El estallido de la Primera Guerra Mundial en agosto de 1914 dejó a Lenin prácticamente aislado políticamente y en el exilio, con muy pocos contactos con el partido en Rusia. La Segunda Internacional había votado solemnemente en varios congresos oponerse a la guerra imperialista y, en caso de que estallara, utilizar todos los medios a su disposición para acelerar el derrocamiento revolucionario del capitalismo. Por el contrario, todos los partidos socialistas más importantes colapsaron en el socialchovinismo, defendiendo cada uno los intereses de su propia clase dominante en la guerra.