El Militante.- ¿Por qué te presentas a las elecciones?
Xaquín García Sinde.-
Porque creo que la alternativa que la socialdemocracia nos ofrece a los
trabajadores no sirve. Zapatero tomó algunas medidas progresistas que,
por supuesto, a mí me parecen bien, como la retirada las tropas de Irak
o la ley de matrimonio homosexual, pero una política de izquierdas es
otra cosa, es una política que redistribuye la riqueza, y eso no está
pasando; al contrario, la situación social de la clase obrera siguió
empeorando estos últimos cuatro años, como demuestra el dato de que el
peso de los salarios en la renta nacional bajó del 48'1% en 2003 al
46'4% en 2006, continuando la tendencia descendente iniciada con el PP.
Zapatero se limita a lo que es posible dentro del capitalismo, y
actualmente lo posible es muy poco, y todavía será menos cuando la
situación de la economía capitalista empeore. Por tanto, creo que
existe un espacio político a la izquierda del PSOE, pero sólo lo
podremos aprovechar si defendemos consecuentemente una alternativa
socialista. La única opción para IU es defender un programa
anticapitalista de transformación social. Para gestionar el sistema, ya
están los socialdemócratas.
EM.- Pero la principal preocupación de los trabajadores es evitar la vuelta del PP...
XGS.-
No es de extrañar que, viendo al PP, mucha gente piense que si ganase
el 9 de marzo vendría con ánimos muy revanchistas. Sería un error
subestimar el peligro de la derecha, que siempre es el principal
enemigo a batir, pero lo que hay que preguntarse es cómo podemos
realmente derrotarla.
Está más que demostrado que la derecha no gana si el electorado de
izquierdas está movilizado. Pero no se moviliza a ese electorado
haciendo una política económica esencialmente igual que la del PP, ni
entregándole Navarra, ni haciéndole concesiones a los obispos, ni
aparcando la despenalización total del aborto, ni compitiendo con el PP
por ver quién ilegaliza más a la izquierda aber-tzale. No se trata de
competir con el PP por el "centro", sino de demostrar que la izquierda
tiene una alternativa para que todo el mundo pueda llevar una vida
digna. Si la izquierda se desnaturaliza, provoca apatía y abstención.
Éste es precisamente el peor error de los socialdemócratas: su política
de reformismo sin reformas le abre el camino al PP. Por eso, la mejor
manera de evitar que un gobierno del PSOE gire a la derecha es que
exista una fuerza de izquierdas capaz de movilizar a los trabajadores
para demandarle que cumpla sus promesas.
EM.- En relación a IU y al PCE, ¿crees que existe la
posibilidad de avanzar no sólo electoralmente, sino también
organizativamente?
XGS.- Por supuesto. En la medida en
que asume el marco capitalista, la socialdemocracia es incapaz de
mejorar las condiciones de los trabajadores. Lo vimos con los 13 años
de gobiernos de Felipe González y lo volveremos a ver con Zapatero en
esta nueva coyuntura económica abierta el pasado agosto con la crisis
hipotecaria en EEUU.
Todos los problemas que se sufren pueden solucionarse, pero hay un
requisito: expropiar a los capitalistas. La alternativa no es favorecer
la iniciativa privada, sino nacionalizar los sectores fundamentales de
la economía y ponerlos bajo control obrero. El espacio político a la
izquierda del PSOE sólo se puede llenar diferenciándose claramente de
la socialdemocracia. Si IU y el PCE ofrecen una alternativa
revolucionaria frente a la decadencia del capitalismo, atraerán a los
jóvenes y trabajadores que están buscando un sitio desde donde luchar
contra el actual estado de cosas. Si sólo ofrecen una gestión "mejor"
del sistema, arrimarán agua al molino socialdemócrata.
EM.- Desde tu larga experiencia, ¿qué opinas del actual panorama sindical?
XGS.- Pues la verdad es que, si miramos a las cúpulas, es muy penoso.
Los dirigentes sindicales viven en otro mundo y no se enteran de lo que
pasa en las empresas. O, mejor dicho, no se quieren enterar porque,
incluso sin pisar un tajo ni hablar con los trabajadores, simplemente
analizando las estadísticas (evolución de los salarios y la inflación,
precio de la vivienda, precariedad, accidentes laborales...), se
constata que las cosas van a peor. Los dirigentes sindicales han
asumido una idea muy perniciosa: que si a las empresas les va bien, a
los trabajadores también nos irá bien. Esto es totalmente falso y lleva
a que se acabe más preocupado por las empresas que por los
trabajadores. La realidad es justo la contraria: las empresas se han
estado forrando todos estos años a costa de la sobreexplotación de los
trabajadores, a costa de que nos haya ido mal. Además, en el caso
particular de CCOO, hizo un daño enorme la política de despolitizar el
sindicato -que en realidad no es tal, sino la excusa de los burócratas
sindicales para marginar a los que defendemos un auténtico sindicalismo
de clase- aplicada tanto por Fidalgo como por su predecesor, Antonio
Gutiérrez. Tras dejar el cargo, Gutiérrez acabó siendo diputado del
PSOE. Lo que ya no tengo tan claro es dónde acabará Fidalgo.
A los hechos me remito. La política "realista" de los actuales
dirigentes no ha servido para evitar el deterioro de las condiciones de
vida y trabajo de la clase obrera. Hace falta una profunda
transformación de las direcciones sindicales. Y esa transformación
ocurrirá seguro porque la dirección de una organización no puede
permanecer alejada eternamente de su base social. Los ataques contra
los trabajadores que provocará el ciclo de descenso económico segarán
la hierba debajo de los pies de estos dirigentes. En las empresas hay
hoy una nueva generación que demandará un sindicalismo combativo, de
clase y democrático. Por eso, lo mejor que puede hacer quien vea la
necesidad de regenerar el movimiento sindical es organizarse
políticamente, para adquirir una sólida formación, es decir, una
comprensión de cómo funciona el capitalismo y cómo luchar contra él. En
este sentido, las ideas del marxismo son las únicas que pueden
proporcionar ese imprescindible bagaje teórico.
EM.- Se ve claramente una tendencia bastante general a recortar los derechos democráticos. ¿A qué crees que responde?
XGS.-
A que la burguesía se está preparando para una situación de mucha mayor
tensión en la lucha de clases. En realidad, la burguesía es democrática
solamente por conveniencia, o sea, cuando no le queda más remedio. Toda
la historia contemporánea demuestra que, cuando los derechos
democráticos de los trabajadores amenazan sus intereses fundamentales,
se olvida de la democracia y defiende sus privilegios con la violencia.
De aquí viene la actual tendencia a criminalizar cualquier postulado
político que la burguesía española no comparta: la revolución
venezolana, las luchas sindicales no encorsetadas por la burocracia
sindical, el derecho de autodeterminación de las nacionalidades
oprimidas, las expresiones antimonárquicas, etc. El encarcelamiento de
Cándido y Morala es un buen ejemplo de esto, como también, a otro
nivel, las campañas de mentiras y difamaciones orquestadas por el PP
contra la huelga de los trabajadores de la limpieza del Metro, los
médicos del hospital de Leganés o las clínicas abortistas. Pero el
auténtico objetivo de todos estos ataques es dificultar la lucha de la
clase obrera, que es la única amenaza real para el capitalismo.
EM.- Como marxista, ¿cuál es tu actitud respecto al parlamento?
XGS.-
Votar es muy importante, y yo animo a todos los jóvenes y trabajadores
a que el 9 de marzo vayan a votar IU, pero también tengo que decir que
votar no es suficiente porque los problemas de la clase obrera no se
solucionan en los parlamentos. Por supuesto, es mejor que haya leyes
que protejan a los trabajadores, pero por sí solas no bastan. ¿Cuántas
leyes laborales no se violan todos los días en múltiples empresas? Para
que nuestros derechos sean respetados tenemos que tener la fuerza
suficiente para obligar a los empresarios a que los respeten. Y esa
fuerza sólo la dan la organización y la lucha. A los trabajadores nunca
nadie nos regaló nada. Todos los avances los arrancamos con nuestro
esfuerzo y nuestra movilización, esfuerzo y movilización que también
serán las armas para recuperar el terreno perdido y que, además, deben
servir para preparar la lucha más importante, la que le dé una solución
definitiva a todos los problemas que sufre nuestra clase: la lucha por
el socialismo. En este proceso, los cargos políticos institucionales
son útiles si se utilizan como altavoces de las reivindicaciones
obreras, pero teniendo muy presente que no pueden convertirse en una
fuente de privilegios que haga que los representantes de la izquierda
alcancen un nivel de vida superior al de los trabajadores. Ya Marx
explicó que las condiciones de existencia determinan la conciencia. Por
eso yo creo que cualquier persona que represente a la izquierda en una
institución no debe cobrar un salario superior al de un trabajador
cualificado. Para ser un diputado obrero, hay que tener un sueldo
obrero. Si uno tiene un sueldo burgués, acabará pensando como ellos.
EM.- ¿Por qué participas en El Militante?
XGS.-
Recuerdo que la primera vez que compré este periódico fue en la
manifestación del Primero de Mayo de 1984 en Ferrol. Y lo recuerdo tan
bien porque me impresionó un artículo que analizaba las causas de la
crisis económica. Allí se explicaba lo que yo siempre había querido
entender y que hasta ese momento nadie había sabido explicarme. Y ésa
creo que es precisamente la mejor ayuda que me presta El Militante: una
explicación de los acontecimientos y, con ella, la inspiración y el
ánimo políticos para resistir en la batalla contra el capitalismo. Yo
animo a toda persona que esté de acuerdo con las ideas que defiende
este periódico, sea hombre o mujer, joven o viejo, obrero o estudiante,
nativo o extranjero, a que se una a EL MILITANTE y contribuya a la
tarea de acabar lo más pronto posible con este sistema, que ha
convertido la vida de la inmensa mayoría de la humanidad en una
pesadilla cotidiana y que incluso empieza a ser una amenaza para la
vida en el planeta. Creo que hoy están más vigentes que nunca las
palabras de Rosa Luxemburgo: socialismo o barbarie. El resultado
depende de todos nosotros.
Carta abierta de Xaquín García Sinde
Source: El Militante