Con sus imponentes rascacielos, grandes bulevares, imponentes centros comerciales, discotecas, playas y brillantes luces, Dubai es uno de los santuarios más seguros del capital global. Libre de impuestos, es la morada de la mayor parte de los evasores de impuestos del tercer mundo, advenedizos corruptos y capos de la mafia. Esto hace de Dubai el buque insignia de los Emiratos Árabes Unidos, que es una alianza federal de los dueños (jeques) de siete Estados pequeños. Los medios de comunicación burgueses, sin embargo, muestran sólo el lado bueno de Dubai y de la capital, Abu Dhabi.
Sin embargo, los constructores de estas torres, carreteras y palacios son rechazados como si todo esto hubiera sido construido por simples sinvergüenzas. En realidad, a pocos kilómetros de este espectáculo hay otra ciudad, cubierta de oscuridad y llena de suciedad. Aquí es donde viven los trabajadores. La sangre de sus residentes no sólo alimenta las luces de Dubai y de otras ciudades, sino que también provee a sus familias en tierras lejanas.
De los 8 millones de habitantes de este país, sólo el 20 por ciento son ciudadanos y tienen plenos derechos. El ingreso per cápita de los EAU de $48.000 es una de los más altos del mundo. Los residentes locales tienen agua, electricidad, salud y seguridad social gratis. Pero bajo la aparente prosperidad de la población local hay una desigualdad obscena de riqueza. El 90% de los ingresos de las enormes reservas de petróleo y gas de los EAU es propiedad del 0.2% de la población local. La riqueza personal del Jeque Jalifa asciende a más de 15.000 millones de dólares.
La combinación de gobierno despótico y capitalismo ha formado un Estado que se asemeja más a ley de la calle, donde no sólo los recursos naturales y la riqueza creada por los trabajadores inmigrantes es saqueada por un puñado de miembros de la familia gobernante, sino que también los derechos humanos básicos como la libertad de expresión, los derechos sindicales y las actividades políticas están completamente prohibidas. La disparidad de riqueza entre la mayoría de la población local y la de los gobernantes es tan mala como en cualquier otro país.
De acuerdo con el Buró Nacional de Estadísticas, el 14 por ciento de los lugareños están desempleados y en algunas zonas del norte esta tasa es de entre 16 a 20 por ciento. La disparidad regional también va en aumento. La mayor parte del desarrollo se limita a Dubai, Abu Dhabi y Sharjah, en cierta medida, mientras que los Estados del norte (Emiratos) son muy atrasados. Aunque los Estados del norte están escasamente poblados, las condiciones generales y la infraestructura están poco desarrollados.
Al igual que todos los demás Estados del Golfo hay una explotación brutal de la mano de obra inmigrante en los Emiratos Árabes Unidos. Millones de trabajadores de Pakistán, India, Bangladesh, Nepal, Filipinas, y de otros países del Golfo se emplean con muy magros salarios. La mayoría de estos trabajadores son no cualificados y se les paga entre 500 a 750 dírhams ($135 - $ 190) por mes. Se ven obligados a vivir en campos de trabajo fuera de las ciudades, donde de 8-12 personas viven en una habitación pequeña, y en promedio 50 personas comparten un baño y 100 comparten una estufa. Antes de viajar durante una hora para llegar a la ciudad o lugar de trabajo a las 8 de la mañana, los trabajadores se despiertan a las 4 y se colocan en las colas para los baños y luego para el desayuno. Un día de trabajo de 12 horas se puede prolongar hasta 16 o 18. Millones de trabajadores soportan esta esclavitud en condiciones inhumanas sólo porque no tienen empleo en sus países de origen.
En 2005, la embajada de la India registró 500 suicidios de trabajadores de la India. Las razones de sus suicidios fueron largas horas de trabajo, malas condiciones de vida y los bajos salarios. Después de la publicación de este informe, los gobernantes de Dubai prohibieron a la embajada de la India la recopilación de estas estadísticas y ordenó que todos los incidentes de este tipo debían ser referidos como "accidentes". Todo lo que los trabajadores inmigrantes pueden hacer es tolerar todo esto en silencio, ya que si existen protestas por ello, esto puede derivar en la deportación a sus países de origen, donde la vida es igualmente miserable.
Muchos economistas "neo-liberales" consideran la cruel política de los Emiratos Árabes Unidos un lugar ideal donde no hay control sobre la explotación capitalista, mientras que a los trabajadores no se les permite la actividad sindical y la exigencia de sus derechos. A pesar de ello se han producido protestas e incluso huelgas que han sido brutalmente aplastadas, y a los medios de comunicación no se les permite informar sobre ellas.
En marzo de 2006, los trabajadores de la construcción en el Burj Jalifa (el edificio más alto del mundo) organizaron una protesta violenta cuando los autobuses para transportarlos a los campos de residencia no llegaron a tiempo. Los trabajadores enojados golpearon al personal de seguridad y dañaron decenas de vehículos. Protestas como ésta, por parte de los trabajadores de la construcción que trabajan bajo el calor abrasador, son comunes. Con el fin de ayudar a los trabajadores, los gobernantes de los Emiratos han introducido una regulación para no permitir trabajar al aire libre cuando la temperatura es superior a ¡50 grados centígrados! Los medios de comunicación, sin embargo, fueron instruidos para no informar de la temperatura cuando pasa por encima de los 50 grados, por lo que los trabajadores se ven obligados a trabajar incluso bajo 55 grados. Del mismo modo existe una legislación para descansar desde el mediodía hasta las 3 de la tarde durante la temporada de calor. Pero no hay ningún lugar para descansar en los lugares de trabajo, ni las empresas ofrecen ningún tipo de transporte para llevar a los trabajadores a sus campos de residencia durante ese tiempo.
Toda esta legislación es un engaño por parte de los gobernantes para satisfacer a sus amos europeos "democráticos”, que se muestran a veces "conmocionados y horrorizados" por la brutal y desnuda explotación llevada a cabo por sus agentes. En 2006, cuando el negocio inmobiliario y la construcción estaban en su apogeo, se registraron más de 25 protestas. Después de la crisis mundial de 2008, este negocio fue a la quiebra en Dubai en 2009. Los precios inmobiliarios se desplomaron en un cincuenta por ciento después de la quiebra de la constructora estatal Dubai World.
Ahora, los gobernantes de los Emiratos están comenzando a invertir miles de millones de dólares en diferentes proyectos. El 23 de mayo de 2013, The Financial Times expresó su preocupación por el aumento de las protestas de los trabajadores con la llegada de los proyectos de construcción. El 21 de mayo de 2013, los trabajadores de la empresa constructora Arabtec se declararon en huelga exigiendo un aumento en sus salarios. Esto detuvo el trabajo de construcción en la Terminal 2 del Aeropuerto de Dubai y de algunos otros proyectos en Abu Dhabi. La gestión puso fin a la huelga después de dos días y de la deportación de cientos de trabajadores que estaban al frente de la huelga. Esto demuestra que la explotación salvaje del Capital se ha convertido en insoportable para los trabajadores inmigrantes.
Sin embargo, este sistema capitalista en descomposición necesita aún más la explotación con el fin de mantener sus tasas de ganancia. Una combinación de opresión y de reformas ha permitido hasta ahora a la élite gobernante reaccionaria de los Estados del Golfo continuar con su saqueo de la inmensa riqueza de los recursos naturales, como el petróleo y el gas, generada por los trabajadores inmigrantes. Pero ellos están aterrorizados por la revolución árabe y el comienzo de los movimientos de los trabajadores europeos y norteamericanos.
Los gobernantes de los Emiratos, junto con la monarquía saudí, están haciendo todos los esfuerzos para ahogar los movimientos revolucionarios de Egipto y de Siria en sangre y reacción. Están aterrorizados del éxito de un movimiento obrero en todos los países. La abolición del capitalismo en cualquier país vecino desataría una ola revolucionaria que despertaría a las masas de toda la región, y destruirían el capitalismo y a los gobernantes despóticos de todo Oriente Medio. Al igual que sus amos imperialistas, están perdiendo la confianza en su sistema en descomposición.
Con el fin de apoyar a este sistema decadente, los gobernantes de los Emiratos han puesto en marcha proyectos por valor de cientos de miles de millones de dólares, incluyendo una pista de carreras de Fórmula Uno y el Ferrari World en Yas Island. Los gobernantes de Dubai también están tratando de ser la sede de la Expo Mundial 2020. Su éxito daría lugar a un nuevo boom de la construcción.
Aunque la tasa de crecimiento anual de los Emiratos Árabes Unidos es del 4%, siendo una parte del sistema global, todos estos países están vinculados con las perspectivas de crecimiento de la economía mundial. Una profunda crisis económica mundial daría lugar a un debilitamiento de estas economías y ni siquiera las enormes inversiones estatales serían capaces de salvarlos.
Los movimientos de los trabajadores de todo el mundo también están teniendo su efecto en estos países y grandes acontecimientos pueden desarrollarse en el próximo período. En determinadas condiciones, no se puede descartar un movimiento de masas de los trabajadores inmigrantes. Las protestas en Kuwait muestran el creciente descontento en la región. Tarde o temprano, la presión del resto del mundo desatará este tipo de eventos en los países del Golfo que hará el camino más fácil para los movimientos revolucionarios en el futuro.