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En la ultima trinchera de combate del Che Guevara, en la Bolivia de la revolución, es muy probable que el Movimiento Al Socialismo (MAS) con su discurso de nacionalización del gas y su estrategia de defensa de la “democracia” gane las elecciones generales de diciembre. Ante esto es un menester que los marxistas revolucionarios nos dotemos de una política correcta hacia el movimiento político de los trabajadores.

De verdad no lo pensamos nunca. Nos han sometido por años a tanta injusticia; se ha esmerado tanto la última administración de Estados Unidos en hacernos padecer de desesperanza crónica y es tanto el odio concentrado el que se destila desde esas autoridades hacia la revolución cubana, que el día 9 de agosto constituyó para nuestro pueblo un verdadero milagro.

Más de uno lloró de emoción en Cuba al recibir la noticia. Sólo una razón muy poderosa podría provocar lágrimas a un pueblo recio y curtido en mil batallas. Si en determinados momentos de su historia su llanto enérgico y viril ha hecho temblar a la injusticia, ahora este afloraba para celebrar una decisión que hace valedera la justicia.

Los pasados 6 y 7 de agosto se celebró en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires el Encuentro Nacional Sindical cuyo objetivo inicial era acordar el lanzamiento de una Corriente Sindical de oposición a las actuales direcciones burocráticas del movimiento obrero, dotada de un carácter democrático y antipatronal, y opuesta a la conciliación de clases practicada por los dirigentes de la CGT y la CTA.