Julio Antonio Mella y el trotskismo

Este texto de Carlos Márquez se presentó como ponencia al primer Seminario Internacional sobre la vida y las ideas de León Trotsky, celebrado en la Habana, Cuba, en mayo de 2019.


FUENTE ORIGINAL

Julio Antonio Mella escribió en alguna ocasión “Vencer o servir de trinchera a los demás: Hasta después de muertos somos útiles”. Y lo sigue siendo. Mella admiraba a León Trotsky al que llamaba: “el dínamo de la revolución”. Entró en contacto con la oposición de izquierda internacional y en choques con los métodos y las ideas del reformismo y el estalinismo. A él le gustaba decir las cosas como son, sigamos su ejemplo. Hay que decir que Mella dedicó su vida a la revolución —y murió por ella— y en ello entró en conflicto con el burocratismo y con los oportunistas que con una fraseología radical planteaban poner un freno a la revolución, conciliando y sucumbiendo frente a la gran burguesía.

Parece increíble que Julio Antonio sólo viviera 27 años convirtiéndose en figura central del movimiento comunista en Cuba, México y Latinoamérica. La juventud es el motor de la revolución proletaria. Mella nos recuerda a los bolcheviques rusos, esos incansables jóvenes que rompieron con lo establecido bajo una perspectiva revolucionaria proletaria clara. Sin gente así no se puede revolucionar la sociedad. Pero no es suficiente ese impulso, también se requiere construir las sólidas fuerzas que la transformen: el partido revolucionario.

El impacto de 1917

La toma del poder de los trabajadores rusos sacudió al planeta, abriendo las compuertas de la lucha de clases a nivel internacional. En Cuba ya existía una incipiente tradición socialista antes de 1917. Los emigrados cubanos, desde la mitad del siglo XIX, habían entrado en contacto con ideas socialistas. En 1918 encontramos grupos comunistas y anarquistas que simpatizan con la revolución rusa y se dan los primeros intentos de construir un partido comunista, tarea que no fructificó.

Los vientos de cambio vinieron a Cuba inicialmente de la mano de los estudiantes universitarios que se enfrentaron a Machado, apenas dos años después del triunfo de la revolución rusa. Julio Antonio, proveniente de la pequeña burguesía, se inmiscuyó en la lucha de forma dirigente y entró en contacto con líderes obreros como el anarcosindicalista Alfredo López, quien tendría una enorme influencia sobre él.

Mella fue comprendiendo la necesidad de la unión con la lucha proletaria. En la lucha estudiantil iría evolucionando, a través de su consecuente práctica, de una posición reformista a una revolucionaria. Eso se puede notar en los artículos escritos en la revista universitaria Alma Mater y en la siguiente revista Juventud, en ésta última empieza a defender la necesidad de la revolución social. Ahí aparece un artículo suyo, en febrero de 1924, sobre la muerte de Lenin, “Lenine Coronado”, donde también se puede leer una primera referencia explícita y favorable a Trotsky. Esto no es de extrañar, en ese momento era incuestionable que estos dos personajes fueron los dirigentes principales de la revolución de 1917 y del partido bolchevique. No se puede entender el triunfo de la revolución rusa sin el papel de estos dos hombres. A nivel internacional el partido bolchevique era conocido como el partido de Lenin y Trotsky.

Lenin y Trotsky, aunque en los puntos fundamentales siempre coincidieron, tuvieron algunas diferencias antes de la revolución que los mantuvieron alejados. Esas diferencias se borrarían en la práctica. Estando en dos puntos distantes sin contacto entre ellos, sacarían las mismas conclusiones sobre las tareas de la revolución. En 1917, no había ya razón que impidiera su plena unificación. A partir de ese momento, Lenin dijo que no había mejor bolchevique que Trotsky, siendo desde entonces cercanos compañeros de armas. En 1924 la burocracia iniciaba su ascenso, Lenin establece una alianza con Trotsky para combatirla. Lo interesante es que Mella no sólo en 1924 hablaría favorablemente sobre Trotsky, sino también en los periodos donde había un franco ataque en contra de él e incluso cuando a sus seguidores les habían expulsado del partido comunista.

Del leninismo al estalinismo

En agosto de 1925 se funda el Partido Comunista Cubano (PCC) en una reunión clandestina con 13 delegados. Las principales figuras fueron Carlos Baliño (histórico combatiente desde la época independentista) y Julio Antonio Mella. En los años 20 emergió una generación de jóvenes revolucionarios, la figura de Julio Antonio Mella es su iniciadora y su centro. La incorporación de Mella al comunismo se da en los primeros años del tránsito del bolchevismo a la estalinización, que afectó no solo al partido comunista y al estado ruso sino a toda la internacional. Julio Antonio no fue imparcial y podemos decir con toda seguridad que no se posicionó del lado de Stalin en esta pugna que él conocía. Un ejemplo claro es que mientras Mella hizo varias referencias favorables a Lenin y Trotsky, nunca escribió en sus artículos el nombre de Stalin.

La revolución de Octubre estableció el régimen más democrático de la historia. La democracia obrera implicó el control de los soviets y de los trabajadores sobre el Estado y la economía; nació una enorme libertad artística que se expresó en el surgimiento de distintas vanguardias; había una independencia de los sindicatos por parte del Estado, para, como dijo Lenin, se pudieran defender de los excesos del propio Gobierno Obrero; el partido bolchevique seguía siendo el espacio de combate de ideas revolucionarias, donde el surgimiento de corrientes y agrupaciones políticas era lo más normal. En medio de las condiciones más duras de la lucha, en medio del acoso y ataques brutales de los imperialistas, como lo fue la guerra civil, el partido seguía celebrando sus congresos anualmente. La Internacional Comunista seguía esa misma tradición. La democracia obrera lejos de abrir la puerta a la contrarrevolución, amalgamaba a los revolucionarios.

Bajo la dirección de Lenin y Trotsky se combatía cualquier privilegio y los debates se daban políticamente arguyendo a la autoridad moral y a la fuerza de los argumentos de la dirección. Con el ascenso de la gris burocracia se sustituyó a la dialéctica por el dogmatismo, el debate de las ideas fue aplastado por el aparato. El espíritu revolucionario de Mella no podía lidiar con esa caricatura que quería parecer marxista. En la antigua Roma el cristianismo fue cooptado por la casta gobernante y se convirtió en una religión de la clase en el poder pero manteniendo un discurso a favor de los pobres. De forma similar la burocracia estalinista hablaba a favor de la revolución de Octubre negándola en la práctica.

Expulsado del Partido Comunista

Mella se acerca al marxismo, atraído por el legado de Octubre. Él se inspiró en las ideas y la práctica de Lenin y Trotsky, a los que había leído. Él se convirtió en un momento en la figura central de la lucha contra Machado en Cuba, quien respondió atacándolo y encarcelándolo.

Mella es la conjunción de la historia de la lucha revolucionaria cubana que se liga a las ideas científicas del marxismo revolucionario. El marxismo no es un movimiento nacido de la nada, se inspira y liga al movimiento revolucionario anterior, iniciando por el socialismo utópico aunque superándolo. El caso de Mella se inspira en la tradición revolucionaria cubana, es conocido su escrito (que quería convertir en libro) sobre José Martí. Cuba era un país que nunca había sido libre y Mella comprende el potencial revolucionario de la lucha de liberación nacional.

El joven Partido Comunista Cubano, en parte por su juventud, su debilidad y la represión de que era objeto por parte de Machado; pero también en parte por la debilidad política de su dirección, entró en un amargo conflicto con Mella, al grado de realizarle un juicio interno y expulsarlo de la organización.

Aquella dirección del PCC no fue capaz de ponerse a la altura de las tareas históricas, al grado de preocuparse más porque Mella realizaba su huelga de hambre que por hacer una campaña consistente por su liberación. En vez de entablar un debate claro de la táctica a seguir, llegaron a acusar a Mella de hacer la huelga de hambre contra sus compañeros, de ser individualista y poco proletario. Cuando Mella salió de la cárcel enfermo, perseguido y con el peligro de ser asesinado, las críticas duras del PCC se mantuvieron. Querían control más que brindar respuestas correctas y claras frente a los ataques. La debilidad política lleva a la solución de problemas no por el debate sino por el aparato. Ese fue el primer gran desencuentro de Mella con este tipo de métodos burocráticos.

Sus palabras, al salir de la cárcel, son en parte una crítica a la dirección del PCC reafirmando que tiene plena fe en sus ideales. A la vez que pide la libertad del resto de compañeros presos señala que: “El pueblo de Cuba ha demostrado que sabe vivir el actual momento histórico de la Humanidad”. Contrario a la estreches de miras de los dirigentes comunistas cubanos de aquel momento.

Al exiliarse en México, Mella ingresa al Partido Comunista de ese país. La Internacional Comunista, tuvo que intervenir para que el PCC reconociera su error y su formal readmisión a la organización.

Mella no fue un exiliado derrotado, sino un militante activo. Nunca deja de lado la lucha revolucionaria en Cuba a la vez que se integra a la lucha de clases en México. Es un defensor del frente único leninista, impulsa agrupaciones de apoyo a la lucha de Sandino en Nicaragua, por la liberación de Saco y Vanzetti (por lo cual pisa la cárcel nuevamente) y es parte de la dirección de la Liga Antiimperialista de América.

Bruselas y la URSS

En nuestra opinión, el viaje a Bruselas y a la URSS es un punto de inflexión en el desarrollo político de Julio Antonio. En los debates del encuentro antiimperialista se da una ruptura definitiva con el oportunismo de Haya de la Torre y el APRA (ya en México habían entablado una polémica), en esencia ellos tenían una política de subordinación imperialista. Ahí también se da un nuevo enfrentamiento con los métodos del aparato.

Las posiciones políticas de Mella tienen un buen eco en el Congreso Antiimperialista de Bruselas, al igual que en la URSS sus posturas sobre la táctica sindical. Se eligió un representante permanente de América Latina para la Internacional Sindical Roja y Mella fue un candidato natural para el cargo. El aparato actuó, bajo la mano de Antonio Codovilla, para combatir políticamente a Mella y evitar que quedara como el representante sindical latinoamericano. Codovilla, sabiendo que podía perder, evitó la votación y llamó a seguir discutiendo en una nueva reunión, citando a sus fieles a una hora y media hora después a quienes apoyaban a Mella, cuando estos últimos llegaron fueron criticados por indisciplinados además que la votación ya se había realizado. Codovilla se lavó las manos con el argumento que fue un error de traducción.

Otra cosa importante pasó en ese viaje. Mella entró en contacto con Andreu Nin, en aquel momento miembro de la Oposición de Izquierda. Él explicó las diferencias en la internacional y mostró el programa. Poco tiempo después de su salida de la URSS, la Oposición sería expulsada del Partido.

En ese tiempo Mella escribe el artículo “Cuadros en la Unión Soviética” donde no aparecen críticas a la URSS. Cada fruta tiene su estación, hay momentos para ser cautelosos y otros para pasar a la ofensiva en la crítica. Dicho artículo muestra una serie de avances de la economía planificada y de la revolución, a pesar de la burocracia, pero incluso ahí cita nuevamente a Trotsky, lo cual en sí mismo, en ese momento de hostilidad contra la oposición, ya era un abierto desafío.

¿A dónde va el APRA?

Los bolcheviques sabían que la única esperanza para la revolución rusa, donde no había condiciones para el socialismo debido a su atraso, era la extensión de la revolución al resto de los países, sobre todo a los capitalistas desarrollados. Con el estalinismo se pasó del internacionalismo proletario al socialismo en un solo país y se retomó la vieja consigna menchevique de la revolución por etapas. La “nueva” estrategia revolucionaria fue la alianza con la burguesía nacional “progresista” en contraposición de la política de Lenin y Trotsky, quienes siempre defendieron la independencia de clase. La contrarrevolución burocrática no regresó al punto de inicio, por todo un periodo se mantuvo la base económica basada en la planificación que, pese a todo, significó enormes avances económicos, aunque bajo la asfixia y el freno del burocratismo.

El fenómeno del burocratismo le tocó vivirlo a Lenin en sus primeras etapas, estableció una alianza con Trotsky para hacer frente y combatirlo. Su muerte y la derrota de la revolución alemana de 1923, aceleró la batalla interna. Trotsky y sus seguidores conformaron la Oposición de Izquierda, llamándose a sí mismos los Bolcheviques Leninistas, reflejando que su tarea era la defensa del verdadero legado de Octubre.

El escrito de mayor madurez en la vida de Mella es: “¿Hacia dónde va el ARPA?” Que no es una polémica únicamente contra Haya de la Torre, Mella nos aclara que: “Contestar al ARPA es un medio de contestar a todos los oportunistas y reformistas traidores que sustentan iguales o similares ideologías, aunque nieguen tener vinculación con el ARPA, o se digan enemigos de ella. De aquí la utilidad de tratar de fijar nuestros puntos de vista frente a la propaganda de los traidores conscientes al proletariado y a los pseudo-reformistas de las tendencias revolucionarias” (subrayado nuestro). Se puede deducir que la crítica iba dirigida también al mismo seno de la Internacional Comunista.

En su polémica contra Haya de la Torre, Mella critica su política que con un discurso pseudorevolucionario terminaba conciliando y sucumbiendo ante la burguesía. Citando a Lenin le responde:

“La Internacional Comunista debe apoyar los movimientos nacionales de liberación [aunque tengan una base, como todos la tienen, democrático burguesa, nos aclara Mella] en los países atrasados y en las colonias solamente bajo la condición de que los elementos de los futuros partidos proletarios, comunistas no solo de nombre, se agrupen y se eduquen en la conciencia de sus propias tareas disímiles, tareas de lucha contra los movimientos democráticos burgueses dentro de sus naciones. La I. C. debe marchar en alianza temporal con la democracia burguesa de las colonias y de los países atrasados, pero sin fusionarse con ella y salvaguardando expresamente la independencia del movimiento proletario, aun en lo más rudimentario”.

Y reflejando su cercanía con la postura de Trotsky, alejándose del estalinismo que en ese momento defendía el apoyo a los kulaks, planteando su enriquecimiento, y a nivel internacional su apoyo a la burguesía nacional progresista, dice:

“En su lucha contra el imperialismo —el ladrón extranjero— las burguesías —los ladrones nacionales— se unen al proletariado, buena carne de cañón. Pero acaban por comprender que es mejor hacer alianza con el imperialismo, que al fin y al cabo persiguen un interés semejante. De progresistas se convierten en reaccionarios. Las concesiones que hacían al proletariado para tenerlo a su lado, las traicionan cuando este, en su avance, se convierte en un peligro tanto para el ladrón extranjero como para el nacional. De aquí la gritería contra el comunismo”.

En uno de los puntos centrales de las divergencias entre Trotsky y los estalinistas, Mella se posiciona del lado del primero.

El inicio del trotskismo en México

Julio Antonio, a su regreso a México, da una batalla por la defensa de las ideas de la Oposición de Izquierda junto a Russell Blackwell, que usaba el seudónimo de Rosario Negrete. Por citar uno de los testimonios que nos hablan de ello, podemos mencionar las palabras de Manuel Rodríguez, quien dice:

“Yo acompañé a Rosario Negrete a Veracruz, en el momento de la rebelión escobarista. Íbamos a entrevistarnos con Úrsulo Galván, él como encargado de los Pioneros y yo como secretario general del Socorro Rojo Internacional. En ese viaje, Negrete empezó a platicarme de las diferencias entre Trotsky y Stalin, y me dijo que platicara con Julio Antonio Mella. Platiqué varias veces con él, compartía los puntos de vista de Negrete” (Olivia Gall, Trotsky en México).

Nuestra compañera y amiga, Celia Hart Santamaría, nos recordó cómo Mella le obsequió a Alberto Martínez la Plataforma de la Oposición con la dedicatoria: “Para Alverto Martínez con el propósito de rearmar al Comunismo” (Celia Hart, “Julio Antonio, hasta después de muerto”). Este es Mella después del viaje a Bruselas y a la URSS.

El espíritu revolucionario incansable de Mella le llevó a choques continuos con la política del estalinismo y sus direcciones nacionales. Su autoridad y trabajo lo hacían un objetivo difícil de hacer a un lado y, por el contrario, tenía que ocupar roles de primer orden. Blackwell nos explica:

“En México, a pesar de los continuos desacuerdos con los dirigentes oportunistas del partido mexicano, Mella pronto se convirtió en un líder destacado. Debido a las instrucciones, el partido mexicano prácticamente obligó a Mella, así como a muchos otros camaradas extranjeros, a dedicarse casi exclusivamente al trabajo antiimperialista. Mella fue durante un período considerable secretario general de la Liga Continental Antiimperialista de toda América y de esta manera sus energías se desviaron en gran medida del campo donde habría sido más útil para el movimiento. Más tarde, sin embargo, durante un período en 1928, Mella ocupó provisionalmente el secretariado general del Partido Comunista de México”.

Blackwell también nos menciona como Mella, al ser el secretario provisional del PCM, da una ofensiva contra la política de conciliación con la burguesía. Se da una diferencia fuerte en la táctica sindical, donde Mella defiende (y gana el debate) de crear una nueva confederación sindical (diferente a la CGT y la oficialista CROM), en un momento donde, dice Blackwell, era posible aglutinar a sectores que estaban rompiendo con los reformistas y burócratas y romper la hegemonía de control en los sindicatos mexicanos.

Este debate acrecentó las tenciones en el PCM mientras Mella era acusado de ser trotskista. Vino una ofensiva en contra de él con toda una presión del aparato, Blackwell nos explica:

“Pero al regreso de la delegación Mexicana de Moscú después del Sexto Congreso Mundial de la Comintern, el camarada Mella no solo fue removido de este puesto provisional, sino que también fue eliminado sumariamente del Comité Central, ante la insistencia del ala derecha de la C.E.C. dirigido por Martín (Sitirner) y Carrillo. En un período anterior, Mella había sido acusado de ‘trotskista’ y solo a través de una renuncia formal al punto de vista de la Oposición de Izquierda, que probablemente fue el mayor error político de su carrera en el partido, se le permitió mantener el liderazgo” (Russell Blackwell, “Julio A. Mella”, marxist.org).

Efectivamente, en una reunión del Comité Central del Partido Comunista Mexicano, en medio de todas las presiones, Mella dice no pertenecer a la oposición de izquierda, nótese que Blackwell usa el término “renuncia formal del punto de vista de la Oposición” pues no significa un abandono en la realidad de esas ideas ni mucho menos una asimilación de las del estalinismo. En medio de esta disputa Mella es echado, por segunda vez, fuera de un Partido Comunista.

¿Quién asesinó a Mella?

Un mes antes de su asesinato, Mella tuvo una agria discusión con Vitorio Vidalli dentro del local del Partido Comunista, enfurecido, el segundo le dijo: “No lo olvides nunca: de la Internacional se sale de dos maneras, ¡o expulsado o muerto!”. Este personaje tendría una historia obscura, durante la guerra civil española Andru Nin, ex militante de la oposición de izquierda y miembro del POUM, fue asesinado por los estalinistas. Vidalli es acusado de estar implicado en este asesinato al igual que el del mismo Trotsky. Tras la muerte de Mella, su pareja sentimental, Tina Modotti, terminaría unida a Vittorio Vidallí. Tina estuvo junto a Mella cuando lo asesinaron y en la propia investigación policiaca fue acusada de estar implicada.

El Estalinismo es tan opuesto al bolchevismo que tuvo, para consolidarse en el poder, que exterminar a la generación del partido que hizo la revolución. Entre 1936 y 1938 se realizaron los juicios de Moscú, donde fueron condenados a muerte, acusados de crímenes contrarrevolucionarios, una gran cantidad de militantes comunistas. Algunos de ellos no llegaron siquiera a ser juzgados pues no sobrevivieron a las salas de tortura, cárceles y los campos de concentración. El propio León Trotsky sería asesinado en 1940 por un agente estalinista en la misma ciudad que vio morir a Mella. Pero el comunista cubano fue asesinado en 1929, cuando ésta práctica de asesinatos del estalinismo aun no era aplicada.

Sobre la muerte de Mella, diversos historiadores como Adys Cupull, Froilan González o Christine Hatzky, han dado pruebas de que los asesinos materiales fueron matones de Machado, el presidente cubano, llamados: José Agustín López Valiñas y Miguel Francisco Sanabria.

Russell Blackwell (Rosalío Negrete), fundador de la Oposición de Izquierda en México, señala en el ya citado artículo biográfico de Mella, escrito dos años después de su muerte: “El 10 de enero fue asesinado a tiros en la calle por los asesinos de Machado…”, reconociendo al dictador cubano como el asesino. Una de las investigaciones más recientes, realizada por Gabriela Pulido y Laura Moreno, indaga en archivos encontrados de la policía mexicana que se comparan con los de la policía cubana, demostrando además su complicidad en este asesinato y la protección de los ejecutores materiales (ver El asesinato de Julio Antonio Mella: informes cruzados entre México y Cuba, Secretaría de Cultura e INAH).

Como bien dice Julio Cesar Guanche: “ambas versiones [del asesinato de Mella] explican mejor la vida de Mella que su muerte: lo explican todo sobre su carácter revolucionario” (“¿Por qué leer a Julio Antonio Mella?”, rebelión.org).

¿Fue Mella un trotskista?

El término trotskista fue inventado para desprestigiar a quienes mantuvieron en legado de Octubre y se agruparon en la Oposición de Izquierda, distorsionando con ellos sus ideas e invirtiendo el papel jugado por Trotsky y Stalin en la revolución. La última batalla de Lenin luchar contra la burocracia en una alianza con Trotsky. Se creó una escuela de falsificación estalinista que escribió una nueva y distorsionada historia. En su viaje a Moscú y Bruselas, Mella se puso al tanto de estos debates de la internacional.

Difícilmente se cuestionan las credenciales marxistas de Julio Antonio Mella. León Trotsky no es más que la continuidad de las ideas del auténtico marxismo y es evidente que Mella no fue un estalinista y se inspiró en las ideas y lucha de Lenin y Trotsky. Mella tenía una cabeza propia que pensaba con dialéctica y libertad, pero con una posición de clase y llegando a la conclusión del papel traidor no sólo del imperialismo sino también de las burguesías nacionales (los ladrones locales). Fue un internacionalista que nunca abandonó la lucha revolucionaria en Cuba, de la que en su momento dijo que: “La lucha es internacional, como internacional es la fuerza que sostiene al gobierno de Cuba: el imperialismo capitalista”.

Mella tiene raíces nacionales en su lucha revolucionaria, admiró a José Martí pero entendió el papel de la clase obrera. Sabía que en la lucha de liberación nacional la clase obrera debía jugar el roll dirigente, comprendió el papel traidor de la burguesía nacional y que la liberación nacional completa del imperialismo no podía darse sin una lucha por el socialismo. En su artículo “El grito de los mártires”, sentencia: “Ya no hay patria. Sólo clases enemigas”.

¿Mella perteneció a la Oposición de Izquierdas? En realidad la oposición se estaba creando, Julio Antonio Mella jugó un papel en ese arranque siendo una vía para llevar las ideas de los bolcheviques leninistas a México y Cuba. Bajo las presiones, Mella dijo que no pertenecía a la Oposición. Eso pudo haber sido un error momentáneo, aunque no un abandono de las ideas. La oposición no era un ente creado sino un organismo en construcción. No significa un abandono de Mella de las ideas y la perspectiva, tras su muerte varios de sus colaboradores cercanos formarían la Oposición de Izquierdas.

Mella fue un revolucionario íntegro y eso lo llevó naturalmente a chocar una y otra vez con el estalinismo, no tenemos dudas que si hubiera vivido más, hubiera estado del lado de Blackwell en México o Sandalio Junco en Cuba, reivindicando las tradiciones del bolchevismo y en contra el oportunismo estalinista. En ese momento, si Mella fue formalmente de la oposición de izquierdas o no, es lo de menos, lo importante fueron las ideas que defendió, que en esa disputa de la internacional se posicionó en los puntos nodales con las de Lenin y Trotsky en oposición a las ideas y métodos del estalinismo.

Las ideas y tradiciones de León Trotsky no son ajenas a la tradición revolucionaria cubana y latinoamericana, forman parte integral del nacimiento de nuestro movimiento y de los Partidos Comunistas en la América.

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