Elecciones 2006 en México: Clase contra clase
Por supuesto que la burguesía había logrado efectuar el relevo de partido en 2006 asegurando que el triunfador fuera un individuo dócil y sumiso, ello no significó la posibilidad de aplicar todas sus políticas de ataques a los trabajadores. En la mayoría de los casos las “reformas estructurales”, (es decir la privatización de la industria eléctrica y petrolera, la destrucción de los contratos colectivos de trabajo, la destrucción del IMSS y del ISSSTE, así como de la educación pública) no se pudieron llevar a cabo debido a la férrea voluntad de lucha de los trabajadores.
Mirando al resto de países latinoamericanos, estas medidas ya se han implementado e incluso se ha llegado al grado de hacer desaparecer las monedas nacionales en países como Ecuador, donde la moneda circulante es el dólar.
Por supuesto que esa maravillosa lucha que daban los trabajadores, empleando para ello todos los medios que poseían, tenía que expresarse también en el terreno electoral y el resultado de ello fue el ascenso de la figura de Andrés Manuel López Obrador como alternativa a los candidatos naturales del panismo: Santiago Creel y Martha Sahagún.
En realidad tiene poco sentido explicar el entusiasmo que empezaba a generar López Obrador por las políticas de su gobierno en el DF, ya que si bien se caracterizaron por poner un énfasis mayor en otorgar algunos subsidios a los sectores más desprotegidos de la población capitalina, en realidad no se distinguió particularmente de otros gobiernos locales. Las masas muchas veces ven en sus representantes sus deseos subjetivos más que lo que realmente son.
La principal razón del crecimiento de AMLO fue el ascenso de las luchas sociales y la incapacidad del Estado para derrotarlas, esto hizo que las masas tomaran confianza y, de manera inconsciente, empezaron a contemplar la posibilidad de derribar al gobierno y a la casta de empleados de trasnacionales que gobernaban en los Pinos.
El hecho de que fuera AMLO y no Cárdenas en quién depositaron sus esperanzas, se debe a la percepción que los trabajadores tienen de la manera en que reaccionó Cárdenas ante el fraude de 1988, para ellos Cárdenas no era capaz de defender su voto y López Obrador si.
El tiempo se acababa y la burguesía se acercaba a la época de las elecciones sin un candidato principal. En lo único que podían ponerse de acuerdo era en tratar de destruir al candidato que para esos momentos ya aparecía como puntero en las preferencias electorales.
Por esta razón se lanzó a la guerra de desgaste que significó el desafuero, el cual fue la culminación de una campaña de calumnias apoyadas por todos los medios lícitos e ilícitos. La conjura incluyó tender anzuelos a los colaboradores menos firmes de AMLO con el fin de exhibirlos (los famosos video escándalos), además de ello se entablaron sendos juicios, todos trucados, de tal manera que hicieran aparecer a AMLO como un violador de leyes. Se llegó al grado, hace más de un año, de desaforarlo para juzgarlo por un crimen (violar un amparó sobre la construcción de una calle) que no tenía castigo y estaba claramente probado que López Obrador no tenía responsabilidad.
Sólo fue la poderosísima movilización de masas del 26 de junio de 2005, a la cual asistieron cerca de un millón y medio de personas, la que evitó que AMLO fuera eliminado legalmente de la contienda.
En esos momentos la popularidad de López Obrador estaba por las nubes, la campaña había sido un fracaso y los estrategas del capital lo sabían. No sólo había quedado en descrédito el gobierno foxista, sino todo el sistema judicial, los medios de comunicación y el conjunto de partidos. La situación era verdaderamente crítica.
En el frente en donde las batallas se mostraban en esos momentos más encarnizadas era el sindical, los trabajadores del Seguro Social cumplían ya un año de luchas y no podían doblarlos, no sólo eso, sino que la lucha había logrado radicalizar a la Unión Nacional de Trabajadores, cuyos dirigentes empezaban a sentir la presión desde la base en pos de una huelga general.
Si a ello le sumamos el ascenso de la lucha de clases en América Latina, cuyos procesos más maduros obtenían triunfos electorales en Venezuela y Bolivia, el cuadro era verdaderamente tétrico, no sólo para la burguesía mexicana sino también para el gobierno de los Estados Unidos cuyo principal miedo es tener un proceso revolucionario justo en su frontera sur.
Por ello decidieron optar por construir un candidato de repuesto, el desgaste del Secretario de Gobernación Santiago Creel era evidente y el elegido de las trasnacionales fue Felipe Calderón, un político mediocre, pero siempre fiel servidor de sus intereses, tal como lo demostró con el endeudamiento nacional más grande de todos los tiempos, el Fobaproa el cual negoció directamente como Ernesto Zedillo.
Contrataron asesores extranjeros, entre ellos algunos directamente involucrados con el partido Republicano de Estados Unidos y con el Partido Popular de la extrema derecha española y continuaron con su plan de destruir la candidatura que apoyaban los trabajadores.
De este modo hincaron las campañas en el segundo semestre de 2005, con un Felipe Calderón realmente poco conocido y un Andrés Manuel prácticamente presente en la mente de la gran mayoría de los mexicanos.
La campaña de López Obrador se centró en el discurso de combate contra la corrupción, la austeridad y la creación de planes de empleo y subsidios a la población más necesitada. Por supuesto que los medios para lograr los fines propuestos son impracticables, pero el hecho mismo de que se plantearan compromisos concretos de empleo, vivienda e incluso aumentos salariales, combinado con el combate a los privilegios de la alta burocracia del Estado, provocó el apoyo entusiasta de los sectores más activos de las clases trabajadoras.
Por su parte la estrategia de la burguesía era continuar con su campaña de difamación hacia el PRD, pero al mismo tiempo inventar otras “alternativas”, de este modo se apoyó la formación de dos nuevos partidos comparsas; uno de ellos el PANAL, un engendro de Elba Esther Gordillo, el personaje más siniestro de la política nacional de los últimos tiempos; el otro Alternativa Socialdemócrata, un partido empresa que se creo con el fin de que sus dueños vivan del presupuesto estatal y que el gobierno fomentó para tratar de quitar algunos cientos de miles de votos al PRD.
Miles y miles de millones de pesos en apoyo a Calderón se emplearon en la campaña de publicidad más grande de la historia, ningún representante de la burguesía se abstuvo de participar o de poner dinero a favor de Calderón y al mismo tiempo atacar a López Obrador, ello incluye las amenazas de despido, la manipulación de los programas sociales, toda una operación de estado para evitar que López Obrador llegara.
Por parte del PRD también había obstáculos para la campaña de AMLO, uno de ellos fue la actitud de Cárdenas cuyo resentimiento lo llevó incluso a aceptar un cargo del gobierno en medio de la campaña y a que muchos de sus colaboradores aceptaran participar como candidatos del PAN en diversos distritos. La contracampaña de Cárdenas se mostró en el ridículo nivel de votos que PRD obtuvo en Michoacán.
Otro obstáculo fue la gran cantidad de candidatos oportunistas que llegaron al PRD y rápidamente fueron adoptados; José Guadarrama en Hidalgo, Roberto Albores en Chiapas, por sólo mencionar a lo más tétrico.
A ello hay que sumar que candidatos como Marcelo Ebrard prácticamente sólo se colgaron de la campaña presidencial sin hacer mayor esfuerzo que aparecer junto a AMLO en algunas propagandas.
No sólo eso, la campaña enfrentó la acción de una especie de coalición de grupos sectarios que en nombre de la otra campaña zapatista llamaron a no votar. Este tipo de política prácticamente favoreció a la ultraderecha. Buenaventura Durruti el gran revolucionario anarquista español en su momento llegó a responderles a aquellos que oponen la necedad sectaria y dogmática a las necesidades que en ocasiones ofrece la lucha: “Estamos ante la revolución o la guerra civil, el obrero que vote y después de ello se quede tranquilamente en su casa, será un contrarrevolucionario. Y el obrero que no vote y se quede también en su casa será otro contrarrevolucionario” (El corto verano de la anarquía. Enzensberger, Pág. 122).
A pesar de todos esos obstáculos, a pesar de la acción de la burguesía y sus lacayos así como de uno que otro despistado, los trabajadores se organizaron desde sus colonias, ejidos y escuelas, desplazaron todo tipo de mecanismos ingeniosos. Se reunieron en grupos pequeños y grandes, decenas de miles de pequeñas células se distribuyeron información al margen y a pesar de la estructura del PRD y lograron llegar a 15 millones de votos, más del doble de lo conseguido por Cárdenas seis años antes. Tan sólo en el área metropolitana la burguesía tiene que aceptar 4 millones de votos.
Los estados más combativos como Oaxaca, Chiapas y Guerrero, tampoco dudaron en actuar, incluso los obreros metalúrgicos de Lázaro Cárdenas, Michoacán dieron una lección al vergonzoso gobernador que tienen, promoviendo el voto por AMLO.
Esta es la demostración de fuerza de la clase trabajadora más importante en muchos años, y será el motivo de lucha de masas más determinante del futuro próximo. Es posible que al final logremos que AMLO llegue a la presidencia, en el caso de que ello suceda se enfrentará a esta misma clase que lo votó, de no cumplir con las expectativas. Es posible también que, producto de errores de dirección, sea Calderón el que al final sea ungido como presidente, en tal caso 15 millones de trabajadores serán la base para el movimiento de masas que le cortará la cabeza.