A fines de enero 2021, convenimos una entrevista con el compañero José Salas, obrero comunista, quien nos contó sobre los orígenes de la población San Rafael en la Pintana, la lucha contra la dictadura, y la Olla Común Hugo Manascero. En el grupo Octubre de la Corriente Marxista Internacional, consideramos importante dar voz a militantes de la clase trabajadora, contribuyendo con su experiencia a la memoria histórica.
Buenas noches José ¿para comenzar podría situarnos en la Pintana y su historia?
La Pintana es una de las comunas más pobres de Chile. Específicamente estamos en la población San Rafael, la más antigua de la Pintana. Esta es una toma de terreno que se hizo el año 1961, llevada a cabo por el Partido Comunista. En ese tiempo estos lugares eran puras chacras. La toma se hizo en Santa Adriana, y para deshacerse de gente los mandaron para acá. Para las chacras, lo más al sur posible de Santiago. Esto era comuna La Granja, y en tiempos de dictadura la comuna se divide en tres. Un método electoral para diferenciar la población pobre de la zona. Cuando nace La Pintana en dictadura, sacaron todos los campamentos que había en el barrio alto, en Lo Barnechea, y los trajeron para acá. Los vinieron a botar acá a La Pintana. Entonces ahí la comuna pasó a ser una comuna dormitorio. No hay industrias, el obrero llega a dormir no más.
Es una comuna rica en experiencias. Desde los inicios de la población San Rafael hubo ollas comunes. Mis viejos también participaron en ollas comunes. Ellos eran militantes del Partido Comunista y ya venían con sus organizaciones. Después las ollas fueron dejándose de lado. Viene el tiempo de la Unidad Popular. El alcalde de la Granja en aquellos años era comunista y el regidor también era comunista. Entonces estas poblaciones siempre han sido de izquierda. Cuando vino el golpe fascista allanaron muchas poblaciones. Pero San Rafael no, los allanamientos fueron dirigidos, solamente a los dirigentes sociales, sindicales, miembros de partidos.
Nosotros siempre fuimos la parte más baja de todo Santiago. Así en dictadura, en La Pintana se vio la primera reorganización de los movimientos políticos. Yo era muy joven, tenía 15 años cuando ingresé a las Juventudes Comunistas. Después de la caída del Comité Central de las Juventudes Comunistas, se hizo una reorganización y a mi me invitaron a participar en las JJCC y ahí yo ingresé. Empezamos a ver cómo articular todos los organismos sociales, porque todo había sido desmantelado. Cómo logramos recuperar la Junta de vecinos, los Clubes deportivos, todos esos organismos que se habían perdido. Y también las movilizaciones.
Yo me acuerdo del trabajo en Chile en aquellos tiempos, y las primeras huelgas. Cómo no había pega por ningún lado. Todas las empresas habían sido liquidadas. Antes del 73’, una de las grandes empresas eran las textiles. En la Pintana habían obreros que venían de la Legua, allá estaba la SUMAR. Y la otra gran cantidad eran obreros que trabajaban en el Ministerio de Obras Públicas, porque ahí estaba el Sindicato de Alcantarilleros, estaban todos ellos organizados. Como quedaron todos cesantes, una forma de la dictadura de esconder la cesantía fue crear el Programa de Empleo Mínimo (PEM), luego el Programa de Ocupación para Jefes de Hogar (POJH).
Los ponían a hacer hoyos...
Claro, ponemos una piedra aquí y al otro día la volvíamos a poner en el lugar desde donde la habíamos sacado. Empezamos a ver la necesidad de organizarnos como POJH en un sindicato. Nosotros creamos un sindicato del POJH en La Pintana. Abarcamos todo el sector y nos fuimos a un paro. La municipalidad quedaba en el paradero 25 de av. Santa Rosa. El alcalde nos invita a conversar. Nosotros fuimos y cuando llegamos allá nos echó a los pacos.
El alcalde designado en el año 82.
Sí, el alcalde era el administrador del Club Hípico en aquellos años. Entonces él nos invitó y fuimos con todos los integrantes del POJH. Fuimos más de 1,000 personas - aquí en el POJH trabajaron 120,000 personas - entonces fuimos y nos echaron a los pacos. Y se arma una pelea y nosotros tuvimos por primera vez un caído, un compañero muerto que fue baleado. No me acuerdo el nombre del compañero, pero era mapuche. Eso sí me acuerdo, porque él fue el primer muerto de nosotros. Y lo pescaron los pacos y los milicos, y se lo llevaron para el Sur, como tenía familia en Temuco, para que lo velaran allá. Entonces volvimos a nuestros lugares de trabajo y quemamos todo. Nos sublevamos, ahí nos fuimos con todo. En la avenida Lo Blanco, en ese tiempo era un camino de tierra, cada 100 metros había una bodega del POJH donde guardaban palas, chuzos, carretillas. Quemamos todas las bodegas. Y estuvimos 2 días peleando contra los pacos. Y ahí se nos plegaron los demás POJH de toda el área metropolitana. El intendente despidió a todos los del POJH del área metropolitana. Nosotros de ahí empezamos a subir las protestas y prendió la mecha.
Cuando fuimos todos despedidos del POJH, había ollas comunes, que se llamaban comedores populares. La Iglesia Católica entregaba los víveres y el cura de acá nos prestaba el espacio para hacer nuestras reuniones. Y los comités de allegados también se hacían en la iglesia. Nosotros empezamos a crear los comités de allegados por cuadra, y a organizarlos. Nos allegamos a la Coordinadora Metropolitana de Pobladores.
De ahí empezamos a hacer las primeras tomas, que fallaban porque éramos pocos. Al principio éramos como 300 familias. Con la cantidad de pacos que nos llegaban, fallábamos. Hasta que el año 83 se hace la toma de terreno, en lo que actualmente es La Pintana, se fundó el campamento Raul Silva Henriquez. Uno de los más grandes de Chile. Porque la hicimos con 15 mil familias. Para lograrlo tuvimos que pelear 3 días contra los pacos. Entonces el primer día peleamos como pobladores contra los pacos. Al segundo día entraron los estudiantes universitarios. Porque acá está el campus de veterinaria y agronomía de la Universidad de Chile. Y al tercer día, la toma la rodearon con milicos. Ahí fue cuando vino el Cardenal Raul Silva Henriquez y trajo unos embajadores. Los milicos colocaron controles en Santa Rosa y Gran Avenida. Entonces los camiones que iban llegando con gente los paraban, para que no siguiera llegando más gente. Es más, la toma era una sola, y en la pelea se dividió en dos. Al final quedaron 2 campamentos, uno quedó en el Bosque y el otro en La Pintana.
Esa fue la primera toma que se realizó en dictadura y que se logró. Se le llamaba el Territorio Libre de Chile. Nosotros estábamos organizados con cuadrillas de defensa, de emergencia. Teníamos un pequeño hospital dentro de la toma. Venían estudiantes de medicina a atender. Y lo organizamos bien. Esa toma duró hasta que a la gente la sacaron de ahí, les dieron casa. Toda esa gente está ahora en poblaciones. De esa toma salió lo que es en la actualidad la población El Castillo. Porque los tiraron para allá pero los dejaron botados. Los van marginando, amontonando. Casas chiquititas. En un terreno donde normalmente deberían caber 20 casas, ahí caben 100. Por eso hay harto hacinamiento en La Pintana.
Entonces todo esto ha sido una lucha constante. Nosotros hemos crecido en medio de una constante lucha contra el sistema. Hemos sido desplazados. Antiguamente si uno decía que era de La Pintana no le daban pega. El internet, los teléfonos, no se colocaban para La Pintana. Zona roja decían, así está catalogado.
¿Esa Coordinadora Metropolitana de Pobladores quien la dirigía?
El grueso eran comunistas. Habían miristas. Hay que considerar que las otras organizaciones fueron desmanteladas totalmente. Se dividieron, se fueron separando. Pero había gente de todos lados. Habían hasta demócrata cristianos, unos más progresistas. Yo estaba a cargo de la parte juvenil en la coordinadora. Y también fueron creciendo mis inquietudes.
Cambia mucho el pensamiento de una generación a otra. Porque la generación anterior venía de un proceso donde el gobierno popular no se ganó de un día para otro. Sino que fue un proceso largo, continuo, de lucha electoral, de sentar las bases del gobierno popular. Y de repente, se encuentra la represión, siendo descabezados los organismos. Ahí es cuando entramos la nueva generación. Y ahí viene el proceso también en el Partido Comunista. Nosotros éramos de la Jota. Muchos de los viejos todavía tenían miedo de avanzar a otras formas de lucha. Nosotros seguimos planteando nuestra política, que teníamos que seguir copando lugares. Y ahí fueron organizándose, tanto gente del MIR descolgada, socialistas también descolgados, pero que querían cambios. Y nos dimos cuenta que éramos los mismos siempre. Que estamos en la cuadra de al lado, pero faltaba organizarnos no más. Ahí empezaron a salir los comités de allegados.
Llega un momento en que nos dimos cuenta que solamente con salir a panfletear no se iba a acabar con la dictadura. Y un dia yo me acuerdo, los cabros, había unos compañeros de la Izquierda Cristiana, unos del MIR, y nosotros que éramos de las Juventudes Comunistas, nos dimos cuenta que necesitábamos prepararnos militarmente. Por lo tanto nos dimos la tarea de hacer el servicio militar. Yo me presenté voluntario, lo hice en la Escuela de Infantería de San Bernardo. A los 17 años. En ese tiempo se hacía 2 años, pero como éramos voluntarios lo hicimos en 1 año. Y de ahí salimos a la calle, de nuevo a reorganizarnos. Creamos un Centro Juvenil que se llamaba Victor Jara. Ahí nos juntábamos todos y hacíamos campeonatos con las otras poblaciones. Con ese centro juvenil fuimos a solidarizar con la huelga de la mina El Teniente. Fuimos con todo, a rayar todo Rancagua en solidaridad.
Las huelgas de la mina El Teniente y otras son importantes, pues dan pie en mayo del 83’ a la Primera Jornada Nacional de Protesta, convocada por la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC), y luego a la formación del Comando Nacional de Trabajadores (CNT) que agrupó los sindicatos dispuestos a movilizarse contra la dictadura ¿Cuáles eran las consignas que ustedes rayaban y gritaban?
Las consignas eran “Basta de Hambre”, “Viva la huelga de El Teniente”, “Abajo Pinochet”. Esas eran las tres principales. La primera consigna que yo recuerdo después de la dictadura,¿sabes cuál era? Era una R, que significaba Resistencia y Revolución. Esa fue la primera, porque yo vi a mi hermano mayor que era de la Jota. Y después del golpe andaban rayando los postes, y yo los veía a ellos. A todo esto, con mi señora éramos los dos de la Jota. El año 82’, para la Primera Marcha del Hambre, antes de las protestas, ella cae presa por estar en la marcha, le cargaron alteración del orden público. Ella tenía unos 15 años y por ser menor de edad la tuvieron 3 días.
Entonces, después un día me invitaron a si quería participar en algo más. Y ahí conocí lo que es el Frente Cero. No sé si lo ha escuchado.
Claro, el Frente Cero fue de lo primero que salió como política militar de los comunistas, que luego de forma más orgánica es el Frente Patriótico Manuel Rodriguez (FPMR).
En ese tiempo las organizaciones empezaron a crecer acá en La Pintana. Los partidos empezaron a reorganizarse, con sus direcciones, todo eso. Es más, los primeros enfoques del FPMR como tal, se dieron en La Pintana. Porque acá fue donde la organización estaba más estructurada. Nos integramos casi todos los de acá, nuestros compañeros, todos jóvenes, todos cabritos. Yo era el más joven de todos. Tengo varios compañeros que cayeron en combate. Entre toda esa lucha hasta yo caí detenido. En el 85’, y estuve preso hasta el 90’. Y me mandaron para el norte, estuve en Copiapó. Allá cuando yo llegué se hicieron comités de solidaridad con los presos políticos. Fui condenado por tenencia ilegal de armas y explosivos. Pero no había pruebas, a mi no me encontraron nada. Y también por pertenecer a un partido político proscrito. Al condenarme por pertenecer a un partido político, me reconocieron como preso político. Entonces yo tenía visitas cada 6 meses de la Cruz Roja Internacional y de la Corte de Apelaciones. Porque estaba todo encima mio. Cuando yo salgo en libertad, ya el Frente se había dividido.
Volví a mi territorio. Y volvió la seudo democracia en Chile. También me di cuenta de cómo llegaron los oportunistas. Nosotros les decíamos los trastornados, a los retornados. Porque ellos se hicieron de todo lo que nosotros habíamos organizado. Y a los que habíamos peleado frontalmente contra la dictadura nos fueron aislando. Entonces quedamos en una posición bien especial. Primero porque nuestras organizaciones principales, los partidos, no nos estaban reconociendo. Y lo otro, es que vimos que la gente empezó a cambiar su punto de vista respecto al proceso social y los cambios. Se empezaron a conformar con lo poco y nada que le entregaba el sistema.
A ver, para problematizar un poco. La historia oficial dice que con el fracaso del atentado a Pinochet y la incautación de armas, se consolida el camino de la salida pactada y lo que será la Concertación de Partidos Por la Democracia. Se dice que después del 86’, del “año decisivo”, no había movilización en el sentido de buscar una derrota política de las FFAA.
No, no bajó la movilización. Lo que pasa es que el año 87’ aquí en Chile se vivió un proceso bien especial. Estados Unidos se metió de lleno utilizando los medios de comunicación. Empezaron a cambiar a todos los curas que eran más conscientes, los que venían de la Teología de la Liberación. Los sacaron de las poblaciones y colocaron curas más afines al sistema. Esto coincide con la visita del Papa Juan Pablo II. La primera pelea fue aquí en el Parque La Bandera. El Papa vino a juntarse con los pobladores y todos se movilizaron. Pero los medios de comunicación no hablaron de los enfrentamientos que hubo en los alrededores del Parque. Solamente resaltan al poblador y pobladora que le dijeron al papa que la gente estaba pasando hambre. Lo demás lo taparon todos los medios. Entonces ya venía una maquinaria para desarticular toda la fuerza que tenía la izquierda. Para esa época empezaron a llegar los retornados. Los primeros que llegaron fueron los socialistas. La primera tarea que hicieron, fue que las bases de las organizaciones se desvincularan entre ellas, entre los comunistas, el MAPU Lautaro, el MIR, que se desvincularan.
Se dice que fue determinante cómo un sector del PS le quita el piso a la alianza histórica de socialistas y comunistas. Y empieza a mirar más hacia el centro.
Hacia la salida pactada. Los socialistas venían con esa mentalidad. Y después llegaron los que venían del mismo Partido Comunista. A desarticular totalmente todas las fuerzas propias que habíamos organizado. Porque nosotros estábamos organizados por cuadra. Teníamos una organización en que nosotros peleábamos 3, 4 días para que no entraran a la población, organizados con el Frente. Allí entonces empezaron a desarticular todo, a hacer tiras todo lo que teníamos. La Iglesia ya no nos prestó el espacio para reuniones. Nosotros con ayuda internacional habíamos comprado unas casas para hacer funcionar centros juveniles. Y de un día para otro aparecen unos dueños, PPD, DC, y se perdieron esas casas. Apareció un dueño que no lo conocíamos, con papeles en mano.
Del 88’ en adelante, fue una maquinaria que se pasó para destruir todo el movimiento poblacional. Ya el año 90’ cuando salimos el grueso de los Presos Políticos, la máquina estaba en todos los partidos. Los que habíamos sido héroes un día, pasamos a ser villanos. Y también la corrupción que se metió con la plata que llegaba de fuera. Algunos se hicieron ricos con esa plata. Plata que venía de solidaridad, que mandaban del extranjero. Ya no llegaba, se quedaba en el camino. Se creó una coordinadora de ex-Presos Políticos y después de la segunda reunión me di cuenta que era solamente para lucrar. Entonces yo me retiré, estuve varios años inmovilizado. Yo me alejé tratando de normalizar mi vida porque tenía que reinventarme. Me centré en puro trabajo.
Entonces de repente un compañero que nos conocemos hace muchos años, me invita a participar en el SINACIN (Sindicato Interempresa Nacional de la Construcción Industrial y Actividades anexas), cuando se estaba formando.
¿En qué año se crea SINACIN ?
Nace el 2016, del descontento de un grupo de trabajadores afiliados a SINAMI (Sindicato Nacional del Montaje Industrial) por el mal manejo de la dirigencia, que hicieron del sindicato una gerencia comercial y abandonaron la lucha por los intereses de los trabajadores. Queríamos que SINACIN se metiera en las poblaciones. Que dejara las reuniones cupulares, y que se mezclara con los organismos sociales. Por ejemplo, nosotros como SINACIN Central en Santiago Centro, logramos levantar una clínica. Hicimos un convenio con la Escuela Latinoamericana de Medicina de Cuba. Vamos a tener médicos cubanos.
En La Pintana el local del PC nos facilita una oficina. Les dije que nos hacen un bien a nosotros y también a ellos. Con el compromiso que siempre íbamos a ser directos con ellos. Entonces nos metimos a darle vida al local. Y ahí nos pilló el estallido social. Nos organizamos y empezamos a ir a las marchas. Todos los viernes íbamos a Plaza Dignidad. También hasta con alguna gente del partido. Íbamos a la Primera Línea.
Y después vino la hambruna. Empezaron a pararse los trabajos. Por eso la situación de las ollas comunes.
¿Eso con el estallido o la pandemia?
Con el estallido. Acá por arte y magia se quemaron los supermercados. Estando resguardado por pacos, se desaparecían y se prendia fuego en el supermercado. Lógicamente eso fue intencional. Aplicaron una política de shock. Hacen pelear la gente con la gente. Si acá empezaron con que había que hacer guardia porque la otra población iba atacarnos. Los llamados “chalecos amarillos”. Eso es una política del Departamento de Estado de Estados Unidos. Eso en tiempo de la dictadura también lo hacían. Hacían correr un rumor y eso provocaba pánico.
Entonces empezamos a ver las necesidades. Y de repente se levantaron ollas comunes. En noviembre las primeras. Y en marzo llegó la pandemia y ahí se levantó la gran mayoría. Y dijimos, ¿cómo estamos para levantar una olla común? Nos empezamos a preparar. Pedimos ayuda a SINACIN Central. Porque había que comprar fondos, cocinilla, galones, todo. Y buscarnos ayudistas. Creamos el Comite Solidario Olla Común Hugo Manasceros. Pero nos dimos cuenta que en la semana ya habían hartas ollas comunes. Habían 6 ollas en San Rafael, que trabajaban de lunes a viernes. En todo La Pintana habían como 30. Entonces vimos que lo de nosotros era sábado y domingo.
Durante el tiempo que tuvimos más gente, hacíamos 400 colaciones diarias. Ahora estamos en reorganización. Hoy en dia hacemos 150 colaciones. La municipalidad nos da cogote de pollo. Hacemos lentejas el día sábado, y el domingo puré con pollo. Después la otra semana hacemos garbanzos, y al otro día arroz con pollo. Así vamos mezclando con lo que tenemos. Ni siquiera entregamos ensalada porque no nos alcanza. Lo principal son los vínculos que uno hace con otras organizaciones. Por ejemplo, para el aniversario de la población San Rafael. Se juntaron todas las ollas y nosotros hicimos el plato fuerte. Porque tenemos más experiencia. Tenemos gente muy rápida, y que conoce bien las cantidades, porque todo tiene que ir bien proporcionado.
Primero el foco fue ayudar a aquellas familias que tuvieran COVID. Hicimos un listado de gente para hacer entrega a domicilio. Estuvimos en un momento crítico. Porque es una población antigua y hay mucha gente de la 3ra edad. Después le pedimos ayuda a los diputados comunistas del distrito. El diputado Amaro Labra nos entregaba galones de gas. La diputada Camila Vallejos nos entrega alimentos en la misma cantidad que a todas las otras 30 ollas comunes de La Pintana. Nos empezamos a coordinar con la gente del partido, y también de otros partidos. Y pobladores. Nos acercamos a la Junta de vecinos que estaba abandonada.
Y así hemos estado todo el año. En diciembre junto con SINACIN, el PC y la Junta de vecinos hicimos entrega de dulces para los niños. Hicimos una caravana por la población, salimos en vehículo y pasamos por los pasajes, y todos los niños que llegaban al lado de nosotros les entregamos una bolsita con dulces.
La idea era que la gente se volviera a organizar. Hacer vínculos con todos. Darle vida a la organización social. Pero la idea es pasar más allá de la olla común. Nosotros hicimos 4 cabildos. Llegó harta gente. Hicimos una citación y colocamos afiches en los almacenes. Y en una plaza las hacíamos. Se hablaba de las problemáticas, de qué esperábamos de todo esto.
¿Y qué perspectivas ve con la constituyente?
Hoy cambió el enfoque. Porque hoy todos los organismos están directamente mirando las próximas elecciones. Elecciones de concejales, alcaldes, gobernadores, y constituyentes. Aquí también como olla común habíamos conversado con una compañera que es abogada de Derechos Humanos sobre la posibilidad de levantarla, como olla común, como organismo de la sociedad civil. Que fuera a la constituyente. Y la compañera lamentablemente no pudo como independiente. Porque está en RD (Revolución Democrática). Empezamos a ver los cupos y es una lucha esto. Porque en el distrito tendríamos 6 o 7 cupos. Pero estás casi obligado a ligarte a un partido. Entonces los partidos aquí ya determinaron quiénes son los que van.
Se supone que aquí iba ir el Bombo Fica por Chile Digno (coalición del PC con el Frente Regionalista Verde Social). Y nos metieron a la Barbara Figuera, mala candidata. No dieron explicación. En todos lados hay problemas porque la cúpula se adueñó de los cupos. Aquí en La Pintana, el Partido Comunista es el único partido que está organizado, el único que está vivo aquí. Las bases están movilizadas. Pero hay un alejamiento de la cúpula con las bases. Es como que la Dirección Central del PC es un ente aparte de todas las organizaciones sociales. Y nosotros los percibimos así. Porque por ejemplo la CUT no jugó ni un papel importante en el movimiento social. No peleó cuando tenía que haber peleado. Se conformó con las migajas.
Entonces hay un poder nefasto por debajo de estos oportunistas que aparecen. Eso es una clase de espécimen que hay en Chile, con la política se aseguran el puesto de trabajo. Pero esta era la oportunidad para que la gente saliera, que hubiera mejores elementos para la constituyente. Para no caer en lo mismo.
¿Cómo ve el futuro de la olla común y otras organizaciones sociales en este contexto?
Tenemos que recanalizar para ver como estamos de apoyo para poder seguir. Porque un día tiraron una propuesta si hacíamos un comedor. Complicado porque eso toma años y años manteniéndolo y si no tenemos los recursos estamos en problemas. Yo decía que no, por eso le colocamos Comité Solidario, así podemos abarcar hacia comités de cesantes, de allegados, etc. Y seguir dando vida. Organizando gente.
Eso produce un desgaste, pero sobretodo se pierden otras tareas políticas importantes ¿Cuál puede ser el rol de los marxistas de cara a las organizaciones sociales?
La olla común es un momento. Un hecho político del momento. Pero tenemos que pensar a futuro cómo nos reinventamos, como creamos organización, para ir pasando los obstáculos. Hay que estar con la gente si queremos ser participantes de un proceso. Tenemos que volcarnos hacia las calles. Porque se están adueñando muchos oportunistas. Hay que aprender de los errores, es una lucha constante. Yo estoy muy ligado al partido, mis raíces, mi familia, todo. Y no se puede generalizar. Aquí hay gente que la peleó, hubo compañeros que cayeron. Entonces la gran tarea es canalizar la fuerza que tenemos y llegar a la juventud. Y tenemos que dar soluciones, sino estaríamos dándonos la misma vuelta.
Yo conocí al compañero Hugo Manascero, dirigente comunista que organizó la toma de terreno de la población San Rafael. De los antiguos comunistas. En tiempos de dictadura, y después, siempre conversábamos. Me retaba porque yo me había salido, que nosotros “no tenemos que abandonar el barco”. Y tenía razón. La única manera de cambiar esto es volver a las raíces del marxismo. Y él me decía así, que “afuera le dejas el campo libre a todos estos oportunistas”. Para que destruyan todo lo que hemos logrado durante más de 100 años, “y tú te quedas al margen”, me decía. En honor a él le colocamos así a la Olla Común. Entonces hay que estudiar el marxismo. Ser una organización viva porque hay que sacar algo en limpio después de todo esto.
Agradecemos enormemente la entrevista con el compañero. Comprobamos una vez más que todo lo que han conseguido los trabajadores de Chile, ha sido confiando en sus propias fuerzas. En las horas más duras y urgentes, han mostrado coraje, creatividad y lealtad a las organizaciones que han construido y les han despertado a la vida política. Lamentablemente, a menudo son los dirigentes quienes no han estado a la altura. Sus definiciones políticas y estratégicas han fallado en momentos clave de la lucha de clases. Han abandonado el marxismo, como teoría basada en la experiencia viva de la clase obrera. Hoy en día una nueva generación de luchadores y luchadoras de base busca organizarse, y las lecciones de cada pelea ayudarán a proporcionar los medios para vencer cualquier obstáculo, en la contrucción de una dirección revolucionaria para la clase trabajadora.