Tras 21 años de Militante nace La Izquierda Socialista

Hace 21 años, en julio de 1990 comenzó la publicación de Militante, voz marxista de los trabajadores y la juventud. Eran los tiempos del derrumbe de los países de Europa del Este y del régimen estalinista que, mal disfrazado de socialista, oprimía a millones de seres humanos. Aprovechando la confusión que cundía por doquier el capitalismo lanzó una feroz ofensiva ideológica y política con el fin de asestar un golpe definitivo al movimiento socialista. El capitalismo tampoco las traía todas consigo, no obstante el colapso estalinista le dio un impulso para implementar una feroz ofensiva expresada en políticas  de ataques a los derechos de los trabajadores, privatizaciones y todo tipo de  mecanismos para acelerar la extracción de plusvalía.

En México se combinaba este escenario internacional con la crisis profunda del priísmo que había sobrevivido muy a duras penas con el fraude electoral de 1988. La situación era contradictoria ya que si bien se había desatado un movimiento de millones de personas contra el fraude las organizaciones políticas de izquierda socialista escondían sus banderas y se cobijaban en la dirección nacionalista burguesa del Frente Democrático Nacional que después pasó a ser la del PRD.

El movimiento del 88 pese a tener el potencial de recuperar para las fuerzas del socialismo una base de masas significó la claudicación de la mayoría de los dirigentes que meses atrás planteaban no solo el socialismo sino incluso la revolución.

Militante, surgió pues, como  un movimiento de defensa de las ideas del marxismo, frente a una ofensiva ideológica de la burguesía y a la claudicación de multitud de dirigentes obreros y de izquierda socialista.

Originalmente nuestro surgimiento se debió al trabajo de los sectores más avanzados del movimiento estudiantil de la UNAM y el IPN, posteriormente diversificamos nuestros campos de intervención al movimiento sindical y al campesino.

Muchos de los iniciadores de Militante participamos en la fundación del PRD y desde el principio dimos la batalla por una alternativa socialista en su seno.

En el año de 1994 vimos con esperanza, como millones de trabajadores mexicanos, la aparición pública EZLN y advertimos que sólo con una alianza firme del campesinado con el movimiento obrero sería posible una salida victoriosa al conflicto. El movimiento transitó por otros senderos y pese a lo cual mantuvimos un apoyo crítico siempre que los zapatistas eran reprimidos por parte del estado o cuando se lanzaban a la movilización.

En 1995 analizamos la crisis económica y sus posibles efectos políticos uno de los cuales fue el fin de la marcha oficialista del 1 de mayo, la conformación de una nueva instancia obrera: la intersindical 1 de mayo y la creación de la UNT.

En esa época intervenimos en la Comisión Nacional Sindical del PRD gracias a lo cual tuvimos el honor de trabajar conjuntamente con Valentín Campa Salazar hasta unos meses antes de su muerte.

Alan Woods, dirigente de la CMIAlan Woods, dirigente de la CMI En el IPN participamos en la creación del Comité de Lucha Estudiantil del Politécnico en 1997 y luego en la gran huelga de 1999 -2000 en la UNAM durante la cual nos mantuvimos firmes desde el primero hasta el último día, impulsando la creación de una organización estudiantil que trascendiera los estrechos marcos de cada escuela, esto lo realizamos mediante el Comité Estudiantil en Defensa de la Educación Pública, que llegó a tener presencia en todas las escuelas del área metropolitana incluyendo Chapingo, la UNAM, la UAM y el propio IPN, así como algunas preparatorias y CCH´s.

En el año 2000 fuimos críticos respecto de la llegada al gobierno de Vicente Fox, al cual catalogábamos como una figura fabricada artificialmente por los medios con el fin de bloquear la llegada de una alternativa de izquierda.

La burguesía mexicana es profundamente insegura de sí misma, por tanto no siente la capacidad de poder controlar un gobierno que no provenga directamente de sus filas. Cedió en el cambio de  partidos en la presidencia pero no en el programa a implementar. En suma se trata de una dictadura burguesa con barniz democrático, es decir se respetan las elecciones siempre y cuando el ganador comparta el programa de ataques a los trabajadores, en caso contrario se implementan  mil y un triquiñuelas para corregir los “errores de las masas”.

Por supuesto los casos del Distrito Federal, Michoacán y Guerrero son muestra de que los planes de la burguesía no siempre son victoriosos, especialmente cuando hay organización y movilización.

Desde las páginas de Militante hemos advertido que la burguesía no se conformaría con mirar simplemente como se conforma un partido de izquierda de masas. Advertimos en un inicio que desde el gobierno se estaba estimulando la creación de una ala de derechas que desde el PRD mismo pugnará por la  convivencia y contubernio con el estado mas no por su transformación en favor de los intereses de los trabajadores.

De manera consecuente estimulamos la lucha que AMLO dio en Tabasco primero en el frente electoral, luego en la toma de pozos petroleros y posteriormente en la campaña por la presidencia del PRD. Una precondición para el triunfo en el 2000 era la depuración del partido, lamentablemente, lejos de ello AMLO pacto con ellos y les cedió la presidencia  en 1999 con lo que en cierto sentido coadyuvó a la política de destrucción de los comités de base que implemento su sucesora: Amalia García. Desde las páginas de militante explicamos este proceso y el resultado del PRD, inferior a 20%, nos dio la razón.

El 2001 vio un resurgir de la lucha zapatista y por supuesto participamos activamente en las movilizaciones que llevaron a una parte de la comandancia general del EZLN a la ciudad de México, la dinámica del proceso, en cierta forma, es similar al que hoy en día vive el movimiento de Javier Sicilia, por un lado apela a las masas más para la movilización de apoyo que para la organización, por otro lado pone excesivo énfasis en la negociación con el estado, pese a que reniega de él. El resultado entonces fue magro, la nueva ley indígena no satisfizo a nadie, pero el propio EZLN había iniciado un proceso de autoaislamiento y no volvió a apelar a la movilización, fundó los caracoles que pasarían después a ser municipios autónomos de facto y se limitó a mantener la organización desde sus propias comunidades.

En Militante explicamos que a la larga esto llevaría a un estancamiento, era cierto que las comunidades indígenas realmente necesitan poco para resistir, lo han hecho durante 500 años y lo pueden hacer por más tiempo, no obstante la oportunidad de una  superación de la pobreza y la explotación estaba a la par de la lucha de todo el pueblo trabajador, esto no se hizo y las consecuencias han sido el aislamiento cada vez más y más profundo de un movimiento que llegó a tener la oportunidad de ser un protagonista en la transformación del país.

Una conformación de los patéticos resultados de esta política fue sin duda la actuación del movimiento zapatista durante el proceso electoral del 2006, cuando se atrevieron a apuntar como el enemigo principal al propio AMLO haciéndole el juego a la derecha.

Luego del fracaso de su “otra campaña” el EZLN guardó un silencio sepulcral que sólo por breves espacios, como lo fue durante la muerte de Samuel Ruiz, han roto sin el menor efecto.

Hemos analizado e intervenido en luchas sindicales emblemáticas en los últimos años como fue el combate al régimen de jubilaciones y pensiones del IMSS en el 2004 que mostraba un nuevo despertar de las luchas sindicales y la incapacidad de dar solución a los problemas de los trabajadores con luchas aisladas.

Desde las páginas de militante fuimos testigos del surgimiento del fenómeno de masas en torno a AMLO, primero durante el desafuero de 2005 y luego en el marco del desarrollo de la candidatura presidencial.

Durante este proceso llegamos a publicar casi semanalmente y en un periodo de dos meses llegamos a vender 25,000 periódicos, lo cual ha sido el mayor monto de ventas en nuestra historia.

Políticamente mantuvimos la posición de preparar al movimiento contra el descomunal fraude que se avecinaba, fuimos casi los únicos en hacerlo lo que nos permitió una gran autoridad moral  en el estallido del gran movimiento de 5 millones de personas que se desató durante la segunda mitad del 2006.

2006 fue el año de la revolución en México, así lo señalamos por la beligerancia  del movimiento minero, por la insurrección de Oaxaca y por la lucha contra el fraude, lamentablemente nunca hubo una dirección dispuesta a dar el paso siguiente y convocar a la huelga general, que en el momento clave, unas semanas después del fraude hubiera tenido el efecto de derribar al gobierno. En Militante señalamos repetidamente las oportunidades que se presentaban y los peligros en no aprovecharlas.

Desviaciones previas a una  escisión

No obstante es preciso apuntar que exageramos adjudicando al movimiento revolucionario un carácter permanente en el sentido del tiempo, justo un año después del fraude el propio AMLO se negó a participar en la ciudad de México en las movilizaciones  y con ello quedó claro que la fase álgida, que va desde el fraude hasta la caótica toma de posesión de Calderón, había terminado.

Militante_CMILa Huelga General se empezó a convertir en una consigna útil para toda ocasión lo que  a la larga le fue restando seriedad.

En el periódico se fue reflejando una concepción que adoptaba las posiciones políticas de manera mecánica sin tomar en cuenta el cambio en la situación concreta y estableciendo conclusiones absurdamente esquematicas.

Un ejemplo de ello fue el enlazar el advenimiento de la crisis con un nuevo periodo de lucha de clases, cuando quedó claro que si hubo algo que dificultó las luchas obreras desde el 2008 pero más profundamente en el 2009 fue la enorme crisis económica, aunque este no fue el único factor.

Otro fue el posicionamiento ante el PRD  al cual se le dio un carácter fetichista, había momentos en los cuales parecía que el objetivo era defender al PRD a toda costa independientemente de que se estuvieran desarrollando procesos de masas  al margen de él aunque no en contra suyo, como fue el caso de la campaña por el voto al PT en Iztapalapa, donde cientos de miles, a pesar de la intensa propaganda en contra, se volcaron a favor de la auténtica candidata del PRD, utilizando para ello las siglas del PT. Como se vio después, aún a pesar del intento de traición por parte del candidato nominal “Juanito”, el movimiento logró hacer valer su decisión.  El acontecimiento de la votación hacia el PT en Iztapalapa fue sintomático en muchos sentidos, se trataba del primer movimiento de masas al cual el periódico no sólo no apoyaba sino que cuestionaba, al mismo tiempo la libertad que habían gozado los miembros de militante para expresar sus opiniones sobre la línea del periódico  desaparecía de golpe.

Las desviaciones en la forma de seguidismo absurdo a favor de la dirección de derechas del PRD y la actitud dogmática de frente a una situación nacional que seguían denominando revolucionaria no era más que la justificación de la dirección  de aquel entonces de Militante. En realidad,  el no poder analizar y asimilar el cambio en la situación derivó  en la perdida completa de fe en las perspectivas marxistas y de las tradiciones de 20 años del periódico, se olvidaron de la construcción del periódico y se concentraron en la formación de un pequeño grupúsculo que enquistado en la dirección pretendía, con medidas organizativas eternizarse hacerse de un control vitalicio del periódico.

Los cambios de periodo ponen a prueba  a programas y partidos. En este contexto  camaradas  que en su momento fueron  capaces de resistir las presiones más tremendas  después simplemente optan por desentenderse de todo y buscar salidas personales o de pequeños grupos.  En julio del 2009 se había hecho evidente, pero el grupúsculo enquistado, consciente de que no poseía elementos para argumentar su traición optó por preparar una ruptura  con la organización de México y  la Corriente Marxista Internacional, cuyos principios de defensa del marxismo en las organizaciones de masas han sido el puntal de nuestro trabajo desde el nacimiento mismo del periódico.

Afortunadamente la gran mayoría de los miembros de Militante se dieron cuenta a tiempo de las maniobras e imposibilitaron la actuación del grupúsculo el cual decidió desertar en diciembre del 2009. 

En enero del 2010  en una asamblea general en la que participó  70% de la militancia activa de la estructura del periódico se decidió continuar con la publicación de Militante retomando las tradiciones, los métodos y los principios organizativos que  había  nos habían dado presencia por 20 años.

Así inició una nueva fase del periódico, en la cual pusimos énfasis en los acontecimientos en el seno del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) dirigido por Andrés Manuel López Obrador, así como en el  movimiento sindical y estudiantil.

La continuidad del trabajo de los marxistas que impulsamos Militante se hizo evidente en el mantenimiento de todos los frentes de intervención; destacando por supuesto en el movimiento estudiantil, donde  hemos impulsado la consolidación del CLEP-CEDEP; en el seno del MORENA  interviniendo directamente en la formación de comités en los Estados de México, Distrito Federal, Campeche, Morelos, entre otros; en el trabajo sindical donde permanecemos al lado de las corrientes más combativas de la CNTE, del SME y del SUTIEMS.

El hecho más contundente de dicha continuidad ha sido el mantenimiento de las ventas globales de Militante.

A pesar de ello y con una absoluta falta de escrúpulos, mediante argucias legaloides el grupúsculo escindido registró como suyo el nombre del periódico ante el Estado Burgués. Fieles a sus nuevas posiciones prefirieron someter al periódico al escrutinio del Estado Burgués que al de las masas, por supuesto al mismo tiempo que mantienen la amenaza de emplear medidas legales contra los auténticos representantes de la tradición de Militante. 

En este marco los escindidos comenzaron a publicar un periódico con el mismo nombre, aunque con posiciones cada vez más extravagantes.

De este modo compañeros del movimiento, de buena fe nos cuestionaban sobre posiciones que nosotros no sostenemos, un ejemplo de ello es el asunto de la Huelga General, la cual es por supuesto una  acción de clase de mayor envergadura  en cualquier país fuera de una revolución en sí misma. No obstante, la consigna de la huelga general no se puede tratar como un fetiche ni para todos casos; en el año 2006 había todas las condiciones para un estallido de masas bajo la forma de una huelga general siempre y cuando se convocara en el momento oportuno para evitar la toma de posesión de Calderón, el movimiento estaba a la ofensiva e incluso algunos sindicatos charros tenían sus dudas respecto de que posición adoptar. No obstante la ocasión pasó, AMLO prefirió el plantón de Reforma y el ímpetu inicial poco a poco se fue disipando. Pasada la coyuntura aún hubo circunstancias en las cuales su convocatoria era factible, un ejemplo de ello fue el ataque al  SME, cuya dirección tardo aproximadamente un mes en convocar a la primera movilización importante, ahí también se perdió tiempo precioso.

Una vez recibido el golpe  al SME y en el contexto de la crisis el movimiento en su conjunto entró en una franca fase de reflujo del cual aún no se recupera. En este contexto repetir una y otra vez para toda ocasión la consigna de Huelga General, ridiculiza la consigna y dificulta, por supuesto, la explicación a los sectores más avanzados su importancia estratégica en la lucha de clases de la actualidad. El grupo de escindidos no cesa de repetir como letanía esa consigna sin explicar absolutamente nada, cuestión que nos obliga a hacer un deslinde.

Otro tema es por supuesto el posicionamiento acrítico  y abstracto que hacen respecto al PRD, que llega al grado de hacer frente común con la derecha chuchista en cuestiones concretas como por ejemplo lo que sucedió en el 2009 en Iztapalapa y en la campaña  de Encinas.

En suma, el efectuar un deslinde político público respecto del grupo escindido que neciamente continúa presentándose como Militante, es nuestra obligación, más aún cuando se acerca un nuevo periodo de luchas, tanto en el terreno electoral como en el sindical y los marxistas necesitamos mostrar abiertamente nuestras posiciones diferenciadas del grupo escindido. Para preservar la bandera y el pasado de Militante nos obliga entonces a construir una nueva identidad acorde a los momentos que vive la lucha de clases en la actualidad.

Después de un intenso debate hemos decidido lanzar La Izquierda Socialista, Voz Marxista de los trabajadores, la juventud y el Morena por diversos motivos:

Como un llamado a rescatar en el seno de las organizaciones de masas el proyecto anticapitalista más consecuente y acorde con los intereses de las grandes masas trabajadoras, el cual no puede dejar de ser democrático, combativo y revolucionario,  en una palabra socialista.

Para establecer claramente afinidades y diferencias con otros proyectos de izquierda, reclamando el derecho de todos los socialistas en el seno del movimiento a agruparse dentro de una bandera y una voz propia.

Convocando a todos los socialistas revolucionarios en el seno del Movimiento de Regeneración Nacional a sumarse a la construcción de una corriente socialista como el mejor medio para llegar la auténtica transformación del país.

La Izquierda Socialista retoma la tradición de 21 años de militante y al mismo tiempo asume el compromiso de defender las ideas del socialismo marxista en las luchas que se avecinan.

Te invitamos a sumarte a este esfuerzo que forma parte de la lucha que la Corriente Marxista Internacional desarrolla en los cinco continentes, hoy como hace veinte años y como en el futuro mantenemos firmes las banderas.

  • ¡Ni un paso atrás, ni para tomar impulso!
  • ¡Unidos y Organizados venceremos!
  • ¡Viva la lucha por el socialismo!

Fuente: La Izquierda Socialista (México)

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