Un factor que es muy importante destacar respecto a la pasada campaña electoral y la contienda del 2 de julio, son las lecciones que todos los trabajadores debemos sacar al respecto. Sin soslayar estos episodios, es preciso destacar que la lucha contra la política de la burguesía no termina en las elecciones pasadas ni en la lucha contra el fraude. Mas temprano que tarde la burguesía acometerá contra nuestros intereses intentado ataques para eliminar las conquistas que aun perduran en la Ley Federal del Trabajo, para tratar de privatizar el sector energético, para continuar con los despidos y el deterioro de los salarios, etcétera.
En ese contexto resulta necesario reflexionar sobre el papel del PRD y, en todo caso, el tipo de partido que necesitamos los trabajadores de la ciudad y el campo de cara a lucha en defensa de nuestros intereses. Hacer una evaluación sobria y compañera respecto a la trayectoria del PRD en la pasada contienda electoral nos puede servir para ubicar los puntos vulnerables que limitan al partido para trasformase en una fuerza política que pueda obtener el mejor provecho posible para la lucha contra los empresarios y banqueros, en beneficio de los sectores explotados. Ubicar y analizar claramente las limitaciones de las organizaciones por medio de las cuales se expresan masivamente los trabajadores, en este caso el PRD, debe ser el punto de partida para su fortalecimiento.
La perspectiva de fraude electoral
El odio acumulado entre las masas desposeídas contra de Fox, un movimiento obrero en ascenso al lado de la debilidad del régimen, y como colofón la extraordinaria lucha contra el desafuero la cual se tradujo en una importante derrota mas para la burguesía, dejaron en claro que el PAN sólo se podría mantener en el poder por seis años mas por medio de un monumental fraude; que por consecuencia dicho fraude sólo podía ser derrotado por medio de la acción organizada de los trabajadores movilizándose y formando comités contra el fraude desde meses antes de las elecciones.
Esos comités tendrían las tareas de desarrollar actos políticos y organizar la respuesta del pueblo ante convocatorias masivas; pero también esos comités deberían organizar grupos de vigilancia para impedir la compra de credenciales electorales y la coacción del voto por medio de, por ejemplo, programas como "oportunidades". Por ejemplo, esos grupos de vigilancia también pudieron haber actuado el propio 2 de julio neutralizando la estrategia del PAN para comprar representantes de casilla del PRD.
En síntesis, si se hubiera lanzado una política de parte del PRD para no sólo apelar a las masas a actos de campaña o pintar bardas, sino también para organizar desde meses antes de las elecciones comités contra el fraude y desarrollar acciones contundentes, en estos momentos otro gallo le estaría cantando al PAN y a la Burguesía. Esta última reflexión nos permite afirmar lo siguiente: es totalmente contundente e innegable el hecho de que el triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no está siendo reconocido por Fox y por la burguesía y que pretenden imponer por medio del fraude electoral a Felipe Calderón. Pero también es necesario señalar aquellos aspectos que, a partir de la política de la dirección del PRD, le permitieron al PAN maniobrar con miras al fraude lectoral.
Un elemento es el que ya hemos mencionado: la falta de convocatoria con meses de anticipación a las elecciones para la acción organizada de las masas obreras y campesinas por medio de comités contra el fraude. Pero la participación organizada de estos sectores hacia el PRD es algo a lo que en los hechos la dirección del partido ha renunciado desde hace años. Prácticamente los comités de base del PRD no existen; si esta clase de comités tuvieran una vida regular, el partido habría contado con una estructura a nivel de cada barrio, cada colonia, cada ejido y comunidad haciendo trabajo constante organizando a la gente y preparándola, por medio de diferentes luchas locales, regionales y nacionales contra la política de Fox, para la contienda electoral. Un trabajo de impulso, con tiempo suficiente, hacia la construcción de comités de base habría arrojado, entre otros resultados, una presencia por mucho superior a la que actualmente tiene el PRD en los estados del norte del país.
La necesidad de la existencia de Comités de Base
Ante el vacío a consecuencia de la práctica inexistencia de los comités de base del PRD, el partido optó por la conformación de las Redes Ciudadanas; si bien es cierto que miles de simpatizantes del PRD respondieron de forma entusiasta a este llamado haciendo toda clase de sacrificios para impulsar el voto a favor de AMLO, es necesario admitir que una estructura que fue creada en medio de la coyuntura electoral no puede sustituir a otra, la de los comités de base, que formalmente está llamada a ser mas estable. ¿Y en que se traduce la estabilidad?: en mas firmes raíces en la respectiva localidad, en el entrenamiento de los militantes de base en la lucha y en diferentes tareas organizativas, en la conformación de equipos de militantes de base mas cohesionados y mejor coordinados y, además, en una mayor capacidad de respuesta, además de oportuna, ante los diferentes problemas y cuestiones relacionadas con la lucha política. Por consecuencia, una política sólida y oportuna para la integración de comités de base necesariamente habría llevado al PRD en mejores condiciones a las elecciones y con muchas mejores posibilidades para neutralizar el fraude.
Hay casos verdaderamente destacados donde las Redes Ciudadanas lograron tener un papel importante en las elecciones, tal es el caso de Hidalgo, estado donde lo militantes de base y simpatizantes del PRD, bloqueados por el control del expriísta y ahora senador electo por el PRD, Guadarrama, sobre la estructura estatal del partido, se expresaron por medio de las redes y, a pesar del coordinador enviado desde el DF y del mismo Guadarrama, lograron trasformarse en un factor para que Hidalgo fuera arrebatado del voto priísta, arrojando para AMLO una destacada victoria en este punto del país.
No obstante, esta no fue la tónica general en el resto del país. A las redes se les dio la tarea de reclutar a los representantes de casilla, no obstante el objetivo se cubrió en un 70%, dejando un 30% de casillas descubiertas principalmente en estado del norte del país, zona encargada para la coordinación de dichas redes a los expriístas Camacho Solís y Socorro Díaz. En estos casos hubo situaciones extremos tales como Nuevo León donde el PRD tuvo representantes en el 31% de las casillas, en Sonora la representación llegó al 49% y en Jalisco se cubrieron el 51% de casillas (Proceso 090706)
Insistimos: una estructura formada de forma coyuntural no puede sustituir el papel para el cual deben estar llamados los comités de base. Pero esa política, la de no impulsar la participación organizada y de forma estable de las masas obreras y campesinas, también refleja la visión de una dirección para la cual los millones de simpatizantes del PRD sólo tienen razón de ser en los periodos de elecciones. Este es un error que se tiene que enmendar pues la lucha contra la burguesía y el régimen es de todos los días, porque si bien ahora estamos luchando contra el fraude electoral y hace un año lo hicimos contra el desafuero, la lucha no termina ahí: en la lucha contra el intento de Fox por imponerle IVA a alimentos y medicamentes la presencia del PRD movilizándose en las calles fue prácticamente nula, lo mismo sucedió en las luchas contra la privatización de la industria eléctrica y en defensa del régimen de pensiones de los trabajadores del IMSS, etcétera.
Ante estos acontecimientos la dirección del PRD ha optado por la lucha parlamentaria (punto que no es precisamente el más fuerte del PRD dado que la mayoría en las cámaras la conforman la alianza de facto entre el PAN y el PRI) y ha desperdiciado todo el raudal de fuerzas que significaría la participación organizada de sus millones de simpatizantes. Esta situación no puede seguir siendo así, debemos luchar por un PRD de lucha y que no únicamente actúe en periodos electorales, por eso debemos exigirle a la dirección del partido que impulse una política firme de afiliación masiva hacia el PRD y la creación de comités de base en todo el país, así como la convocatoria al apoyo en las calles hacia los diferentes sectores en lucha.
Basta de alianzas con expriístas y expanistas
Otro aspecto que vulnera al PRD es la política de alianzas. Por supuesto que estamos de acuerdo con las alianzas con la izquierda, tal es el caso del PT. Pero este principio no aplica a Convergencia partido creado y dirigido por el expriísta Dante Delgado y el cual está lejos de ser considerado como una agrupación de izquierda. Pero no sólo ello, ¿qué clase de fortaleza puede ofrecer la alianza con un partido minúsculo como Convergencia? ¡Pues la misma fortaleza que puede ofrecer la alianza entre un elefante y una hormiga!
Bajo el argumento de lograr mas votos se plantea esta política de alianzas, sin embargo la realidad, y más a raíz de los resultados logrados electorales logrados el pasado 2 de julio, indica que esa táctica es totalmente incorrecta. En Jalisco contendió al frente del PRD por la gubernatura del estado el expriísta Enrique Ibarra, y no logró ni el 8% de los votos. En Guanajuato, donde el empresario expanista Ricardo García Oceguera contendió por el PRD para la gubernatura de ese estado, los resultados también fueron abrumadoramente desfavorables para este candidato el cual sólo alcanzó menos del 11% de los votos.
Obviamente esa clase de alianzas, al crear una enorme confusión, más que favorecer al AMLO en la intención del voto, lo desfavorecieron. De hecho en Morelos se manifestó un fenómeno que debe ser analizado detenidamente: en dicho estado el PRD ganó, salvo dos diputaciones locales, prácticamente todos los escaños de la cámara de diputados local, sin embargo el candidato del partido a la gubernatura, el expanista Martínez Cué, fue derrotado al lograr sólo el 31% de los votos. Esta forma tan peculiar con la que se comportó el voto perredista en Morelos en buena medida refleja un cuestionamiento hacia la política de alianzas del PRD. El pasado 2 de julio también debe ser interpretado como el reflejo de la bancarrota de la política de alianzas impulsada por la dirección del partido.
Los militantes y simpatizantes del PRD debemos pronunciarnos por una política de alianzas distinta a la que ha impulsado la dirección en los últimos años y que le está haciendo pagar una factura muy cara al partido. En todo caso la política de alianzas debe orientarse hacia los sindicatos y demás organizaciones sociales de izquierda. Y se debe de tratar de una alianza que no sólo sea pensada en función de las coyunturas electorales, sino en relación al contexto general de la lucha de clases la cual exige del PRD, los sindicatos y el resto de agrupaciones de izquierda, la acción unificada para frenar los diferentes ataques de la burguesía.
El costo de la política de derecha
Tanto en la contienda del 2 de julio como en los diferentes procesos electorales en las que ha participado el PRD, el voto hacia este partido refleja antes que cualquier cosa las expectativas de los trabajadores por un gobierno diferente a los del PRI o en PAN. Esta Aseveración es valida tanto a nivel municipal, como estatal y federal. Sin embargo, lamentablemente esto no siempre sucede así cuando por medio del PRD algunos dirigentes logran ponerse al frente de algunos gobiernos, ya sean municipales o estatales.
Hay casos muy claros donde una política de izquierda dista mucho de ser la que se está aplicando. Por mencionar algunos casos, no referiremos a los gobiernos de Guerrero, Michoacán y Zacatecas. En Guerrero, gobernado por el PRD con el empresario Zeferino Torreblanca al frente, la problemática del campo no ha mejorado ni siquiera moderadamente; al igual que los anteriores gobernadores priístas, Zeferino Torreblanca ha enfilado prácticamente todos las baterías de su gobierno a favorecer el desarrollo de la infraestructura turística de Acapulco e Ixtapa Zihuatanejo, dejando en segundo lugar las necesidades mas imperiosas de una población que se ubica entre las mas pobre de todo el país. En mucho esta política explica las razones por las cuales el voto en Guerrero obtenido en el pasado 2 de julio (532 mil 478 sufragios para AMLO) bajó en relación a la anterior contienda por la gubernatura del estado (585 mil 666 votos para Zeferino) La caída fue de 52 mil 918 votos, nos obstante ello Zeferino Torreblanca no tardo un solo minuto, ante los llamados del candidato perredista a la presidencia para luchar contra el fraude, en anunciar públicamente que él no apoyaría los llamados de AMLO.
En Zacatecas, gobernado por Amalia García, quien es muy cercana a Fox, su actitud, por ejemplo, ante el magisterio zacatecano ha sido la misma que podría tener un gobierno del PAN o del PRI en caso de gobernar ese estado: cerrazón y nula respuesta ante las demandas. Un trato muy similar han recibido los trabajadores de la Universidad de Zacatecas. Y en este caso, al igual que en Guerrero, esta política ha hechos estragos y se ha reflejado en los resultados de las elecciones: en Zacatecas el PAN, durante la contienda del 2 de julio, duplicó sus votos en relación a las elecciones estatales del 2004 que le dieron el triunfo a Amalia García. Comparados los votos recibidos por la actual gobernadora, los sufragios a favor de AMLO registraron una caída de 50 mil 576 votos.
También en Michoacán los votos del PAN se duplicaron en relación a la elección local del 2001 que llevo a Cárdenas Batel a la gubernatura del estado. Y a la inversa, de 2001 a 2006, el voto del PRD bajó de 561 mil votos 785 a 532 mil 748. Eh ahí el costo de una política en la cual Cárdenas Batel prácticamente se trasformó en el principal publicista de la imagen de Fox en Michoacán, misma política que derivó en que el gobierno de este estado apoyara con sus cuerpos policíacos la acción represiva articulada por Fox contra los trabajadores de Sicartsa, dejando dos muertos entre los mineros en el pasado mes de abril.
En esos estados, a pesar de que la elección la ganó AMLO por un margen moderado, el resultado del pasado 2 de julio debió ser aplastantemente favorable para el PRD. Sin embargo no fue así y el costo ha sido el de otorgarle a Fox y al IFE un importante margen de maniobra para tratar de imponer el fraude. Una política de izquierda claramente orientada hacia las necesidades mas sentidas de los trabajadores y campesinos, habría significado encasillar el voto del PAN y del PRI entre los sectores acomodados de esos estados los cuales, dichos sea de paso, significan una ínfima minoría.
Por una política socialista para el PRD
La prácticamente inexistente participación organizada de los simpatizantes y militantes de base del PRD por medio de comités de base, la política de alianzas con expriístas con fuertes vínculos en el pasado con Salinas y Zedillo (política que ahora se ha extendido hacia algunos empresarios y expanistas) y la política de derecha de algunos gobiernos municipales y estatales perredistas, no son un accidente. Son producto del reformismo, o sea de una política que cree que los problemas de pobreza y desempleo se pueden solucionar sin afectar los intereses de los capitalistas. Eso a todas luces es imposible, las fortunas amasadas por los banqueros y los empresarios están en función de una explotación cada vez más salvaje sobre la clase trabajadora.
Por consecuencia, salir de la barbarie en la que nos hace vivir la burguesía sólo puede ser obra de una política que llame a los trabajadores a luchar por mejores salarios y más empleo, pero que al mismo tiempo plantee la expropiación de los principales resortes de la economía para ponerlos bajo el control democrático de la clase trabajadora. Una política que no rompa con el capitalismo, hace presa fácil a cualquier organización o partido obrero de todo tipo de distorsiones. Este es el caso del reformismo, la cual es la política dominante entre la dirección del PRD. Para un reformista no es de interés organizar a los trabajadores de forma estable porque piensa que la lucha parlamentaria es suficiente; para un reformista no importa una política que lo acerque al régimen burgués porque piensa que se puede llegar a algunos acuerdos que "favorezcan" a los pobres (Fox antes que nada representa los intereses de la clase explotadora, en el mejor de los caso lo único que se puede lograr de él son algunas migajas para los pobres que no solucionan nada, pensar que se puede obtener algo mas de un gobierno burgués es como creer que un tigre estaría dispuesto a cambiar su dieta de carne por lechuga); un reformista prefiere basarse en alianzas con expriístas y expanistas en ligar de las alianzas con los sindicatos y demás organizaciones populares ante el temor de que estas últimas agrupaciones le fuercen a lanzar iniciativas políticas mas allá de lo que él está dispuesto a ir.
Lo lamentable de todo ello es que quienes tienen que pagar los platos rotos del reformismo somos los trabajadores, pues esta política se trasforma en un freno que impide que nuestras organizaciones pueda capitalizar con toda plenitud todas su fuerzas. En estos momentos, tal como lo hicieron en la lucha contra el desafuero, las masas están dando muestras mas que evidentes de su fortaleza, un par de ejemplos mas que sobrados es la capacidad de respuesta que han demostrado en las gigantescas movilizaciones contra el fraude electoral convocadas por AMLO del 8 y 16 de julio.
La fuerza demostrada en esas movilizaciones nos permite afirmar con toda certeza que la situación es extremadamente favorable no sólo para revertir el fraude electoral, sino además para derrocar a Fox y de paso expropiar a los banqueros y empresarios. Por ejemplo, una medida que demostraría quien es quién en la lucha de clases y que pondría las cosas en su lugar de cara a los intereses del proletariado, sería la convocatoria a una huelga política que seguramente estrujaría al régimen. Sin embargo, el freno para todo ello y para aplicar medidas que de una vez por todas pongan fin a la barbarie capitalista el es el reformismo. Es necesario que AMLO retome una política de plena confianza hacia las masas y que plantee la superación del capitalismo como régimen social, pues el reformismo, por muy buena voluntad que se tenga, no impide que la burguesía continúe clavando su rodilla sobre la espalada de los trabajadores. Pero este asunto, la necesidad de un programa socialista para el PRD, tiene que ser tomado con las dos manos por los trabajadores de la ciudad y el campo. Por ello debemos organizarnos por medio de comités de base sin necesidad a esperar a que la dirección del partido los convoque. Y al mismo tiempo debemos de luchar para construir una corriente de izquierda socialista que pugne por un programa de clase para el PRD y que sea capaz de aglutinar a todos aquellos que pensamos que el PRD debe ser ante todo un instrumento de lucha al servicio de la clase trabajadora y sus intereses.