Un 27 de abril de hace 4 años, en el salón Ayacucho del palacio de Miraflores, el presidente Chávez firmaba el decreto de nacionalización de la Constructora Nacional de Válvulas (CNV), y se daba nacimiento a la Industria Venezolana Endógena de Válvulas S.A. (INVEVAL).
La nacionalización de la CNV, empresa hasta ese momento propiedad del oligarca golpista Andrés Sosa Pietri, fue el resultado de la conjunción de una serie de elementos como la nueva definición del rumbo político de la revolución bolivariana a partir de la declaración de Chávez en Brasil anunciando su apuesta por el socialismo, así como la previa nacionalización de la industria papelera Venepal en Morón, combinada con una estrategia correcta que cambió la orientación de la lucha de los trabajadores de la CNV, que mantenían ocupada la empresa, del mero reclamo de sus derechos laborales a exigir la expropiación de la empresa conectándola a la construcción del socialismo.
1.- 2005, el año del socialismo y la toma de fábricas
La nacionalización de la CNV, como antes lo había sido la de Venepal, y posteriormente la creación de Invetex, formó parte de una serie de medidas tomadas por Chávez a lo largo de ese año 2005, así como de declaraciones, que hicieron del mismo un año emblemático y punto de inflexión para la revolución bolivariana. Para entender esto hay que ver que las masas venían de propinarle varias derrotas contundentes y continuas a las fuerzas de la reacción: en el golpe de Estado de abril de 2002, durante el paro petrolero de diciembre de 2002 a febrero de 2003 y, posteriormente, la victoria en el referéndum revocatorio de agosto de 2004. Estos éxitos, sin dudas, les había dado la confianza suficiente como para intentar llevar más lejos a la revolución. Era evidente que ese mismo espíritu se trasladaba al propio presidente Chávez. También la clase obrera, después de haber jugado el papel principal en la derrota del paro patronal, se veía inserta en aquella dinámica. Por ello, no es de extrañar que ante el cierre masivo de empresas por parte de la burguesía, la idea de tomarlas y ponerlas a producir bajo control obrero calara hondo en la mente de los trabajadores. El auge de la lucha de clases fue tan fuerte durante aquel año 2005 que la euforia revolucionaria se contagió hasta algunos sectores honestos de la burocracia, como fue el caso de la entonces ministra del trabajo, María Cristina Iglesias, quienes, no sólo apoyaron la toma de empresas abandonadas sino que en muchos casos lo estimularon. No hay que olvidar que fue durante el año 2005 que se celebró en Caracas, con el patrocinio del Ministerio del Trabajo, el I Encuentro Latinoamericano de Empresas Recuperadas, donde Chávez hizo suya la consigna del encuentro: “fábrica cerrada, fábrica tomada”. Desgraciadamente, la ausencia de una dirección revolucionaria al frente del movimiento obrero impidió que esta oleada revolucionaria en la lucha por el control de los medios de producción llegara más lejos.
2.- Inveval y la lucha por el control obrero
Desde el mismo momento de la creación de la nueva empresa, para los trabajadores de Inveval la lucha de clases también se desató con una gran intensidad al interior de la fábrica. Mientras ellos por un lado, apoyándose en las directrices de Chávez de que la empresa tuviera a un trabajador como presidente, trataban de implementar el control obrero, por otro lado, la burocracia buscaba la forma de neutralizar esto y amarrar la empresa a un modelo burocrático de dirección. Varios meses duró la lucha en el terreno de las leyes burguesas por evitar la imposición de unos estatutos capitalistas. Sólo la comprensión política de la situación, la paciencia y, nuevamente, una estrategia correcta permitieron neutralizar el intento de la burocracia por controlar a la empresa. Sin embargo, no se pudo evitar que Inveval quedará atada con la estructura de empresa capitalista que le imponía su acta constitutiva, es decir, que la propiedad de la misma se repartiera entre el Estado y la cooperativa de los trabajadores a través de un paquete accionario y que el esquema de dirección fuera también del tipo capitalista con presidente y directores de empresa. Tampoco se pudo evitar que a partir de entonces y hasta nuestros días la burocracia desarrollara una campaña, a veces de una forma inconciente a través de su propia ineptitud y otras premeditadamente, para hacer fracasar la experiencia de la empresa que administran y controlan unos trabajadores. A partir de allí todo fue un esfuerzo titánico de unos hombres y mujeres que, como todos los proletarios del mundo bajo el sistema capitalista, sólo están programados para obedecer las órdenes del patrón, ello significó tener que realizar una transformación casi total en su forma de pensar y entender la vida. Después de probar infructuosamente durante dos años el modelo de dirección capitalista, comprendieron que debían realizar un cambio radical en la organización interna de la empresa y buscar su propio modelo de dirección, algo que se alejara del individualismo capitalista y estuviera más en sintonía con la forma colectiva que tienen los trabajadores de organizarse y resolver sus problemas. Fue así que a comienzos del año 2007 decidieron conformar un Consejo de Fábrica para administrar la empresa. No existían ni existen leyes que amparen a este tipo de organización obrera, y es lógico ya que estamos en un Estado capitalista, esto, obviamente, significó una gran contradicción que no fue fácil de superar y que sólo se ha ido logrando de a poco con la experiencia de poner a prueba diariamente a la nueva institución e irla asumiendo como SU institución.
El Consejo de Fábrica de Inveval ya tiene más de 2 años funcionando con altas y bajas, estas últimas producto, sobre todo, de la situación de parálisis de la producción de la empresa que genera un inevitable cansancio y desmoralización en algunos compañeros. Sin embargo, es posible afirmar que la experiencia que se ha dado en Inveval demuestra con creces la enorme voluntad y el espíritu de lucha de un proletariado, representado aquí por este puñado de hombres y mujeres que sumados todos no pasan de la veintena, capaz de administrar y dirigir empresas mejor que capitalistas y burócratas y, aún a pesar, del sabotaje de estos últimos.
3.- Los casos de INAF y Gotcha
La lucha por el control obrero no se dio exclusivamente en Inveval, en todo caso aquí ha tenido más notoriedad porque se trata de una empresa nacionalizada por el Estado y, en parte gracias a esto, o a pesar de ello, ha logrado sostenerse en el tiempo. Pero el primer consejo de fábrica se constituyó en Sanitarios Maracay, empresa tomada por sus trabajadores en conflicto con el capitalista, a finales del año 2006. Unos 9 meses duró esta experiencia de soviet obrero donde se volvió a confirmar la capacidad y la creatividad de los trabajadores para administrar y dirigir empresas de una forma mucho más eficiente que los capitalistas. Desafortunadamente, la pésima orientación que le dio a la lucha la dirección ultraizquierdista de la UNT regional se sumó a la visión reformista de la burocracia sindical que dirigía el Ministerio del Trabajo en ese momento y acabaron con ella.
Pocos días después de la derrota de Sanitarios Maracay, los trabajadores de una empresa fabricante de piezas de plomería, ubicada en la localidad de Cagua en el Estado Aragua, constituían un consejo de fábrica para desarrollar una dirección colectiva de la misma. Los trabajadores de INAF (Industria Nacional de Artículos de Ferretería) habían tomado las riendas de la empresa en el año 2006, después que el capitalista la abandonara por incapacidad y falta de interés en ella, y organizados en torno a una cooperativa habían logrado mantenerla produciendo bajo la forma de autogestión. Sin embargo, y a pesar de su enorme entusiasmo y creatividad, se dieron de frente contra lo que cien años antes había planteado Rosa Luxemburgo, que las cooperativas no tienen posibilidades de competir exitosamente en una economía capitalista a menos que adopten los mismos métodos de explotación que las empresas capitalistas. Esta contradicción los hizo acercarse al FRETECO, a buscar la experiencia y la solidaridad de otros trabajadores que estaban dando batallas similares. Fue así como entraron en contacto con estas experiencias de control obrero, principalmente la de Inveval, y decidieron desarrollarla en su propia empresa. Desde entonces, junto con esta lucha se comenzó a dar otra de gran importancia también: que el Estado expropiara la empresa y la incorporara al proyecto de desarrollo socialista. INAF, como ya dijimos, es una empresa que fabrica piezas de plomería indispensables para los sistemas hidráulicos públicos así como para las viviendas. Es la única empresa en Venezuela que fabrica este tipo de pieza. A esto podemos agregar que uno de los principales objetivos del gobierno bolivariano es la construcción masiva de viviendas. Para cualquier ser pensante con dos dedos de frente, y más si se dice revolucionario, está más que claro que la expropiación de INAF debería ser casi una cuestión de Estado. No obstante, después de interminables e infinitas gestiones realizadas por los trabajadores de INAF, incluyendo la presentación de un proyecto de factibilidad, ante los organismos del Estado, básicamente, el desaparecido MILCO, y de otros tantos informes e inspecciones de funcionarios de éste último, ningún burócrata parece dispuesto hasta el día de hoy a impulsar la expropiación de INAF. Mientras, sus trabajadores continúan dando la batalla diaria por mantener produciendo a la empresa bajo control obrero.
Una historia similar se ha venido desarrollando, también, desde el año 2006 en la empresa Gotcha, ubicada en Maracay. Esta empresa de confección textil, propiedad del capitalista colombiano Wilson Balaguer, socio del anterior gobernador Didalco Bolívar, fue tomada por sus trabajadoras para reclamar pasivos laborales y por las condiciones de explotación a que eran sometidas. Después de un par de años de estar probando en carne propia lo inservible que es para los trabajadores el sistema de justicia burgués y la inoperancia de instituciones burocráticas como el Ministerio del Trabajo, además de hartarse de las constantes burlas del capitalista, tomaron definitivamente las instalaciones de la fábrica y han estado tratando de hacerla funcionar con más heroicidad que recursos. Hace aproximadamente un mes, con el apoyo y el asesoramiento de camaradas del FRETECO, constituyeron su consejo de fábrica para implementar una dirección colectiva en la empresa.
4.- ¿Fracasó la experiencia del control obrero en Venezuela?
Hay uno, entre tantos temas, donde se puede ver claramente la coincidencia de intereses de la burguesía con la burocracia reformista, y éste es, sin dudas, el de la participación de los trabajadores en la gestión de las empresas. Prácticamente, desde el comienzo de la nacionalización de empresas por parte del presidente Chávez (el único dentro del gobierno que ha impulsado este tipo de acción) empezó una satanización constante y sin tregua de las mismas a través de los medios de propaganda de la oligarquía, sobre todo, en los casos donde, como en Inveval o Invepal (en un primer momento), se dejó la gestión en manos de los trabajadores. Este ensañamiento ha tratado de enfatizar la baja o nula producción de estas empresas luego de su nacionalización, señalando como causa principal de ello la incapacidad de los trabajadores para dirigirlas. Este discurso, con un poco de maquillaje, es el mismo que emplea la burocracia para eludir su responsabilidad a la hora de echar a andar eficientemente las empresas nacionalizadas, pero en el fondo sólo trata de esconder, además de su propia incapacidad, los prejuicios y temores de clase que comparte con la burguesía. Para una y otra está claro que de darse una exitosa labor de los trabajadores al frente de las empresas ello significaría un ejemplo a seguir por el resto de la clase obrera que vería en la práctica el inútil y parasitario papel que juegan en la sociedad tanto burgueses como burócratas. El rol de imprescindibles para el buen funcionamiento y progreso de la sociedad que se han creado, se derrumbaría ante los ojos de esa misma sociedad como un castillo de naipes. Por eso, y sólo por eso, atacan y sabotean con tanto empeño cualquier experiencia de control obrero que traten de desarrollar los trabajadores.
Tomemos el caso de Inveval como ejemplo de lo que hemos venido diciendo. Mucho se ha dicho y escrito de la incapacidad de sus trabajadores para ponerla a producir, pero nadie se ha cuestionado hasta la fecha que la nueva empresa comenzó con una pata coja producto de la ineptitud de los burócratas que quedaron encargados de echar a andar el proyecto, los cuales en ningún momento tomaron en cuenta que Inveval es una fábrica de ensamblado de válvulas y que si no tiene materia prima, es decir, carcasas de válvulas, es imposible que produzca una sola válvula como ha venido ocurriendo hasta ahora. Los trabajadores, y esto nos consta, han dado una lucha incansable, primero por hacerle entender esta realidad a los burócratas del MILCO, y luego, obstinados por no lograr respuestas, por conseguir ellos mismos la materia prima. Las carcasas se elaboran en fundiciones privadas, y cuando trataron de adquirirlas allí chocaron con la solidaridad que existe entre los empresarios capitalistas a la hora de enfrentar a los trabajadores: o les vendían piezas defectuosas que no pasaban las pruebas de calidad o, simplemente, se negaban a venderles. Inclusive, el proceso de comercialización también se ha trancado pero a manos de la burocracia de PDVSA. Las válvulas que se fabrican en Inveval tienen un mercado exclusivo: la industria petrolera, es lógico, entonces, que siendo esta última un monopolio estatal e Inveval, también, una empresa del Estado hubiera una fluidez a la hora de colocar las válvulas. Pues, esto que suena tan lógico y razonable, tampoco ha sido así, la burocracia petrolera ha puesto, y aún hoy continúa poniendo, las mil y una trabas (en esto hay que reconocer que la burocracia es especialista) para que hasta la más simple gestión de venta se tranque por una falta de ortografía en una factura o una solvencia. La solución al problema de la producción era sumamente sencilla y los mismos trabajadores la plantearon desde un comienzo. El antiguo propietario de la CNV, Andrés Sosa Pietri, también lo es de la fundición de carcasas Acerven, ubicada en Tinaquillo, Estado Cojedes, la cual se encuentra cerrada desde el paro petrolero del año 2002, simplemente, había que expropiarla, como se había hecho con CNV, e incorporarla a la cadena de producción. Cuando esta información, por iniciativa de los trabajadores, llegó a oídos del presidente Chávez, a mediados del año 2008, éste, inmediatamente, firmó el punto de cuenta de la expropiación de Acerven. Al día de hoy no se sabe que ha ocurrido con esto pero Acerven continúa en manos de Sosa Pietri e Inveval sin materia prima. Pero no satisfecha con esto, la burocracia se dio el lujo de mantener a Inveval sin presupuesto durante todo el año 2008, a pesar que el presidente Chávez firmó el punto de cuenta respectivo el 28 de agosto de dicho año, luego de enterarse de la problemática por la que atravesaba la empresa.
La actual situación de Inveval es crítica. La empresa que desde el año 2005 se ha mantenido bajo control y administración de sus trabajadores, desarrollando la más avanzada experiencia de control obrero de Venezuela, lo cual le ha valido en convertirse en todo un ejemplo para la clase obrera mundial, está pagando cara su osadía. La burocracia ha lanzado un nuevo y más profundo ataque en su intento por desaparecerla. Esta vez, desde PDVSA Industrial se intenta manipular el decreto número 6.413 firmado por el presidente Chávez el 9 de septiembre de 2008 para constituir una tercera empresa desde Inveval y PDVSA Industrial, denominada Insuval, y cuyo fin era asumir entre ambas la supuestamente expropiada Acerven y solventar de esta forma el problema de la materia prima, para plantear la desaparición de Inveval disolviéndola en la nueva Insuval. Esto significaría algo más que la pérdida del nombre y de la identidad, sería, como ya se ha insinuado, la constitución de una directiva burocrática encabezada por tecnócratas de PDVSA y la desaparición o el relegamiento a un segundo plano del consejo de fábrica, en pocas palabras, acabar con la más larga y exitosa experiencia de gestión obrera.
5.- La lucha por el control obrero está hoy más vigente que nunca en Venezuela y el resto del mundo
La crisis mundial del sistema capitalista, posiblemente una de las más profundas en sus doscientos años de vida, con sus cierres generalizados de empresas y los millones y millones de desempleados, es la prueba viva del fracaso de un modelo de producción que ya hace mucho que no satisface las necesidades más elementales de la humanidad. Es necesario, como planteaba Marx, que un nuevo sistema socioeconómico lo sustituya. Ese sistema es el socialismo. Pero para construirlo, previamente, hay que acabar con el viejo sistema, desmontando y eliminando las estructuras del Estado capitalista con su economía de empresas privadas, con sus ministerios burocráticos, con su aparato represivo, y la única que puede realizar esa tarea, aunque le duela a los reformistas, es la clase obrera, para luego, sobre los escombros del viejo Estado, levantar su propia organicidad basada en los consejos de trabajadores, de campesinos, de soldados, de pueblo. Por eso decimos que la lucha por el control obrero de los medios de producción está hoy más vigente que nunca, no sólo en Venezuela sino en todo el mundo. Mientras los capitalistas se preparan, en muchos casos ya han comenzado a hacerlo, a buscar una solución a la crisis basada en la destrucción de los medios de producción, generando con ello el desempleo, la miseria y la muerte de millones de seres humanos que serán los que al final paguen con su vida la regeneración del sistema capitalista, los trabajadores deben tomar bajo su control esos medios de producción abandonados por los capitalistas para ponerlos a producir planificadamente lo que la humanidad toda necesita para pasar del reino de la necesidad al de la libertad como planteaba Carlos Marx.
En Venezuela la crisis ya está golpeando a la puerta, la caída de los precios del petróleo está dejando sin mucho margen de maniobra al gobierno bolivariano y el modelo económico reformista de concertación con la burguesía, que desde hace más de un año trata de implementar la burocracia, hace agua por todos lados. A esto hay que agregarle el cierre diario de empresas, en algunos casos como consecuencia de la crisis de las casas matrices en el exterior y en otros como parte del continuo sabotaje económico de la oligarquía. Las empresas que no cierran trabajan a media máquina, como es el caso de la industria agroalimentaria, generando continuos problemas de desabastecimiento e inflación. Lo mismo está ocurriendo en el sector automotriz, que al igual que en el resto del mundo, está resultando uno de los más afectados. En los últimos meses hemos visto, como los trabajadores de la empresa fabricante de vidrios para carros, Vivex, ubicada en Barcelona, Estado Anzoátegui, debieron tomar las instalaciones de la fábrica para reclamar el incumplimiento de las obligaciones laborales del empresario Ernesto Viso. Luego de 5 meses de lucha y de un claro intento del capitalista por estrangularlos económicamente, solicitaron al gobierno bolivariano la expropiación de la empresa, y ante la aparente negativa de éste de ejecutar dicha acción, ahora se están planteando seriamente la posibilidad de volver a poner a producir la fábrica ellos mismos. En Mitsubishi, el enfrentamiento entre trabajadores que reclamaban contra el despido injustificado de compañeros tercerizados y los capitalistas, dejó dos trabajadores muertos a manos del aparato represivo del Estado burgués y, aunque por el momento se haya llegado a una tregua, más temprano que tarde la confrontación resurgirá ante nuevos e inevitables incumplimientos de los capitalistas. Otro tanto se podría decir de la empresa Toyota en Cumaná. Esta realidad también se está trasladando, con mayor o menor intensidad, a los demás sectores de la economía y nos plantea un panorama de numerosos y cada vez más frecuentes enfrentamientos entre trabajadores que intentan conservar sus puestos de trabajo y capitalistas que quieren eliminarlos. En medio de una revolución, esta situación pronto se transforma en una lucha por el control de los medios de producción, como está ocurriendo en Vivex, y de la cual rápidamente se pasa a la lucha por el poder.
Si en el año 2005 tuvo una gran trascendencia y resultó un impulso para la revolución la toma de empresas bajo la consigna, asumida en aquel entonces por el presidente Chávez y la ministra María Cristina Iglesias, de “fábrica cerrada, fábrica tomada”, en este 2009, en medio de la crisis capitalista y del fracaso del modelo conciliador reformista, esta consigna, más vigente que nunca, y que nuevamente está siendo asumida por los trabajadores, también debería ser retomada por el gobierno bolivariano, destrabando y apoyando las experiencias de control obrero existentes como en Inveval, INAF y Gotcha, entre otras, promoviendo el control obrero entre las empresas que ha nacionalizado o creado, e impulsándolo en donde está naciendo, como es el caso de Vivex. Esto como un primer paso hacia la nacionalización total de los principales medios de producción y la generalización de la administración y el control obrero de los mismos, la única vía para el triunfo definitivo de la revolución. El próximo mes de junio, posiblemente se celebre el II Encuentro Latinoamericano de Empresas Recuperadas, el gobierno bolivariano no debería perder esta excelente oportunidad para retomar el camino correcto del año 2005.