Crecen las huelgas en Francia – ¡Hay que paralizar el país para detener la "reforma" de las pensiones!

El sábado, 16 de octubre, más de 3 millones de personas tomaron las calles de Francia en cientos de manifestaciones en las ciudades y pueblos de todo el país en la última jornada nacional de lucha contra la contrarreforma propuesta al sistema de jubilaciones. El número fue de una magnitud similar al 2 de octubre, la última vez que los sindicatos convocaron a una jornada de lucha en un día sábado, pero el movimiento, sin duda, se ha desarrollado aún más. Las manifestaciones fueron otra demostración de fuerza de este movimiento que ha durado meses y ha visto 5 jornadas nacionales de lucha desde el final de las vacaciones de verano.

Esta semana es crucial para el movimiento, ya que la "reforma" al sistema de jubilaciones pasará por su último trámite parlamentario el miércoles 20 de octubre. Los sindicatos han convocado otra jornada nacional de lucha con manifestaciones y huelgas para mañana día martes 19 de octubre.

El movimiento sin embargo, ha pasado de manifestaciones reiteradas a las llamadas huelgas reconductibles (huelgas cuya continuación se vota en asambleas generales cada mañana) en diferentes sectores de la economía, especialmente en los ferrocarriles y las refinerías de petróleo. La semana pasada vio la entrada en el movimiento a la juventud estudiantil, principalmente los estudiantes de las escuelas secundarias, pero también de las universidades. Cientos de liceos han sido bloqueados, hasta 1000 el pasado día viernes, según a las organizaciones estudiantiles UNL y FIDL, y decenas de miles de estudiantes se han sumado a los trabajadores en manifestaciones, y en los piquetes y bloqueos.

El movimiento ha ganado en masividad y apoyo público. Todos los sondeos de opinión muestran que no sólo una abrumadora mayoría de los franceses se oponen a la "reforma" propuesta por el Gobierno de derechas de Sarkozy, sino que también hay un fuerte nivel de apoyo a las huelgas y los bloqueos. Según una encuesta de opinión emitida por Canal Plus, el 14 de octubre el 54% de la población estaba a favor de que "los sindicatos organizaran una huelga general como en 1995" si el Gobierno se niega a retirar su "reforma" de las jubilaciones. Las cifras son aún más altas entre los jóvenes (68%), los trabajadores del sector público (71%) y los trabajadores manuales (70%). El movimiento de 1995 no fue estrictamente hablando una huelga general, ya que estuvo principalmente limitado al sector público, pero incluyó 5 semanas de parálisis de los ferrocarriles y un amplio movimiento huelguístico en el sector de público.

Otra encuesta de opinión realizada por la empresa de sondeos CSA muestra que el 71% apoya la jornada nacional de lucha del 19 de octubre, cifra que se eleva al 89% de los trabajadores del sector público y al 76% de los trabajadores del sector privado. Estas cifras han aumentado constantemente desde el comienzo del movimiento, pero especialmente desde septiembre, cuando el 62% le expresó su apoyo.

El Gobierno ha tratado de dar la idea de que el movimiento está perdiendo fuerza y deliberadamente ha falsificado las cifras de manifestantes. Los sindicatos de policía de hecho han acusado al Gobierno de decidir las cifras de asistencia a las manifestaciones que van a anunciar antes de que éstas tengan lugar. La verdad es que el Gobierno está aislado en este tema y, claramente, ha perdido la batalla por la opinión pública.

El Gobierno también ha intentado utilizar la represión, principalmente contra los estudiantes secundarios, pero también contra los sindicalistas que bloquean las refinerías y depósitos de petróleo. Ya un estudiante de 16 años perdió un ojo después de que le dispararon con una bala de goma y otro resultó gravemente herido por el impacto de una carcasa de gas lacrimógeno. La represión es una herramienta peligrosa de utilizar, ya que puede tener el efecto de radicalizar el movimiento, en lugar de detenerlo.

Sin embargo, esta "reforma" es vista como crucial para la clase dirigente en Francia. En virtud de la legislación vigente, los trabajadores franceses pueden optar por retirarse a los 60 años, si han acumulado 41 años de contribuciones a la seguridad social, y pueden conseguir una jubilación completa del Estado a los 65 años. El gobierno de derecha de Sarkozy quiere aumentar la edad mínima de jubilación a 62 años, con 42 años de pagos a la seguridad social, y que la edad de jubilación pase a los 67 años. La crisis económica de los últimos dos años ha incrementado la deuda del Estado al 80% del PIB y la clase dirigente quiere que los trabajadores paguen por ello. Después de la entrega de miles de millones de euros a los capitalistas con el rescate bancario ahora el Estado espera "ahorrar" 70 millones de euros con este ataque a las pensiones.

Para el propio Sarkozy, el futuro de la propuesta está estrechamente vinculado a su futuro político. Sus rivales en la coalición de la derecha ya están afilando los cuchillos. De Villepin, quien ya perdió su puesto de Primer Ministro después de que su plan de Contrato de Primer Empleo (CPE) en 2006 fuera derrotado en las calles, ha pedido al Gobierno que llegue a un compromiso, sugiriendo que se podría mantener la edad de jubilación a los 65 años. Sarkozy, tiene el problema de que si hace una concesión a los sindicatos (incluso de volver a la mesa de negociación), esto podría significar el final de su carrera política.

La masiva oposición al proyecto expresada en las encuestas de opinión y en las manifestaciones masivas, por sí misma no necesariamente impedirá la aprobación de la "reforma" el miércoles 19 de octubre. Esto es algo que millones de trabajadores y jóvenes parecen haber entendido. Después de tantos días de lucha y con los dirigentes sindicales reacios a pronunciar las temidas palabras de huelga general, el movimiento está desarrollando su propia dinámica desde abajo.

Existe una creciente conciencia de que se trata de un tour de force (pugna) crucial entre los trabajadores y los capitalistas, de que sólo con la paralización de la economía con bloqueos y con una huelga nacional reconductible puede el movimiento detener los planes del Gobierno. Un número de sectores ya está implicado en las huelgas reconductibles pero ahora, por primera vez, asambleas generales de delegados sindicales de empresa y de sindicatos en el sector público y privado han votado a favor de huelgas indefinidas a nivel de departamento (regiones).

La primera de ellas fue en el Departamento de las Ardenas, el domingo 17 de octubre, cuando una Asamblea General interprofesional, organizada por todos los sindicatos presentes en el movimiento, votó por unanimidad a "una huelga reconductible en todos los sectores (público y privado) comenzando el lunes". Los delegados sindicales y representantes presentes en la asamblea (picture at website of L'Union), "que representan a los principales empresas del sector público y privado en el Departamento eran conscientes de vivir un momento histórico", escribió el periódico local.

El anuncio fue seguido por otro llamamiento para una huelga departamental reconductible en Haute-Loire, también firmado por todos los sindicatos. El volante emitido por la intersindical informa que algunas empresas ya han decidido unirse: "Michelin, Recticel, la atención pública y privada de la salud, educación, los ferrocarriles (SNCF), la administración regional, EDF (electricidad), GDF (gas), el Ministerio de Hacienda, la curtiembre, Vériplast, Préciturn, Fromagerie du Velay et de Beauzac", entre otros. "La huelga nos cuesta caro" continúa el volante, "pero estamos defendiendo dos años de nuestras vidas, eso merece la pena".

Otro sector que ha anunciado su participación en el movimiento es el de los camioneros, que tienen una tradición de haber bloqueado antes el país en varias ocasiones. Los sindicatos CFDT y CGT en este sector han anunciado que "las acciones se llevarán a cabo en todo el hexágono desde el lunes". Desde temprano en la mañana, los conductores de camiones han comenzado a organizar tránsitos a marcha lenta fuera de centros industriales, bloqueos de carretera intermitentes en las autopistas principales, etc.. Curiosamente, los trabajadores en los transporte de dinero de los camiones blindados (que desempeñan un papel vital en muchas partes de la economía) han anunciado que ellos también saldrán a la huelga.

Las refinerías de petróleo han estado en huelga durante una semana ya y hay signos de problemas de suministro de combustible que afectan a las industrias y los usuarios de automóvil. Para hoy lunes 18 de octubre, 1.500 estaciones de gasolina estaban afectadas, con faltantes de uno o varios productos. A pesar de las garantías del Gobierno, ya había comenzado el acaparamiento de gasolina por automovilistas particulares en muchas partes del país. A las huelgas de las refinerías de petróleo debemos añadir la huelga de tres semanas de duración en el mayor puerto de carga de petróleo del país, en Marsella, contra la tercerización de la fuerza de trabajo, que ha impedido el ingreso de suministros. Los trabajadores en una de las centrales nucleares del país en Flamanville (Manche), han votado hoy 175 a favor de una huelga de 48 horas, de 180 trabajadores presentes en una asamblea.

Marsella se ha convertido en uno de los puntos más radicales del movimiento, con una manifestación masiva el 12 de octubre de 230.000 personas. El diario francés Liberation describe el estado de ánimo en la segunda ciudad de Francia:

"Marsella es como una gran olla donde el caldo social se mantiene en un estado de ebullición permanente. Sólo bastan unos pocos grados adicionales de indignación para que salte la tapa. Eso es lo que ocurrió el martes (12 de octubre), con la manifestación en el centro de la ciudad y la convocatoria renovada de huelga lanzada por la mayoría de los sindicatos".

Los sindicatos de trabajadores de ferrocarriles, también en huelga desde el 12 de octubre, han lanzado un llamamiento para fortalecer el movimiento con el fin de paralizar completamente de transporte ferroviario. La idea en la mente de miles de activistas es clara: "necesitamos paralizar el país si queremos detener este ataque". Los trabajadores están comprendiendo cada vez más el papel que desempeñan en una economía capitalista: sin su permiso, nada se mueve.

La única consigna adecuada a la situación es la de una huelga general reconductible que involucre a los trabajadores de los sectores público y privado hasta la retirada del plan sobre las jubilaciones. Los dirigentes sindicales, claramente no han emitido ese llamamiento, pero los trabajadores a nivel local y regional ya están avanzando en esa dirección. Los dirigentes de la CGT tienen una responsabilidad particular en esto en la medida que la gente asume que los dirigentes de las otras organizaciones sindicales no estarían dispuestos a organizar acciones radicales, pero esperan que la CGT sí ofrezca algún tipo de dirección. Cuando se aproxima la aprobación final de la "reforma" en el Parlamento el 20 de octubre, la presión está acumulándose. La CGT de Nord Pas-de-Calais, ha lanzado un llamamiento para organizar un piquete permanente fuera de Parlamento que impida la aprobación de los ataques.

Una victoria de los trabajadores franceses tendría un impacto masivo en toda Europa, alentando a los trabajadores para ir a la ofensiva contra los intentos de los capitalistas de que sean los trabajadores quienes paguen por la crisis con recortes en el gasto público y los ataques contra los derechos jubilatorios. Ya el sábado 16 de octubre vimos la movilización masiva de, por lo menos, medio millón de trabajadores en Roma, convocada por el sindicato de los trabajadores metalúrgicos, la FIOM, en defensa de los derechos de los trabajadores. Al final de la manifestación, el dirigente de la CGIL Epifani, fue forzado por el estado de ánimo en la plaza a hablar de convocar una huelga general. Una huelga general ha sido convocada también en Portugal para el 24 de noviembre. En Rumania, los empleados públicos han participado en huelgas espontáneas contra los planes masivos de austeridad del Gobierno. Una victoria en Francia enviaría un mensaje claro: la lucha sirve y las huelgas generales pueden derrotar a los planes de austeridad de los gobiernos.

Mucho está en juego y esta será una semana crucial.

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