¡Por la autoorganización obrera en las fábricas! ¡Recuperar los sindicatos para dar una lucha contra la miseria capitalista!

El capitalismo avanza paso a paso en la crisis económica mundial la recesión ha llegado a niveles impensables.
El comercio mundial comienza a tambalearse, y se pronostica para este año que podría contraerse entre un 13% y un 32%, según las estimaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Las mercancías no encuentran realización ya que el mercado es demasiado estrecho, la caída del consumo ha llegado a niveles históricos.
El hambre está por donde se quiera ver: en Chile, Líbano, Irán, Irak, Argelia y Ecuador, pasando por Argentina sin perder rincón del planeta. Las protestas se incrementan día a día, abriendo situaciones de lucha, nuevamente con enormes movilizaciones que enfrentan a los diferentes regímenes políticos.
El capitalismo es horror sin fin. El entrelazamiento de la pandemia y la lucha de clases no deja dudas de que hay que dar un paso adelante.


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En Argentina, la hipocresía de la oposición de los Mauricio Macri, Mario Negri y Alfredo Cornejo, junto a María Eugenia Vidal, Patricia Bullrich y Elisa Carrió, no encuentra antecedentes en nuestra historia. Se suman al coro de hipócritas empresarios como Paolo Rocca, Benito Roggio, Héctor Magnetto, unos y otros pasaron de un silencio oportunista, en un frente nacional liderado por Alberto Fernández para combatir la pandemia del Coronavirus con el confinamiento social, para más luego plantear “Levantemos porque se van a morir más por la economía, que por la pandemia”. Otro tanto son los intendentes dialoguistas del conurbano bonaerense que junto a Horacio Rodríguez Larreta de CABA, mantienen una posición “distante” a Juntos por el Cambio para seguir “enfrentando” la crisis de la pandemia con la colaboración de los fondos de Nación.
Mientras sucede esto, en las fábricas y empresas los grandes patronos presionan para imponer, de facto, lo que no pudieron hacer pasar en el Congreso Nacional con el gobierno de Mauricio Macri, la Reforma Laboral.
Confinamiento versus economía aparece como una falsa dicotomía ya que los empresarios y banqueros, terratenientes y grandes patrones empujan con los despidos a levantar la cuarentena. Van y vienen con dardos y chicanas que se cruzan de un sector a otro ya que el gobierno estaría sosteniendo un “pacto de impunidad” por las caudas de Otesur y Sauces que imputan a la ex Presidenta CFK.

Por su lado los líderes de la CGT fueron cerrando acuerdos a la baja acompañando a los empresarios para que se vean beneficiados con los salarios de hambre que dejan en la calle a cientos de miles de trabajadores.
En definitiva, los grandes patronos reciben los subsidios del gobierno, más créditos baratos a los industriales por un lado y por el otro, intentan imponer condiciones laborales flexibilizándolas, llevando el trabajo a las condiciones de los siglos XVIII y XIX.
Los millones de mujeres y hombres ante el hambre salen a buscar un plato de comida, poniendo en peligro sus vidas, soportando condiciones laborales cada vez más precarias. El trabajo en negro o llamado informal sobrepasó el 49%. Con una economía de estas características resulta difícil la cuarentena y el trabajo cuidado.

Existe un segmento creciente de miles de trabajadores que soportan los recortes de salarios de hasta un 25%, 30% y 50% con el acuerdo de los líderes sindicales, las cámaras patronales y el Ministerio de Trabajo. La cifra aumenta día a día llegando a 2.900.000 trabajadores, suspendidos, despedidos y con bajas salariales. La llamada economía informal se incrementa con cada ola de despidos.
Según datos de la UCA “el 8,2% de los trabajadores del AMBA perdió su empleo y el 39,3% está suspendido o debió dejar de trabajar a causa de la pandemia de coronavirus, por fuera de los licenciados por ser grupo de riesgo, que son el 4,2% según los datos del último informe del Observatorio de Deuda Social de la Universidad Católica Argentina UCA”. Mientras que el 22% restante trabaja menos horas y solo el 26% sigue trabajando como siempre o más horas. El Cronista 30 de mayo 2020
En Córdoba, las automotrices bajan los salarios, y no se puede descartar despidos en un futuro mediato ya que tanto Renault como también Toyota van a despedir a nivel mundial el 16% y el 20 % de sus los trabajadores respectivamente.

A los Municipales de Córdoba se les impone recortes salariales y son empujados a masivas movilizaciones para defender sus salarios. Los docentes de todos los niveles de la educación, tanto pública como privada, con trabajo remoto, una modalidad que no se encuentra regulada por convenio laboral, soportan jornadas de 10 o 12 horas diarias. Mientras que el presupuesto para este año es el mismo que el de 2019, con una lógica devaluación de casi un 52%, depreciando a niveles de degradación a la educación pública. Amén de una suerte de privatización de la educación que, con el confinamiento social, masificó la utilización de las plataformas virtuales.
En Rosario, los choferes de colectivos urbanos e interurbanos han cobrado el 50% del salario del mes de abril, llevan veinte días sin solución y continua la medida de fuerza. Córdoba, Tucumán, Jujuy y el Área Metropolitana de Buenos Aires comparten los mismos problemas de cobro de salario. Conclusión 31/05/2020
Pero veamos que nos dice un informe del 11 de mayo publicado por Clarín. “Hasta fin de abril, fueron afectados en sus contratos laborales 511.162 trabajadores. Con problemas salariales se registraron 493.099 casos, que se corresponden con atraso en el pago (39.723), reducciones salariales (103.410), suspensiones con reducción salarial (14.162) y acuerdos entre partes para la reducción salarial (335.804). Y se registraron 18.063 casos de despidos y suspensiones, siendo 6.648 y 11.415, respectivamente.
El relevamiento es de CEPA (Centro de Economía Política Argentina) que no incluye las suspensiones, despidos y rebajas salariales entre los asalariados informales.” Clarín 11/05/2020

Podemos seguir con los ejemplos acá o allá. En Argentina, Chile o Brasil, Líbano, Irak o Irán, donde uno mire, son las mismas situaciones de avasallamiento de las condiciones laborales, desocupación, hambre y miseria, de contagio y muerte en manos del capitalismo potenciado por el del COVID-19.
Latinoamérica y el Caribe pasaron a ser el epicentro de la pandemia, sumado a que la caída del PIB en el 2020 se estima en un 4,6% menos en el continente según informes del Banco Mundial, lo que muestra la debacle del capitalismo.
En resumen, cientos de miles de trabajadores y trabajadoras, ocupados o no, formales o informales, son empujados a romper la cuarentena por un plato de comida, por el puesto de trabajo y por el cobro de la totalidad del salario.
Si en un principio el gobierno de Alberto Fernández manejó adecuadamente la pandemia, en esta fase se muestra incapaz de frenar a los grandes empresarios que imponen en los hechos la reforma laboral.
La falta de un firme control de cambio que permite una sistemática fuga de capitales del país al mejor interés, la suba del dólar paralelo o blue que dispara la inflación con su correlato en la suba de la canasta de alimentos, que arrastra al alza el costo de vida, muestran una sucesión de controles de parte del gobierno que no pueden ser aplicados ya que, una y otra vez, son boicoteados por el arco empresarial. Lo que no se posee no se puede controlar.

Comienza de manera gradual a madurar en la cabeza, en los músculos y en los nervios de la clase obrera y sectores populares, la necesidad de recorrer otro camino. Poco a poco la credibilidad de “quédate en casa, el Estado te cuida” o “Yo te cuido” en boca del Presidente Alberto Fernández, se muestra inviable ante un estado mayor capitalista que arremete contra la vida y el trabajo.

Debemos aprender de nuestra experiencia y hacer en consecuencia. La auto organización obrera se muestra no como una utopía sino como una necesidad, la organización en las fábricas y empresas, con el debido cuidado de la vida, debe forjar esta fase que transitamos. Cada conflicto que surge debe ser rodeado de solidaridad.
En Chile, los explotados comenzaron a resolver el problema del hambre a través de las ollas populares, combinados con los comités de fábrica que tomaron en sus manos la resolución de la reincorporación de los despedidos o la lucha contra la baja de los salarios.

La experiencia de la clase obrera y los sectores populares vienen a echar luz fácticamente, ante la desesperación de perder el empleo o parte del salario. No esperan más a los líderes sindicales, sean los gordos que se encuentran cómodos en sus sillones y con la mesa servida, o los dirigentes que adhieren al Fernandismo y al Kirchnerismo que prefieren no hacer olas ante la flagrante crisis.

El Estado argentino como empleador no se ha hecho esperar, no solo es un patrón que flexibiliza con la modalidad del monotributo, sino además con los contratos basura que impone el trabajo precarizado. En estos momentos el caso de Aerolíneas Argentinas es ejemplificativo, ya que suspende por los meses de junio y julio a 7500 trabajadores de una planta de 12000 empleados con el pago de un 75% de sus salarios, (Infobae 31/05/2020), o el caso de YPF en el que la Presidencia de la Compañía llegó a un acuerdo con todos los Sindicatos, Federaciones y Cámaras patronales para que se pague hasta el 60% de los salarios. (Econo Journal 01/06/2020) ¡Si el Estado que te cuida, te baja los salarios y te precariza qué podemos esperar de los empresarios y los grandes patrones!
El Estado de “todos” empieza a resquebrajarse ante miles de trabajadores que no encuentran respuesta.

“El Estado no tiene fin en sí mismo. Es simplemente un instrumento de trabajo en las manos de la fuerza social dominante. Como cualquier instrumento, tiene sus mecanismos motores, de transmisión y de ejecución. La fuerza motriz es el interés de clase, cuyo mecanismo consiste en la agitación, la prensa, la propaganda de iglesia, de escuela, de partido; la manifestación callejera, la petición y la sublevación. El mecanismo de transmisión es la organización legislativa de los intereses de casta, dinastía, capa o clase, bajo el signo de la voluntad divina (absolutismo) o nacional (parlamentarismo). El mecanismo ejecutor finalmente es la Administración, con la policía, los tribunales, las cárceles y el ejército.” (1905 Resultados y Perspectivas León Trotsky)

La podredumbre del capitalismo criollo junto a los capitalistas extranjeros, se expresa en el carácter parasitario y rentista de una clase burguesa que no tiene intención alguna de dar un paso al costado por el hecho de reconocer que ya no puede dar de sí misma más de lo que dio. Es la expresión del agotamiento del sistema capitalista en todos los frentes en la medida que no puede y no quiere desenvolver el mercado interno.
La clase obrera y sectores populares deben dar un paso al frente ya que las condiciones objetivas están dadas para avanzar en una organización económica y social que nos permita vivir con empleo pleno, salud y educación de calidad.
Solo así se podrá desarrollar la industria sobre la base de la capacidad instalada que tiene el país y su expansión necesaria, solo así se podrán desarrollar las grandes extensiones de tierras, organizadas en cooperativas agrícolas estatales, que no solo mantengan una relación armoniosa con el medio ambiente, sino que pongan a disposición de las grandes mayorías el pan de cada día de calidad y a bajo costo. Las fuerzas productivas necesitan un nuevo sistema social que las organice y planifique armoniosamente. Solo será posible con una verdadera rebelión de las fuerzas de producción.

No hay solución dentro de los marcos de la democracia parlamentaria burguesa que se sostiene en las relaciones de producción capitalista, su justicia dependiente del poder económico y sus fuerzas represivas que cuidan la propiedad privada de los medios de producción.

Los trabajadores formales y no, los sectores parados por el desempleo y la juventud debemos desenvolver la auto organización obrera. Debemos dar un paso en la organización en cada fábrica con la elección de comités que surjan de las asambleas con el método la democracia obrera, que tome no solo los problemas del desempleo y de la salud, sino de la producción con el debido cuidado ante un posible contagio.
El trabajo en los sindicatos, para su recuperación en manos de los trabajadores removiendo a los líderes sindicales que colaboran y concilian con los intereses de los empresarios, debe estar combinado con la auto organización de base.
Mercancías es lo que sobra y el hambre es abundante por donde se mire.
Ni los empresarios, ni los banqueros o los pools de siembra son capaces de sacar al país de la debacle en que se encuentra y menos sus representantes políticos.
Somos la única fuerza capaz de hacerlo. Los trabajadores y demás sectores explotados tenemos la capacidad y el poder de parar la economía y organizarla sobre una planificación que destierre la anarquía del mercado capitalista que solo beneficia a los más fuertes.
Avancemos por este camino hasta poner en pie un Gobierno de Trabajadores.