Lamentablemente el Gobierno se muestra impotente ante el avance de la enfermedad. Pide a la población que “se prepare para los momentos más duros”, mientras que los datos arrojados por el Ministerio de Sanidad confirman estas previsiones. Por su parte, la derecha carece de alternativas, limitándose a hacer simple demagogia. De hecho, su política de recortes y privatizaciones durante la etapa de Rajoy, y durante décadas en la Comunidad de Madrid y otras, ha sido en gran parte responsable del lamentable estado actual de la sanidad pública.
Desde la corriente marxista Lucha de Clases defendemos que, ante el desastre anunciado, deben redoblarse las medidas. No compartimos la actitud reflejada por el Gobierno, que se muestra preso de su ala más conservadora y procapitalista representada por la ministra Nadia Calviño, de mostrar una mayor preocupación por mantener en funcionamiento el sistema que por la salud. No decimos esto de forma gratuita. Si realmente lo importante es salvar vidas, no se entiende que exista un protocolo militarizado para mantener a la ciudadanía en confinamiento y, por contra, que se deje al libre criterio empresarial la decisión de quién sigue yendo al puesto de trabajo y quién no.
Por supuesto después del anuncio de las medidas económicas, cada capitalista está haciendo sus cálculos para encontrar la mejor manera de salvar su dinero, por encima de cualquier otra consideración. Como hemos analizado, todas ellas representan un paquete de esperanza para la burguesía de salir de la mejor manera (dentro del desastre general que ya anuncia el FMI), junto a unas migajas que en el mejor de los casos conllevan la posibilidad de moratorias de pagos de deudas bancarias (y no su cancelación) e ir al ERTE con una merma que supone más de un 70% del salario. Esto en sí mismo explica el carácter de las medidas tomadas, indicando quién salvará lo que pueda y quién está condenado de antemano. En los próximos días veremos el aluvión que caerá sobre la clase trabajadora, fruto de los ERTEs y EREs que ya ultiman las grandes empresas. Por otro lado, la pequeña burguesía representada por pequeños talleres, minoristas, transportistas, etc... no tiene más perspectiva que la ruina.
Calviño ha anunciado que han “empezado a trabajar” con patronal y sindicatos el plan para los colectivos más vulnerables fuera de los programas de protección, pero… ha advertido literalmente que dicho plan “está muy verde”. Mientras tanto, la ministra se ha visto confrontada directamente con la idea del “cierre total”. Sus palabras han sido claras: “hay que lograr que España no se pare”. Por ahora está claro que este sector del Gobierno es el que lleva la vara de mando, haciendo que el resto del mismo, Unidas Podemos (UP) incluida, acate con disciplina cuartelera sus directrices generales.
Para la clase trabajadora el panorama que se abre es altamente dramático. En el ambiente se respira no sólo la preocupación lógica por el avance de la enfermedad, sino una perspectiva de paro masivo y recortes a todos los niveles. El FMI ya ha anunciado que el impacto económico de esta crisis será mucho peor que el causado por la debacle financiera del 2008, y los trabajadores recuerdan muy bien qué significó todo aquello para las condiciones laborales.
Desde Lucha de Clases defendemos que si el Gobierno y patronal se niegan al cierre total para mantener sus cuentas, la clase trabajadora debe tomar medidas excepcionales, actuando por su propia iniciativa y llegando a la huelga si fuera necesario.
Ante el caos sanitario, que no es más que una herencia de las políticas de recortes llevadas a cabo en el período anterior, no cabe otra medida que reforzar la parada de toda actividad, dejando en funcionamiento sólo los sectores esenciales: sanidad, energía, alimentación y logística de alimentos y fármacos. La prioridad absoluta debe ser la salud de la población, por encima de los criterios económicos que marcan por ahora la agenda del Gobierno, como decíamos, sometido al punto de vista del sector calviñista.
Los Comités de Empresa y los distintos niveles de los Sindicatos, deben implicarse en la elaboración de un plan propio de emergencia, decretando el cierre total de la actividad no esencial y reduciendo al mínimo necesario la producción del resto. Esta es la única manera de contener la situación de emergencia, ya que los trabajadores sanitarios en este momento no disponen de los medios suficientes para afrontar el tsunami que se está preparando, ya anunciado por Sánchez. A la vez exigimos al gobierno que debe:
- Asegurar el pago por parte de los empresarios del 100% del salario de los trabajadores inmovilizados.
- Si los patrones no pagan, las empresas deben ser expropiadas y permanecer bajo control obrero tras la crisis.
- Nacionalizar sin indemnización todo el sector privado de la sanidad.
- Nacionalizar la banca y sectores estratégicos de la economía.
- Defender que esta crisis no la paguen los trabajadores, sino quienes han estado lucrándose durante estos años de ajuste permanente.
La clase trabajadora debe tomar el control de la situación mediante la formación de comités de emergencia en cada sector, tomando en sus manos la potestad de reorganizar la producción esencial en base puramente a criterios de seguridad laboral. Es necesario exigir la apertura de las cuentas de las empresas para destinar todos los beneficios del período de recuperación anterior a afrontar los costes de la crisis. Si estas medidas no se toman, entonces el caos será mayor y empezarán a cerrarse sectores incluso estratégicos por la fuerza de los acontecimientos, poniendo en peligro real el abastecimiento básico.
Prevenir la situación de caos es esencial para no empeorar la situación. Los criterios capitalistas son los que están poniendo en peligro no sólo la salud sino la vida de millones de personas. En estos momentos, sólo los intereses de la clase trabajadora, a escala internacional, pueden poner remedio urgente a la situación y poner las bases posteriores para la reconstrucción mediante un plan general en interés del conjunto de la sociedad.
Las tareas actuales nos ponen por delante la necesidad de transformaciones tan profundas que hay que desalojar de los cálculos políticos del ala izquierda del Gobierno todo atisbo de enfoque capitalista. La disciplina cuartelera lograda por Calviño ni beneficia a la izquierda ni a la clase trabajadora, y no representa más que la idea de aguantar el dolor causado por la enfermedad. Si el sector más a la izquierda, representado por UP, no rompe dicha disciplina aparecerá en el futuro inmediato ante las masas afectadas como cómplice del resultado.
La derecha política está frotándose las manos pensando en los réditos que podrán sacar del desastre general. Demagógicamente están agitando con el “cierre total” sabiendo que el Gobierno no se atreverá a dar este paso. La diferencia abismal con la postura que defendemos es que el cierre debe ser controlado por Comités Obreros de Emergencia, que después de la crisis deben dirigir la salida del caos capitalista. Un Gobierno socialista debe estar al lado de estos organismos, ayudando a su coordinación y sometiéndose a la iniciativa de la clase obrera.