Continúan las tormentosas manifestaciones callejeras en Irán y cobran fuerza. Los manifestantes anti-gobierno celebraron otro gran acto hoy (miércoles) en el centro de Teherán, que, a juzgar por las fotografías que acabamos de recibir, ha empequeñecido las masivas manifestaciones de los últimos días. Desafiando de nuevo los llamamientos del ayatolá Alí Kamenei, el líder supremo, a no salir a las calles. Frente a estas enormes protestas, el régimen gobernante en Teherán se ve empujado en direcciones contrarias.
A última hora del martes, el ayatolá Kamenei se reunión con los cuatro candidatos que se presentaron a las elecciones del viernes y les pidió que mantuvieran la calma. Dijo que nadie debía hacer nada que creara tensión y que todos debían dejar claro que las tensiones y los disturbios no son sus demandas. Dijo que si era necesario recontar algunos votos, se haría en presencia de los representantes de los candidatos. Pero los manifestantes no han hecho caso a los llamamientos.
El gobierno, claramente nervioso, ha suprimido todos los instrumentos de información, incluidos los mensajes de texto, las redes sociales y otros lugares de internet, en un intento de evitar que la oposición organice actos. Pero un nuevo síntoma de las divisiones en la dirección de Irán es el hecho de que el ministro de interior ordenara una investigación sobre el ataque a los estudiantes universitarios que dicen fue cometido por la milicia y la policía. Eso llega un día después de que el influyente portavoz parlamentario, Alí Larijani, condenara el asalto a los dormitorios de la Universidad de Teherán.
Las manifestaciones se encuentran con la simpatía de la población. Sin embargo, hoy hubo nuevos signos de medidas duras. Los grupos pro derechos humanos dijeron que por lo menos 100 personas fueron arrestadas en la ciudad de Tabriz, un centro histórico de la protesta y feudo de Mousavi. Mientras tanto, el fiscal general de la provincia central de Isfahan avisó de que aquellos que están detrás de los disturbios poselectorales podrían enfrentarse según la ley islámica a la pena de muerte.
Llegaron también noticias sin confirmar que Mohammad Asgari, que era responsable de la seguridad de la red tecnológica en el ministerio de interior iraní, murió ayer en un sospechoso accidente de coche en Teherán. Asgari había dicho que se podía demostrar que Mousavi había ganado con casi 19 millones de votos y por tanto sería presidente.
La Guardia (contra) Revolucionaria dijo que las webs de noticias y blogs estaban alentando los disturbios extendiendo mentiras, falsas acusaciones y organizando desórdenes públicos. La guardia dijo que estos "centros organizados" eran apoyados por empresas norteamericanas y canadienses, y por medios relacionados con los servicios de inteligencia estadounidense y británico. Este intento burdo de vincular las protestas con el imperialismo norteamericano es tan estúpido que no necesita comentarios. El problema de las autoridades es que estas protestas no tienen un "centro organizado" que se pueda arrestar. El carácter espontáneo es tanto su mayor fuente de fuerza como su mayor debilidad.
Testigos presenciales
Los seguidores de Ahmadinejad intentan desesperadamente movilizarse. Celebraron su propia manifestación en Val-y-Asr Square. La televisión mostraba cómo estaba organizada, una masa de personas traídas en autobús desde fuera de Teherán. Muchos de los manifestantes eran de mediana edad y parecían carecer de la determinación de sus rivales. Parecía un asunto rutinario con consignas predecibles en las pancartas: "Muerte al traidor", "Muerte a todo el que esté contra el líder supremo".
Los medios de comunicación oficiales debidamente publican informes de esta manifestación pro-régimen. Pero no dicen ni una palabra de la manifestación de la oposición el lunes o de las manifestaciones en Shiraz, Mashad, Babol y Tabriz. La mayoría de los iraníes no conocen estos acontecimientos, gracias a la infatigable labor de los censores de Ahmadinejad.
En The Independent encontramos hoy un artículo titulado: El miedo ha desaparecido de una tierra que ha probado la libertad, escrito por Robert Fisk. En él nos da un interesante relato de un testigo presencial sobre el comportamiento de las Fuerzas Especiales Iraníes cuando se enfrentaron a dos manifestaciones hostiles de manifestantes y la Guardia Revolucionaria (Basiji) de Ahmadinejad:
"'Por favor, por favor, mantened a los basiji alejados de nosotros', decía una señora de mediana edad a un oficial de las fuerzas especiales con casco, cuando aparecieron las milicias de la República Islámica con sus pantalones de camuflaje e impolutas camisetas blancas a unos metros de distancia. El oficial sonrió. ‘Con la ayuda de Dios', dijo el oficial. Otros dos policías fueron aupados a hombros. ‘Tashakor, tashakor', ‘gracias, gracias', bramaba la multitud ante ellos.
"Fue fenomenal. Las fuerzas armadas especiales de la República Islámica, hasta ahora siempre aliados de los Basiji, estaban dispuestas por una vez, eso parecía, a proteger a todos los iraníes, no sólo a los secuaces de Ahmadinejad. El precedente de esta repentina neutralidad es conocido por todos, fue cuando el ejército del Sha se negó a disparar a los millones de manifestantes que exigían su derrocamiento en 1979".
Este extraordinario informe, junto con el de ayer del mismo periodista, demuestra el grado de ebullición alcanzado por la revolución y que ha afectado a la moral de las fuerzas armadas, incluso a las fuerzas especiales de elite. Este es un acontecimiento muy preocupante para el régimen, que debe recibir horas diariamente y cada hora, arrojando dudas sobre su capacidad de basarse en las fuerzas armadas para reprimir el movimiento. ¡Se trata de una reminiscencia de 1979!
Fisk describe una escena extraordinaria cuando las dos manifestaciones se enfrentan entre sí:
"Policías de paisano, quizás conscientes de la gravedad de la situación que se habría provocado con su obediencia a los hombres de Ahmadinejad, persuadieron a hombres de mediana edad de ambas partes para que se encontraran en el centro de la carretera en medio de la estrecha plaza Vanak. El hombre de Mousavi, con una camiseta marrón, puso las manos alrededor de los brazos del barbudo oficial iraní. ‘No podemos permitir que esto suceda', le dijo. Intentó, como hace cualquier musulmán cuando quiere mostrar su deseo de paz y confianza, besar la mejilla de la cara de su oponente. El barbudo se deshizo de él lanzando improperios.
"Las dos filas de policía ahora estaban hombro con hombro, unidos sus brazos a la espalda, cuando miraron fijamente a sus propios compañeros contrarios con una preocupación cada vez mayor. Un estadounidense-iraní a unos pocos metros, le gritó en inglés: ‘vamos a demostrarles que ya no pueden hacerlo más. Que no pueden dominarnos. Necesitamos un nuevo presidente. O abren paso o lo haremos nosotros'.
"Asustaba la absoluta convicción de estos hombres, la negativa total a aceptar cualquier compromiso, una parte exigía obediencia a las palabras del ayatolá Jomeini y lealtad a los fantasmas de la guerra Irán-Iraq de 1980-1981, la otra, envalentonada por su manifestación de un millón del lunes, exigía libertades, aunque dentro de la República Islámica, algo que no había sucedido antes. Quizás ahora la policía está al otro lado, si el ejemplo de la última noche fue una indicación, bien de algún oficial veterano, o quizás de los propios policías, aterrados ante su comportamiento de los últimos cuatro días, que decidieron que las fuerzas especiales ya no serían más cabeza de turco ante el poder aterrador de los bravucones leales a Ahmadinejad.
"Esto aún no es una revolución para derrocar la República Islámica. Ambos sectores de manifestantes gritaban: ‘Allahu Akbar', ‘Dios en grande', la noche pasada en la plaza Vanak. Pero si las fuerzas de seguridad iraníes ahora están en medio del terreno, entonces para Ahmadinejad representa un verdadero problema".
En enero de 1905 el proletariado ruso hizo su primera aparición en la escena de la historia, llevando en sus manos iconos e imágenes de la Virgen María. Esto representaba la carga pesada del paso, mil años de vida estancada en las aldeas, donde el vodka y la Iglesia eran las únicas formas de alivio a al terrible trabajo pesado y la explotación. Cuando el campesinado ruso dejó la tierra en busca de una vida mejor en las ciudades, fue arrojado al caldero hirviente de la vida fabril, que revolucionó su perspectiva. Los prejuicios religiosos permanecían, pero no evitaron que los trabajadores rusos tomaran el camino revolucionario. Lo mismo sucederá en Irán.
Fisk también habla de las contradicciones que surgen incluso en el campo de Ahmadinejad:
"Cuando anochece en las calles del norte de Teherán, las multitudes se enfurecen más. Escuché a un barbudo oficial basiji exhortar a sus hombres para atacar a los 10.000 hombres y mujeres de Mousabe al otro lado de la línea policial. ‘Debemos defender ahora nuestro país, como hicimos en la guerra Irán-Iraq', gritaba sobre el tumulto. Pero el hombre de Ahmadinejad intentaba calmarle gritando: ‘¡Todos somos ciudadanos! ¡No tengamos una tragedia! Debemos unirnos'".
Sólo unas horas antes siete hombres habían sido asesinados por la basiji al final de la manifestación del lunes, fueron enterrados en secreto en el cementerio 257 en fosas comunes. No se dijo ni una sola palabra de su suerte a sus familiares. En lo que debe ser un paso sin precedentes, los periódicos pro-gubernamentales de Teherán informan de la muerte de los manifestantes. Uno incluso pone en su portada la furiosa condena del rector de la universidad de Teherán por la invasión basiji del campus el pasado domingo por la noche, cuando las fuerzas de seguridad asesinaron a siete jóvenes, hicieron a otros más y destrozaron los dormitorios universitarios. Farhad Rabar dijo que perseguiría a los asesinos para llevarlos ante los tribunales, añadiendo que "la invasión de la universidad de Teherán, que es un símbolo de la educación superior... ha provocado una oleada de dolor y furia en mí".
Más tarde Fisk escribe:
"Cuando salía de Val-y-Asr observé un camión de hombres, todos vestidos con pantalones de camuflaje y camisetas blancas, muchos llevaban porras policiales, poniéndose en marcha hacia el norte de Teherán. Estaban seguidos por los recién vigorizados manifestantes islamistas, caminando a pie las cuatro millas hasta Vanak. Dos soldados conscriptos estaban en medio de los seguidores de Mousavi cuando un anciano les pidió un consejo. ¿Debería quedarse si los basijis rompen el cordón? ‘Los basijis golpean duro, muy duro', dijo uno de los soldados. Y acarició el hombro del anciano y negó con la cabeza"
Pequeños incidentes como este forman parte de cientos de estadísticas que muestran la verdadera dinámica del movimiento.
¿Y ahora qué?
En La Historia de la Revolución Rusa, Trotsky escribe lo siguiente:
"Si tendemos la vista por los siglos pasados, el tránsito del poder a manos de la burguesía se nos aparecerá como sujeto a determinadas leyes. En todas las revoluciones precedentes se habían batido en las barricadas los obreros, los artesanos, a veces los estudiantes y los soldados revolucionarios. Después de lo cual, se hacía cargo del poder la respetable burguesía que había estado prudentemente mirando la revolución por los cristales de su ventana, mientras los demás luchaban". (La paradoja de la revolución de febrero).
Esta es una historia que se repite constantemente en la historia. Las masas revolucionarios luchan y mueren, y los liberales burgueses y los políticos profesionales sin principios recogen los frutos del poder y traicionan a las masas que les han entregado el poder. Pero la experiencia de la revolución de octubre demuestra que este resultado no siempre es inevitable. Lo que hace falta es un partido revolucionario como el Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky.
Por supuesto las masas no pueden esperar hasta que estén preparados los marxistas. Cuando el partido está ausente y los problemas insoportables de las masas exigen una solución urgente, entrarán en acción e intentarán resolver sus problemas mediante la acción directa. Algunas veces pueden barrer todo antes y llevar a la caída del odiado viejo régimen. Pero en ese caso, los frutos del poder se los arrebatarán de las manos. Eso es lo que se está preparando en Irán. Si el viejo régimen no puede mantenerse en el poder con los viejos métodos (y los informes citados aquí indican esta situación), ellos recurrirán a otros métodos.
El Estado no sólo se basa en la represión abierta. Puede recurrir a maniobras y trucos para desviar y derrotar al pueblo revolucionario. Los manifestantes han demostrado un potencial revolucionario colosal. Las masas han demostrado un tremendo valor, combatividad y determinación. Pero el movimiento espontáneo de las masas también tiene un lado débil. Carece de una dirección valiente y previsora. El régimen, que lucha por su supervivencia, posee igual determinación. Pero mantiene en sus manos todas las palancas de poder.
Las masas ahora tienen una prueba intoxicada de libertad. Puestas en pie, han aprendido a ignorar la amenaza de la represión estatal, ignoran y desprecian la autocracia clerical que en pasado les aterrorizaba, oprimía y humillaba. Han perdido su miedo y ahora se enfrentan a sus enemigos políticos en las calles con coraje, desafío e incluso un extraño sentido del humor. Si tuvieran una dirección medio decente, podrían tomar el poder sin demasiada dificultad. Pero sin una perspectiva clara, la iniciativa puede girar al otro lado.
El papel dirigente en estas manifestaciones lo han jugado los estudiantes, que también jugaron un papel crucial en el derrocamiento del sha en 1979. Estos jóvenes valientes han demostrado una gran determinación e ingenuidad, utilizando el poder de las modernas telecomunicaciones. Pero si las protestas, que se han producido principalmente en Teherán, quieren tener éxito, deben extenderse a todo el país. Si eso ocurriera, el impulso que generaría podría ser imparable.
En este momento, la situación está en equilibrio. Los próximos días serán decisivos. Es posible que el régimen, en un acto de desesperación, reaccione salvajemente como un animal herido. Puede que una de las manifestaciones de masas termine en una masacre o que los ataques contra los dormitorios estudiantiles terminen en tragedia. En la actual atmósfera eléctrica, esto puede ser una chispa que desencadene huelgas y manifestaciones que podrían llevar al derrocamiento del gobierno. Si tiene éxito representaría el resultado de la línea dura que busca mantener el poder por medios violentos.
Si, sin embargo, el ala reformista de la burocracia consigue convencer a los ayatolás que su mejor opción para salvarse es introducir cambios cosméticos por arriba para evitar una revolución desde abajo, sería posible un resultado diferente. Las masas no pueden manifestarse eternamente en las calles. O el movimiento pasa a un nivel cualitativamente superior a través de la huelga general y la insurrección nacional, o finalmente caerá y llegará la calma hasta alcanzar una calma intranquila, durante un tiempo.
En la sombría lucha por el poder dentro del régimen islámico, las diferentes fracciones luchan como gatos en un saco. Pero ninguna de ellas quiere un cambio real. Mousavi no es un revolucionario anti-régimen y no tiene interés en encabezar una lucha total contra el régimen al que ha servido como primer ministro conservador durante la guerra Irán-Iraq. Es miembro de la camarilla conservadora de Alí-Akbar Hashemi Rafsanjani.
Los duros se resisten a todo cambio, aunque han tenido que ponerse a la defensiva debido al furioso ataque de las masas. Ahora negociarán como bazaaris con Rafsanjani (un experto en esta materia). Intentarán llegar a algún tipo de acuerdo para poner fin a las protestas. Es posible que el régimen garantice su supervivencia reduciendo los poderes del presidente Ahmadinejad y obligándole a algún tipo de acuerdo para un papel en el gobierno a Mousavi en nombre de la "unidad nacional". Este resultado podría provocar un gran desencanto en las masas que, tras un período de esfuerzos violentos, podrían caer temporalmente en la apatía.
Las masas sólo pueden aprender de su experiencia y eso para ellas necesariamente será la experiencia de otro gobierno "reformista", así podrán comprender el verdadero carácter de estos líderes, que desean cambiar sólo los hombres y las caras sin cambios sustanciales. La calma que seguirá a la tempestad no durará mucho. La severidad de la crisis económica no permite una estabilidad duradera. Tarde o temprano habrá una nueva oleada de huelgas y manifestaciones que en ese momento serán a un nivel superior.
Este resultado fraudulento sería una traición de las apasionadas esperanzas de las masas de democracia y libertad. Sería un buen resultado para los imperialistas en general y para la administración Obama en particular. Washington ha sido cauto a la hora de expresar sus "preocupaciones" por las noticias de violencia y fraude electoral. En ningún momento expresó su apoyo a los manifestantes. Obama no tiene interés en un cambio serio en Irán.
El imperialismo norteamericano está preocupado seriamente por los extraordinarios acontecimientos de estos últimos días. Tienen miedo de que el derrocamiento revolucionario de los mulás sirva de ejemplo y pueda tentar a las masas en los países vecinos de Irán para intentar hacer lo mismo. Los reaccionarios regímenes árabes de Egipto y Arabia Saudí penden de un hilo y otros como Jordania y Marruecos no van a la zaga. Preferirían dejar las cosas como están, es mejor tratar con un demonio que conoces que con otro que no conoces.
Por ahora, sin embargo, ni Kamenei ni Mousavi, ni Obama ni Rafsanjani, controlan la situación. El movimiento de masas es lo que domina todo y tiene una dinámica y lógica propia. Los marxistas iraníes pondrán todas sus energías detrás del movimiento de masas y harán todo lo que puedan para darle una forma organizad ay consciente. Los trabajadores y jóvenes volverán a aprender las lecciones de 1979. Debemos recordar que el derrocamiento del Sha fue obra de los trabajadores, que lanzaron una huelga general que se extendió por el país como una bola de fuego.
Los trabajadores del petróleo estuvieron 33 días en huelga, paralizando la economía. Todos los intentos de enviar al ejército a los pozos de petróleo no llevaron a nada. Millones de manifestantes marcharon por Teherán, exigiendo el derrocamiento del Sha, expulsando al imperialismo norteamericano y al armamento de la población. La rebelión se extendió a los soldados, que comenzaron a desertar.
Los revolucionarios tomaron bases militares, el parlamento, las fábricas, las armerías y la televisión. El régimen Pahlavi colapsó como un castillo de naipes. Los trabajadores tomaron las fábricas, los campesinos ocuparon la tierra. Se crearon comités denominados "shoras" que en realidad eran el equivalente a los soviets en la revolución rusa. ¡Estas son las verdaderas tradiciones revolucionarias de Irán! ¡Ese es el camino a seguir!
No se puede confiar en los llamados reformistas burgueses. Decimos a los trabajadores y jóvenes de Irán: ¡no confiéis en Mousavi ni en personas como él! Confiad sólo en vosotros mismos, en vuestra fuerza y organización. Cread comités de lucha, shoras, organizaos y vinculad vuestras luchas local, provincial y nacionalmente. ¡No permitáis que el control del movimiento se os vaya de las manos! Rechazad todos los llamamientos a la desmovilización y cuidado con todos los intentos de maniobrar y acuerdos a vuestras espaldas.
Es imposible decir con certeza cuál será el resultado de esta fase de la lucha, pero una cosa está clara, Irán nunca será el mismo. La escala de las protestas y las vacilaciones de las autoridades han puesto un gran signo de interrogación sobre la supervivencia misma del régimen. Las protestas tienen potencial alterador que está alarmando al régimen. Pero no es suficiente con alterar la sociedad. Es necesario plantear una alternativa.
Independientemente de lo que suceda, la corriente de la historia empuja fuertemente en nuestra dirección. Serán inevitables las derrotas y reveses debido a la naturaleza de los dirigentes. Pero los trabajadores y estudiantes sacarán conclusiones de su experiencia. Tarde o temprano llegarán a la conclusión de que es necesario un cambio fundamental de sociedad. Lo que hace falta no es sólo la democracia, sino una república de trabajadores y campesinos iraníes, que se extenderá como un relámpago por todo Oriente Medio.
Londres, 17 de junio de 2009.