócratas. La manera en que los comunistas podemos (debemos) entrar en un diálogo con ellas no es embelleciendo el 27N y declarándolo “no de derechas”, sino explicando claramente y argumentando que las “libertades económicas” de las que habla el Manifiesto del 27N significan la restauración del capitalismo, y con ello, la destrucción de las conquistas de la revolución cubana que, aunque debilitadas, todavía existen.
Otra cosa es, y eso será tema de otro artículo, qué actitud deben tener los comunistas en Cuba ante la reivindicación de derechos democráticos, la incapacidad y torpeza de la burocracia y cuales son los mejores métodos para defender la revolución y sus conquistas. Es un tema largo, que amerita otro artículo, pero claramente los comunistas debemos basarnos en los principios de la democracia obrera, muy de actualidad ahora que se cumplen 150 años de la Comuna de París. El esfuerzo heroico de los comuneros dejó el legado de la forma en que la clase trabajadora puede gobernar su propio destino sin burócratas ni privilegios.
La revolución cubana se encuentra en una encrucijada histórica. Es imperativo colocarse claramente en el campo de la defensa de la revolución y sus conquistas, contra la agresión imperialista y contra las tendencias restauracionistas ya vengan de la dirigencia del estado o de la naciente burguesía. La más amplia discusión de estas cuestiones sólo puede servir para clarificar y fortalecer la lucha por el socialismo y la democracia de los trabajadores.
29 de abril, 2021
Comentarios a la declaración de Comunistas “sobre algo más que los sucesos de San Isidro”
Estimados compañeros,
Leí con atención, como procuro hacer siempre con sus textos, la última declaración que publicaron en el blog Comunistas “sobre algo más que los sucesos de San Isidro” acerca de lo que aconteció en la Habana en el fin de semana largo del 26 al 29 de noviembre.
A mi parecer, la declaración contiene una serie de señalamientos muy agudos que no he visto en otros análisis sobre los acontecimientos en cuestión. Por ejemplo, la caracterización acerca de dónde surge este sector de la intelectualidad y los artistas que se juntaron en el MINCULT. Son, como ustedes señalan hemos visto en Cuba en el último período “el renacimiento de la burguesía en Cuba, o, como se estila decir: el sector privado de la economía… Esta clase, como sociedad civil en sí que es, ha promovido con fuerza la expansión de toda una nueva sociedad civil consistente en medios de prensa, asociaciones, galerías privadas, estudios de cine independientes …” Yo acotaría que más que una burguesía, lo que hemos visto renacer con la expansión del sector privado de la economía es una pequeña burguesía. No se trata tanto de propietarios de grandes medios de producción, sino más bien de propietarios de pequeños negocios, profesiones liberales, artistas, cuenta-propistas, etc. Aspiran a convertirse en burguesía, y de este sector puede emerger una burguesía propiamente dicha.
También me parece importante señalar que los que se juntaron en el MINCULT, en su mayoría, aunque no necesariamente apoyaban al MSI, “tiene dos importantes puntos de contacto con los planteos del Movimiento San Isidro. Ambos tienen como meta la ampliación de los derechos civiles. Ambos apoyan, por diferentes caminos, la expansión del sector privado de la economía en Cuba. Lo único que los diferencia es que el Movimiento San Isidro apoya abiertamente a Trump y se somete a los imperialismos.”
Este es un punto crucial a entender. La intelectualidad pequeño burguesa (para describirla con precisión), está a favor de la restauración del capitalismo en Cuba. Hablan de “sociedad civil”, de “estado de derecho”, de “República”, de “institucionalidad” y de la Constitución, pero lo que realmente quieren decir es que están a favor de la democracia burguesa. Algunos se llaman socialistas, o socialistas democráticos, pero en realidad lo que quieren decir es socialdemócratas que en el contexto de Cuba, dónde la economía se basa todavía en la propiedad estatal de los medios de producción, solo se puede conseguir con la restauración del capitalismo.
Dicho esto, también hay algunos puntos en los que creo que la declaración es desequilibrada o incorrecta. El primero es empezar por una caracterización clara y diáfana de qué es el llamado “Movimiento San Isidro”. El MSI no es simplemente “una organización vinculada con la cultura” que “pide la caída del Gobierno “dictatorial” y, uno de sus principales líderes apoya abiertamente a Trump”. En realidad, la provocación contrarrevolucionaria del MSI no es casual, ni se produce por iniciativa propia. Es parte de un plan del imperialismo de EEUU, en los últimos días del mandato de Trump para crear provocaciones que buscan una contra-reacción del estado Cubano que impida cualquier intento de volver a la “doctrina Obama”.
Y esto tiene que ver con el segundo punto. La primera de las demandas que Comunistas plantea en la declaración es: “Prohibir …, el ejercicio de todo tipo de censura que recaiga sobre intelectuales, artistas, medios de prensa –estatales y no estatales-, blogs y otras formas de expresión.” Aquí vemos, en mi opinión, el mismo error de la intelectualidad pequeño burguesa. La petición, en abstracto, de derechos democráticos, que obvia la cuestión de clase. En una pequeña isla del Caribe a 90 millas de la potencia imperialista más fuerte del planeta, y sometida a un asedio de más de 60 años, ¿podemos pedir derechos democráticos para todos incluyendo la contrarrevolución abierta financiada y al servicio de Washington?
Creo que eso es un error que además contradice otras partes de la misma declaración e incluso de las demandas que al final se plantean. En el tapete en Cuba lo que tenemos es una batalla abierta entre diferentes bandos. Los comunistas no podemos más que estar en el campo de la defensa de la revolución. No en el campo abstracto de la defensa de los derechos democráticos, que al final es el campo de la democracia burguesa, sino en el campo de la defensa de la democracia obrera para defender de manera eficaz la revolución y la abolición de la propiedad privada de los medios de producción. En estas condiciones concretas, no podemos estar a favor de la libertad de expresión para los defensores del imperialismo para que puedan organizar una contrarrevolución violenta. Ellos ya tienen medios suficientes para hacerse oír.
Estamos a favor de la más amplia libertad de opinión, discusión y expresión para los jóvenes y trabajadores cubanos para decidir el rumbo de la revolución y contra la censura burocrática asfixiante que mina la misma.
Con saludos comunistas,
Jorge Martín, Corriente Marxista Internacional
4 de diciembre 2020
[Publicado originalmente en el Dossier de La Comuna sobre la crisis política de Noviembre 2020]