We are publishing the draft perspectives document of the Venezuelan Marxists. For now it is only available in Spanish, but shortly we plan to have it up in English. The document provides a detailed analysis of the process in Venezuela and highlights the fact that a growing number of activists feel that the revolution must be completed now. The Opposition is weak and divided and time must not be lost. But within the Bolivarian movement there are leaders and bureaucrats who are trying to hold the masses back.
NOTA: El presente documento es una versión resumida del borador del documento político que los camaradas de la Corriente Marxista Revolucionaria discutimos durante la realización de nuestro III Congreso Nacional. Una versión completa y con todas las enmiendas y notas aclaratorias será publicado próximamente en la edición de nuestra revista teórica El Militante.
INTRODUCCIÓN
En el documento Perspectivas para la revolución venezolana, aprobado en el 2º Congreso de la CMR celebrado en diciembre de 2004, analizábamos la nueva etapa de la revolución en la que entramos tras la histórica victoria del 15 de agosto de 2004: “Los contrarrevolucionarios burgueses están “ponchaos” (al menos por un buen período) y la revolución está ahora al bate. La lucha principal es ahora entre reforma o revolución. Las contradicciones de clase a lo interno del movimiento bolivariano van a intensificarse. El sector reformista expresa la presión y los intereses de clase de la burguesía y el imperialismo. Tiene el control de la gran mayoría de ministerios, gobernaciones y alcaldías así como la gran mayoría de los diputados de la AN y la dirigencia de los partidos del Bloque del Cambio. Este sector se apoya, además, en una parte de la burocracia del estado. Pero sería un error pensar que la lucha está decidida por este hecho. Una de las características de este proceso, como ya hemos analizado en distintos documentos, es la enorme falta de autoridad de todos los actuales dirigentes –con la única excepción de Chávez- sobre las masas. A ello se une que la radicalización y el descontento de las bases tienden a superar a esos dirigentes e incluso a veces logra llegar al propio Chávez e influir sobre él (...) De cómo se resuelva esta lucha en los próximos meses e incluso años dependerá en buena parte del futuro de la revolución.”
Este análisis se esta cumpliendo con increíble exactitud. La lucha entre reforma o revolución se da, además, en estos momentos, en una situación nacional caracterizada por un crecimiento económico importante, que anima la lucha de los trabajadores y los sectores populares mas no está siendo suficiente, sin embargo, para solucionar ninguno de sus problemas. Las victorias políticas sobre la contrarrevolución, particularmente la Batalla de Santa Inés, resultado de la movilización y participación de las masas, aumentaron a su vez la confianza de estas en sus propias fuerzas y generaron nuevas expectativas en el seno del pueblo trabajador en el sentido de que la revolución avance hacia una transformación definitiva de la economía y la sociedad.
Estos procesos económicos y sociales están teniendo su expresión política en un incremento de la conciencia y la movilización de las bases del movimiento revolucionario, particularmente del movimiento obrero. Las expropiaciones de Venepal y CNV, el debate sobre la cogestión en estas empresas expropiadas y en varias empresas públicas (que los trabajadores están intentando desarrollar en dirección al control obrero) y un significativo incremento y radicalización en las luchas reivindicativas están impulsando a la clase obrera a entrar en escena con un discurso y propuestas propias e intentar ponerse al frente de la lucha para completar la revolución. Combinado dialécticamente con este giro a la izquierda que se observa en las bases del movimiento, observamos un giro a la izquierda en los discursos y muchas de las actuaciones del propio Presidente Chávez. Este, por primera vez, ha hablado abiertamente de socialismo, tomó la decisión de expropiar varias empresas y sigue llamando a las bases a luchar contra el burocratismo y hacer “la revolución dentro de la revolución”. El discurso de Chávez estimula y refleja al mismo tiempo el avance en la conciencia de las masas.
Por otra parte, el intento de las masas de llevar hacia adelante la revolución- y hacer realidad los propios llamados y propuestas de Chávez en ese sentido- chocan con la realidad que siguen viviendo los explotados en los barrios, las fábricas y el campo, donde a pesar de los avances que han supuesto las Misiones y otras políticas surgidas al calor de este proceso revolucionario ninguno de los problemas básicos que sufrimos (desempleo, pobreza, déficit habitacional, etc.) encuentra por el momento una solución clara y definitiva.
Este choque es, en primer lugar, el resultado inevitable del mantenimiento del modo de producción capitalista. Este sistema se encuentra en crisis y decadencia tanto a escala nacional como internacional y no es capaz de seguir desarrollando las fuerzas productivas. Al mismo tiempo, como quiera que los capitalistas venezolanos y el imperialismo siguen manteniendo un poder económico decisivo, este peso crucial que siguen teniendo en la economía venezolana les permite sabotear la misma con el objetivo de desgastar al apoyo social al proceso revolucionario e intentar cambiar lo antes que puedan la actual correlación de fuerzas, muy desfavorable para ellos. A esta falta de una transformación económica decisiva que expropie los medios de producción e inicie la tarea de sustituir las relaciones de producción capitalistas por un modelo socialista, se une el hecho de que el estado burgués creado por los capitalistas a lo largo de décadas –si bien recorrido por numerosas contradicciones y hasta cierto punto en descomposición- no ha sido sustituido todavía por un estado obrero basado en la elegibilidad y revocabilidad de todos los cargos públicos por asambleas revolucionarias de los trabajadores y los sectores populares.
Esto significa que a menudo el intento de las masas de “hacer la revolución dentro de la revolución”, dar “el salto adelante” y avanzar “rumbo al socialismo”, además de estrellarse contra la resistencia y boicot de los capitalistas, choca con una burocracia que no cree en el socialismo, en la revolución ni en la capacidad de las masas para participar conscientemente en la dirección del país e intenta frenar y coartar esa participación. Esta burocracia tiende, además, a mostrarse cada vez más arrogante y alejada del sentir del pueblo trabajador. Será el desarrollo de la lucha de clases a lo interno del movimiento bolivariano, la pugna entre reforma y revolución, la que decida el destino del proceso revolucionario.
Las elecciones legislativas del 4 de diciembre de 2005, pueden significar un punto de inflexión en esta batalla y en el propio proceso revolucionario. No debe ser una mera victoria electoral para que todo siga como hasta ahora. Una AN revolucionaria debe decretar inmediatamente la expropiación de los medios de producción (la gran banca, los monopolios y los latifundios) y toda otra serie de medidas revolucionarias (no al pago de la deuda externa, expropiación de las principales empresas, etc.) de forma que, al poner todos los recursos económicos en manos del estado, sea posible afrontar la solución de los graves problemas que sigue arrastrando el país mediante la planificación democrática de la economía, con la participación directa de todos los trabajadores y los sectores populares. Esto debe ir unido, además, de forma inseparable a la sustitución de la actual maquinaria estatal (que impide la participación de las masas en la toma de todas las decisiones y a menudo sabotea los planes y proyectos que pueden ayudar a que la revolución avance) por un estado obrero, basado en comités de representantes elegibles y revocables en todo momento por asambleas de los trabajadores y los sectores populares.
Si esta nueva oportunidad se desaprovecha y el único cambio que se produce es que aumenta el número de diputados bolivarianos en la AN pero estos diputados siguen alejados del pueblo, se limitan a tomar posesión de sus curules y seguir cobrando sus elevados salarios como hasta ahora sin responderle al pueblo soberano que les ha elegido ni someterse a su control, la inquietud que ya existe entre las bases podría transformarse al cabo de no mucho tiempo en un cuestionamiento mas abierto e incluso en una división interna fuerte dentro del propio movimiento revolucionario.
Situaciones de este tipo, de agudización de la lucha entre reforma o revolución a lo interno del movimiento, las hemos visto en todos los procesos revolucionarios. Es una situación que ofrece grandes posibilidades para el avance de la revolución pero también está llena de normes peligros y riesgos. El primer riesgo en una situación de este tipo es el de que, por impaciencia o desesperación, algunos sectores de la vanguardia revolucionaria -que están sacando conclusiones más avanzadas y radicales que el resto de las masas- puedan separarse demasiado de estas y caer en métodos y planteamientos ultraizquierdistas que faciliten a los sectores reformistas la tarea de aislarlos de las bases del movimiento bolivariano. Muchas revoluciones han fracasado porque los dirigentes de la izquierda revolucionaria separaron, mediante un método, consignas y estrategia errados, a una parte de los cuadros y activistas revolucionarios más avanzados de las masas.
Otro enorme peligro que se cierne sobre el movimiento revolucionario en los próximos meses -y que estará cada vez más presente durante el próximo período si la revolución no rompe rápida y decisivamente con el capitalismo y empieza a resolver los graves problemas sociales- es el de que los sectores más depauperados, desesperados y políticamente atrasados de las masas puedan empezar a ser ganados por la apatía, el desánimo y la desmoralización. Es un proceso que hemos visto en todas las revoluciones: si los dirigentes revolucionarios tardan demasiado en tomar medidas que solucionen de forma definitiva los problemas de las masas el escepticismo cunde entre algunos sectores y la base social de la revolución se debilita.
En estos momentos la correlación de fuerzas sigue siendo enormemente favorable, pero hay que aprovecharla para terminar el trabajo y llevar la revolución hasta el final. Mientras no rompa total y absolutamente con la propiedad privada de los medios de producción, la revolución estará en peligro y no será irreversible. Los ejemplos de Chile y Nicaragua son bastante claros en este sentido. Como decíamos al principio de esta introducción, el eje central de la estrategia imperialista hoy contra la revolución venezolana, como lo fue entonces contra estas revoluciones hermanas, es el saboteo económico con el objetivo de minar la base social de la revolución bolivariana y cambiar la correlación de fuerzas. Esto se combina con todo lo demás (presión diplomática sobre el propio gobierno venezolano y sobre otros gobiernos latinoamericanos y caribeños, planes para la desestabilización e incluso posible intervención, la amenaza siempre presente del magnicidio, etc.)
LA REVOLUCIÓN VENEZOLANA EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL
La revolución Bolivariana es consecuencia directa de la crisis orgánica del sistema capitalista, un sistema agónico que sólo puede ofrecer a la humanidad guerra, miseria y destrucción. Un ejemplo de esto es el Informe anual del Programa de la Naciones Unidas sobre el Desarrollo (PNUD): las 500 personas más ricas del mundo reúnen más ingresos que los 416 millones de ciudadanos más pobres, lo que explica una inmensa desigualdad; el 40% de la población mundial sólo logra el 5% de los ingresos totales, mientras el 10% más pudiente reúne el 54%; 460 millones de personas de 18 países (la mayor parte de ellos de África y la antigua Unión Soviética) han empeorado su nivel de vida respecto al principio de la década de los noventa; cada día mueren 30.000 niños por causas evitables, etcétera. Estas cifras que da la propia burguesía, son el reflejo por si sólo de la crisis del sistema capitalista
Sólo podremos entender el origen, evolución y desarrollo de la Revolución Bolivariana como reflejo de la crisis mundial del capitalismo, por lo tanto nuestra Revolución no es sino un eslabón (el más importante ahora mismo) de la Revolución Socialista Mundial. La crisis venezolana y su resolución revolucionaria no son fruto de un desarrollo propio y original. Están enraizados en el saqueo imperialista que las trasnacionales y la banca internacional somete a los países mas atrasados. Para ello cuenta con la inestimable colaboración de la clase capitalista de estos países. Por ello para entender el desarrollo y prever las líneas generales del desarrollo la revolución bolivariana hay que entender el desarrollo y prever las líneas generales del desarrollo de la lucha de clases internacionalmente.
La característica fundamental de nuestra época es la inestabilidad, inestabilidad en el terreno político, militar, económico etc. Ello responde a que el equilibrio que se ha mantenido durante cerca de 60 años tras la segunda guerra mundial se ha roto. Explicamos que tras la caída de la Unión Soviética, Estados Unidos surgiría como la potencia imperialista más poderosa de la historia. Pero también que el imperialismo norteamericano estaba corroído por contradicciones internas. Es un gigante con pies de barro. En el fondo estamos en una situación similar a la caída del Imperio Romano y del modo de producción esclavista o del Feudalismo en la Edad Media. El auge del militarismo, cuyo reflejo más palpable es la Guerra en Irak es consecuencia de que las contradicciones económica,( la sobreproducción, la contracción de los mercados mundiales) no pueden resolverse por los medios anteriores. En la época actual el capitalismo es un freno al desarrollo de la economía, la sociedad y las culturas humanas. El militarismo no resuelve ni un solo problema de los imperialistas sino que acentúa aun mas las contradicciones.
EEUU y China
La economía mundial se mantiene por Estados Unidos y China, pero este crecimiento económico es completamente artificial. La economía mundial y el país que la sostiene, Estados Unidos, están tremendamente endeudados, tanto empresas como particulares y el estado. La base del crecimiento económico es esta montaña de deudas. Esta burbuja es mayor que la de 1929 o la del 90.Según la revista financiera The Economist de hecho es la mayor de la historia y terminará en un crack como todas las burbujas especulativas Japón estuvo en recesión cerca de 15 años cuando el boom inmobiliario se vino abajo. La situación internacional se esta moviendo hacia una crisis económica que podría ser peor que la de los años 70, el auge de los precios del petróleo podría ser el detonante. Esto explica parcialmente el interés de Estados Unidos en Irak, Irán, Venezuela, etc. Su fracaso a la hora de estabilizar Irak están disparando los precios del Petróleo. A la situación en Irak hay que sumarle el aumento del consumo de China y la inestabilidad en oriente medio, Nigeria, preocupación acerca de Venezuela
China es actualmente junto a Estados Unidos el segundo motor de la economía mundial. Después de 25 años de reformas que la han llevado a ser uno de los destinos favoritos para la inversión extranjera y una media de crecimiento del PIB anual superior al 9% en los últimos 15 años. La base del crecimiento de China son los bajos salarios y las pésimas condiciones de vida y trabajo de la clase trabajadora que recuerdan a las de la clase obrera inglesa descritas por Engels en 1842.Por ejemplo un par de botas de la marca “Timberland” cuestan 180 dólares en Estados Unidos. La factoría China de esta marca emplea a 4700 trabajadores, la mayor parte de ellos jóvenes cerca de los 20 años, y su salario al mes es de 85 dólares. El capital de la empresa es de Taiwán. Evidentemente esta situación da enormes beneficios tanto nacionales como extranjeros que anidan en China. Ha habido toda una serie de reformas por parte de la burocracia estalinista impulsadas por las multimillonarias inversiones occidentales que han lanzado al país por la vía del capitalismo: se ha privatizado el 92% de la tierra, la cual anterior mente era formalmente de propiedad del estado. Se han privatizado un sector muy grande de las empresas públicas que ha supuesto la pérdida de cerca de 60 millones de puestos de trabajo. El 60% del PIB esta en manos del sector privado. Si el capitalismo tuviera una etapa de fuerte crecimiento en los próximos 20 años la vuelta al capitalismo se completaría. Pero eso no es algo seguro. Las enormes contradicciones sociales del Régimen Chino están creando un enorme descontento que se acumula de un modo cada vez menos velado. En el 2003 cerca de 3 millones de personas participaron en 58000 protestas ( mientras en el 93 era de sólo 8700) un incremento de un 17% al año. La burocracia encamina a China a una enorme explosión social. Una vez las masa chinas se pongan en marcha, no va a ser nada fácil parar su movimiento.
Un síntoma de la crisis y el enfrentamiento entre los diferentes poderes imperialistas es que todas las antiguas instituciones que eran un reflejo del equilibrio entre las naciones están en una profunda crisis, desde la ONU, la OTAN, OMC o la UE. La crisis capitalista significa lucha por los mercados mundiales y lucha entre las diferentes burguesías nacionales por ellos. La situación actual lleva implícita la formación de bloques imperialista y el enfrentamiento algunas veces abierto otras soterrado entre diferentes naciones. En esa lucha en determinados momentos poderes imperialistas menores o de segundo rango se enfrentan al imperialismo Estadounidense.
Para los marxistas la única clase que puede transformar la sociedad es la clase trabajadora aliada con el resto de los oprimidos de la sociedad, los campesinos, los desempleados, etc. La revolución bolivariana sólo tiene un aliado fiable en los trabajadores y pobres del mundo no en ningún gobierno o poder imperialista alternativo al del imperialismo norteamericano. La teoría de la multipolaridad frente a la hegemonía del imperialismo norteamericano es una trampa para los oprimidos de todo el mundo. La Revolución Bolivariana no puede confiar en los gobiernos Chino, Iraní, o Ruso, u otros gobiernos que oprimen a sus pueblos. Lo mismo pasa con regímenes reaccionarios y asesinos como son los de Putin en Rusia y como decíamos mas arriba el de Irán cuya oposición al imperialismo norteamericano se hace en la defensa de los intereses de los oprimidos de sus países sino sobre la base de los intereses antagónico de los capitalistas de estos países con el imperialismo norteamericano..La única defensa que tiene la revolución bolivariana es la extensión de la revolución a otros países.
Detrás de las movilizaciones contra la guerra de Irak no tan solo estaba el repudio a la guerra sino el larvado descontento social fruto de estas políticas de ataques. Esto ha pasado factura en todos los países europeos. Y el proceso continúa. Esto es en sí mismo toda una lección a los sectores reformistas dentro del movimiento bolivariano cuando plantean que se puede reformar el capitalismo y que se puede construir el socialismo del siglo XXI sin expropiar a los capitalistas y a las trasnacionales. Si en Alemania, país clásico de las reformas sociales y del consenso social, con una industria moderna y tecnificada se ve obligado, bajo la presión de los capitalistas, a atacar a los trabajadores y voltear esas reformas. En Venezuela no hay margen para cualquier reforma dentro del capitalismo que pueda beneficiar a las masas.
El ALBA es un intento del gobierno bolivariano de una integración económica entre los países de América latina más justa y equitativa y un medio de contrarrestar el ALCA y MERCOSUR. El ALBA sólo podrá implementarse sobre al base de la expropiación de todas las burguesías nacionales y el establecimiento de una Federación Socialista de América Latina y el Caribe que permita la planificación económica de la economía de todo el continente en beneficio de la mayoría.
Como planteábamos en el anterior documento de perspectivas América latina esta en Revolución. El giro hacia la izquierda tanto en el terreno electoral como en el terreno de la movilización social se ha dado a lo largo y ancho del continente. De todo ello es plenamente consciente el imperialismo norteamericano que ha tenido que asistir a insurrecciones y movimientos de las masas sin poder hacer prácticamente nada. Venezuela es la vanguardia de todo este proceso revolucionario en América Latina. La correlación de fuerzas es tremendamente favorable a la revolución. La posibilidad de un intervención militar del imperialismo estadounidense sería una aventura muy peligrosa sobre todo ahora que la marea revolucionaria va hacia arriba. Hay una gran diferencia de la época actual a principios del siglo cuando los marines desembarcaban y las noticias en la prensa norteamericana era “los marines han desembarcado, no hay ninguna novedad”, en Nicaragua, Guatemala o cualquier otro país.Una agresión imperialista contra Venezuela o cualquier otro país haría Irak un juego de niños para el imperialismo.. Todo este giro a la izquierda ha sido consecuencia de la política de ajuste que durante los últimos 25 años han asolado América latina y ha arrojado a la mayor parte de su población a la miseria. Sin embargo frete a todos los ataques llega un momento en que las masas dicen basta y se ponen en acción, entonces empieza la revolución.
SEGUNDA PARTE: PERSPECTIVAS PARA LA ECONOMÍA VENEZOLANA
La situación económica actual
El Producto Interno Bruto venezolano (PIB) creció el primer semestre de 2005 respecto al mismo periodo de 2004 un 9, 3 % (www.lanota.com.co). En aquel período, la economía venezolana ya había crecido de forma importante (un 23% respecto a 2003), iniciando su recuperación tras la desastrosa caída de 2002 y 2003, años durante los cuales acumuló un descenso de un 18% del PIB.
Por el momento los elevados precios del petróleo siguen permitiendo que, a la hora de redistribuir el ingreso nacional e intentar dar respuesta a las masas, el gobierno bolivariano pueda seguir destinando dinero a las Misiones y otros planes sociales, obras públicas, etc. Incluso se han podido implementar algunas medidas como la reducción de tipos de interés y expansión del crédito, reducción de las hipotecas, ayudas a la adquisición de viviendas y otros bienes (carro popular, etc.), destinadas a incrementar la capacidad de consumo. Estas medidas, durante un tiempo expanden la economía y mejoran en cierta medida el poder adquisitivo de sectores de la población, especialmente de las capas medias. Unidas a las derrotas de la oposición, ha reducido temporalmente tanto la extensión como la virulencia de la oposición a Chávez ente estos sectores. Pero al mismo tiempo que comprendemos esto debemos insistir en que ninguna de estas medidas en el marco del capitalismo puede resolver definitivamente ningún problema y están engendrando nuevas contradicciones.
Es evidente que, aún contando el efecto positivo de las Misiones, la pobreza -y lo ha dicho el propio Chávez- sigue en cifras altísimas, algo totalmente inaceptable para una revolución que quiera seguir avanzando y triunfar definitivamente. 15,1 millones de habitantes, mas de la mitad de la población, pertenecen al segmento E, el de renta más baja, de la población. El déficit habitacional –establecido en 1, 8 millones de viviendas- como ya hemos dicho no encontraría solución, según los planes oficiales, hasta dentro de casi dos décadas y del objetivo propuesto para este año, que era construir 120.000 viviendas, solamente han sido entregadas hasta el momento 30.000. Ni siquiera los planes para dar vivienda a los damnificados por la vaguada y otras inundaciones o desastres se han cumplido. El desempleo sigue siendo también muy elevado y la informalidad afecta aún a casi la mitad de la población activa.
Los mismos avances conseguidos generan nuevas expectativas. En la salud y la educación, las Misiones han representado un indudable paso adelante, pero insuficiente para lo que las masas esperan y necesitan: encontrar un empleo y una vivienda digna, seguir estudiando, mejores servicios sanitarios, etc. El propio discurso del Presidente refleja y estimula al mismo tiempo de forma dialéctica esas expectativas. Por otra parte, como también decíamos que ocurriría, crecen las contradicciones entre el deseo de las masas de profundizar y controlar estos planes sociales para mejorar aún más su extensión y calidad y el papel contrarrevolucionario de sectores de la burocracia intentando frenar esa iniciativa. Las denuncias de corrupción, arbitrariedad, clientelismo, etc. aumentan.
Esto también es lógico mientras sigamos en el marco del capitalismo. Incluso iniciativas revolucionarias como las Misiones – si no expropiamos a los capitalistas y construimos un estado obrero, revolucionario, que sustituya al estado burgués- se ven sometidas a todas las presiones de la sociedad capitalista, dividida en clases y basada en la lucha por la supervivencia y la explotación del hombre por el hombre. Estas instituciones tienden a reproducir en su interior las contradicciones existentes en el modo de producción capitalista. Si, además, no existen mecanismos que garanticen el control de las Misiones por parte de las bases revolucionarias (los participantes y facilitadores, así como todo el movimiento obrero y popular en general) mediante el derecho a poder elegir y revocar a los coordinadores, crear sindicatos y organizaciones estudiantiles para defender sus derechos, etc.; el riesgo de que un proyecto revolucionario como las Misiones pueda verse también saboteado, o desvirtuado, por la burocracia y los capitalistas aumenta aún más.
La situación interna de PDVSA, desde el punto de vista del desarrollo de la organización de los trabajadores petroleros y su participación en el control y gestión de la industria, fundamental para el desarrollo del proceso revolucionario, es muy preocupante. Tras la salida de la vieja tecnocracia, y la desaparición de los elementos de control obrero desarrollados durante la lucha contra el paro golpista de diciembre 2002 y enero-febrero de 2003, todo indica que se está reproduciendo una nueva tecnoburocracia.
¿Durante cuánto tiempo puede seguir actuando el ingreso petrolero como un colchón que permita un cierto margen de maniobra al gobierno? A un coste muy superior al que se podría lograr con el control de los trabajadores, y con lastres que pueden generar serios problemas de rentabilidad a medio plazo, de momento PDVSA, puede seguir generando suficientes ingresos para que las finanzas públicas sigan expandiéndose, al menos mientras los precios del petróleo continúen a nivel actual. Los reformistas están eufóricos con este aumento del ingreso a corto plazo. Sin embargo, un análisis más sobrio demuestra que dentro de la economía venezolana se están acumulando enormes contradicciones que pueden estallar en cualquier momento y amenazar gravemente el desarrollo de la revolución.
Los empresarios no pueden desarrollar el país
La falta de inversión productiva tanto de los empresarios venezolanos como de las multinacionales está significando que una buena parte del ingreso petrolero va a financiar la deuda pública interna y externa y esta, como ya hemos visto, se emplea en intentar desarrollar la producción y satisfacer el aumento de la demanda interna. La mayor parte de la deuda pública se está dedicando a los gastos sociales, las obras públicas en marcha y en una parte muy significativa a conceder ayudas a empresarios para que inviertan. Pero un síntoma de la debilidad y parasitismo de los capitalistas venezolanos es que una buena parte de estos ingresos del estado tienen que ser destinados directamente por el gobierno a importar productos desde otros países latinoamericanos ya que la empresa privada venezolana es incapaz de satisfacer la demanda nacional, especialmente de bienes de consumo básicos como alimentos.
Como ya hemos explicado en distintos materiales, en las condiciones actuales del capitalismo a nivel mundial y más aún en Venezuela, es imposible el desarrollo de una nueva clase burguesa así como es imposible que la vieja burguesía parásita cambie. En la actual etapa del capitalismo, caracterizada por la extensión del dominio de las multinacionales imperialistas hasta el último rincón del globo y por el abandono de las inversiones productivas en beneficio de la especulación financiera, esto es aún más cierto. Lo hemos visto con la renuncia de los empresarios a invertir durante los últimos cinco años y lo seguimos viendo con su negativa a crear empleo y desarrollar ningún tipo de industria nacional seria a pesar de todas las subvenciones que otorga actualmente el gobierno.
Incluso antes de que se produzca una caída en los precios del petróleo y estas contradicciones estallen abiertamente, el ingreso petrolero no resulta suficiente para conceder al capitalismo venezolano margen suficiente para frenar la movilización y radicalización de las masas y conseguir un mínimo de estabilidad. Esa es la gran contradicción que ha hecho nacer y sigue alimentando este proceso revolucionario. De forma larvada, la crisis económica del capitalismo (que es mundial pero en Venezuela se expresa con singular claridad desde principios de los 80) y el propio saboteo económico contrarrevolucionario hacen su trabajo y están minando, bajo la superficie, los fundamentos de la economía.
Tanto directivos de Fedecámaras como de una asociación empresarial que se declara chavista, o al menos marca distancias con la oposición (Fedeindustria), reconocen públicamente que, a pesar del crecimiento y de los tipos de interés prácticamente negativos (el último dato del que disponemos es que cuando la inflación anual rondaba el 19% los tipos de interés estaban en un 16%), el sector privado no está creando empleo de forma significativa. De los 200.000 últimos empleos que se han creado 145.000 fueron creados por el estado y sólo 55.000 por la empresa privada. Por si fuera poco, la gran mayoría de los empleos que crea la empresa privada lo son en condiciones de sobreexplotación y precariedad insultantes.
Las organizaciones empresariales (incluida la que se dice bolivariana) culpaban de que no hubiese más inversión y no se crease más empleo al control de cambios y precios, y sobre todo a la inamovilidad laboral. Los empresarios, por supuesto, pedían al gobierno más “ayudas”, medidas que “incentivaran la inversión” y que se flexibilizasen más las condiciones laborales. Es decir, más explotación y sufrimiento para los trabajadores.
En un boom petrolero sin precedentes, con uno de los mayores crecimientos económicos del planeta durante el 2004, las empresas funcionan a un 54 % de capacidad productiva. El porcentaje que representa la inversión privada sobre el total del PIB ronda el 10-12%. En los 60 y 70 este porcentaje de inversión privada sobre el PIB llegó a superar el 50%.En cualquier país en el que el petróleo no jugase el papel que desempeña en Venezuela esto significaría un total y absoluto colapso económico.
La renuncia de los capitalistas a invertir se ha venido manteniendo desde el 83 aunque, evidentemente, esta tendencia a desinvertir, sacar los capitales del país o dedicarlos a la especulación se ha agudizado bajo el gobierno de Chávez, como –por otra parte- hemos visto que sucede en todas las situaciones revolucionarias.La Formación Bruta de Capital Fijo, según informaba recientemente El Nacional, está en 13, 8 % de media durante todo el mandato presidencial de Chávez, lo que representa el nivel más bajo durante los últimos nueve gobiernos que ha tenido el país. Según los datos publicados por El Nacional, desde un 26,7 % de media de FBCF bajo Pérez Jiménez y un 31, 5% bajo el primer gobierno de CAP, la media de FBCF cae a un 19,9% durante el mandato de Lusinchi (84-89), 18, 2% bajo CAP II (1989-1994), 17, 5% con Caldera II (1994-98) y el record negativo ya comentado desde el 99 hasta ahora. Esta tendencia se inscribe dentro de una curva de desarrollo capitalista a nivel mundial que desde el año 1973 se caracteriza por una tendencia al estancamiento e incluso al descenso y en Venezuela en particular representa una caída en picado.Bajo el capitalismo no hay salida a las contradicciones que se han acumulado en la sociedad venezolana.
TERCERA PARTE: LA SITUACIÓN POLÍTICA, EL MOVIMIENTO OBRERO Y LOS SECTORES POPULARES
Efectos políticos
Desde el punto de vista político, este crecimiento económico -con las contradicciones ya analizadas- está teniendo varios efectos. El primero ha sido el de reforzar el apoyo al proceso revolucionario y particularmente a Chávez. El ingreso petrolero está permitiendo al gobierno un colchón económico mayor del que tuvieron Allende en Chile o los sandinistas en Nicaragua frente al boicot económico de la burguesía y el imperialismo. Todo ello, evidentemente, combinado con el giro a la izquierda en el discurso y en las políticas sociales impulsado por Chávez desde el 2003 con las Misiones y otras medidas. Según una encuestadora escuálida como Datanálisis, el apoyo a Chávez estaba hace un par de meses en uno de sus picos más altos (70%). Otras encuestadoras ofrecen datos similares en cuanto al apoyo mostrado por los ciudadanos a los planes sociales del gobierno
Sin embargo este récord de apoyo puede convertirse en su contrario si este crecimiento económico no empieza a transformase en una mejora rápida y profunda en las condiciones de vida de las masas. Y esta mejora es imposible sin expropiar a los grandes bancos y empresas, los monopolios multinacionales y los latifundios. La burguesía y la burocracia consumen de manera improductiva un porcentaje creciente e intolerable de la renta nacional. El choque entre las expectativas de las masas y los límites del capitalismo por un lado, y el burocratismo, corrupción e ineficiencia (y a veces saboteo abierto) que existen en el aparato del estado por otro, ya están haciendo aumentar la impaciencia entre sectores de la vanguardia y generando inquietud entre las masas.
Desde el punto de vista de la lucha revolucionaria, un crecimiento económico con las características que hemos comentado anteriormente (y combinado además a una situación política caracterizada por victorias como la del 15 de agosto que han aumentado la confianza de las masas en sus propias fuerzas y sus expectativas de que la revolución siga avanzando) lejos de tener un efecto moderador o desmovilizador sobre la lucha de los trabajadores está impulsando una recuperación en la organización y la movilización de los trabajadores. El crecimiento económico está ayudando a reducir el miedo al despido y al desempleo.
Por los momentos, no vemos aún un movimiento unificado y masivo en la calle, una explosión generalizada de luchas reivindicativas de la clase obrera, pero sí hay síntomas de un ascenso en la organización y movilización de la clase que, de mantenerse el crecimiento económico algo más de tiempo con estas mismas características que hemos analizado, puede fortalecerse y desembocar en una movilización más masiva y general. Este ascenso en la participación de los trabajadores se expresa en la creación de sindicatos clasistas –lo que en muchos casos significa desde un primer momento un enfrentamiento abierto con el patrón-, en la continuidad del debate sobre la cogestión con propuestas cada vez más audaces por parte de sectores de la vanguardia obrera en el sentido de avanzar hacia el control obrero, y también en las características concretas que están teniendo toda una serie de luchas reivindicativas de la clase: luchas bastante duras y prolongadas, bastante radicalidad en las conclusiones de los trabajadores y aumento rápido de su conciencia, sectores débiles e incluso periféricos de la clase, desorganizados y con escasa tradición de lucha, incorporándose a la movilización,…Son, todas ellas, características que reflejan una clase obrera con más confianza en sí misma. Es bastante factible que el crecimiento actual pueda continuar al menos un tiempo, pero con esas mismas características enormemente contradictorias que ya analizamos. Esto significa que su efecto más probable sea el de animar aún más la movilización de las masas y que el actual ascenso en la lucha de la clase obrera pueda continuar e incluso verse intensificado en el próximo periodo.
El debate sobre la cogestión
La burguesía comprende los riesgos que presenta esta situación para ellos mejor que muchos ultraizquierdistas. Estos son en realidad profundamente pesimistas. Pasan sobre la cogestión de puntillas, minimizan el significado de expropiaciones como las de Venepal, CNV y otras que se han producido posteriormente, y que reflejan el potencial y las posibilidades reales que tiene la clase obrera de influir sobre el proceso revolucionario; hablan con ironía y desprecio de la guerra contra el latifundio, sin comprender que lo más importante de estos procesos –más allá de las contradicciones concretas que se están dando en los mismos, y que nosotros hemos sido los primeros en poner de manifiesto- son la movilización y expectativas que han generado entre los explotados. El gran problema para los capitalistas (y también para los reformistas, que en última instancia lo que hacen es expresar las presiones de clase de la burguesía dentro del movimiento revolucionario) es que ninguna de las esperanzas que han generado la cogestión o la lucha contra el latifundio entre las masas encuentra satisfacción en el marco del capitalismo y empuja a estas una y otra vez a dar un nuevo paso adelante en su búsqueda de una alternativa fuera del sistema.
La burguesía comprende el riesgo de que eso que hoy se llama cogestión, en el contexto concreto de la lucha de clases que se da actualmente en Venezuela y con una clase obrera en ascenso, puede convertirse en control obrero e intenta evitarlo. Nuestra tarea debe ser la de impulsar efectivamente la cogestión en dirección al control obrero y este hacia la construcción de un estado de los trabajadores. Para ello debemos partir en todo momento de las consignas y demandas que movilizan a las masas para llevar estas mas allá y darles un contenido lo mas concreto y avanzado posible en la dirección del socialismo. En la reunión sobre cogestión de Guayana se planteó un Frente en defensa de la cogestión constituido por todas las empresas implicadas en este proceso. Este frente debería extenderse en realidad a todas las empresas e instituciones públicas.
En muchos Hospitales tradicionales y otras empresas e instituciones públicas, incluidos varios Ministerios, los trabajadores de vanguardia identificados con el proceso revolucionario están dando esta misma batalla contra el intento de la burocracia de frenar (e incluso eliminar totalmente) la participación de las bases y aplicar políticas antiobreras y antisindicales. Un ejemplo es lo ocurrido en la Clínica Popular de Caricuao, donde ocho compatriotas revolucionarios han sido despedidos –a pesar de gozar de inamovilidad laboral por cuatro vías diferentes- por formar un sindicato bolivariano y exigir unas condiciones de trabajo dignas. Estas prácticas son propias del capitalismo y no de un proyecto como las Clínicas Populares que fue planteado como una bandera del proceso revolucionario. Frente a ello, los revolucionarios debemos exigir la participación mayoritaria de los trabajadores en la gestión de estas clínicas y la elegibilidad y revocabilidad de todos los miembros de las juntas Directivas.
Este ascenso en las luchas obreras es muy importante para el futuro inmediato del proceso revolucionario porque coincide con un aumento del cuestionamiento a la política de los reformistas y la burocracia entre capas cada vez más importantes y numerosas de todos los explotados. Como decía Trotsky, las masas pueden sacrificar su hoy a cambio de su mañana sólo hasta cierto punto. Al cabo de un tiempo, necesitan ver que todos los sacrificios que han hecho valen la pena y empiezan a transformarse en soluciones.
Ciertamente, una de las principales carencias que ha tenido el movimiento revolucionario hasta el momento es que el movimiento obrero no ha entrado en primera línea como clase aglutinando tras su bandera a todos los explotados. Como explicaba Marx, la clase obrera, en virtud de su propio papel determinante en el modo de producción capitalista, es la única clase que puede desarrollar una organización permanente capaz de unificar la lucha de todos los explotados y organizar un nuevo estado revolucionario, así como desarrollar unos métodos de lucha y conciencia colectivas, socialistas, que le permitan iniciar la construcción de una nueva sociedad sin clases.
El proletariado se ve agrupado en un mismo centro de trabajo, sometido a unas mismas condiciones (salario, horarios, disciplina común) y enfrentado a un enemigo de clase claro: el patrón, que es el que le explota. Además, toma conciencia de su propia fuerza en la propia lucha por mejorar sus condiciones de vida. A través de su experiencia comprende que si paraliza la producción pone en jaque al capitalista individual e incluso a toda la clase de los capitalistas. También descubre que los propios trabajadores organizados pueden tomar el control de la producción y organizarla. Los métodos de lucha que surgen de forma natural de la clase obrera son la huelga, la movilización colectiva y organizada y en particular la asamblea ya que cualquier trabajador es consciente de que no puede luchar sólo. Su destino está unido al del resto de sus compañeros. Los trabajadores necesitan organizar colectivamente su lucha, decidir colectivamente si van a la lucha o no y luego reunirse regularmente para repartir las tareas, repasar todos los aspectos de la lucha y decidir también colectivamente como continuar esta.
El movimiento popular puede jugar un papel profundamente revolucionario, como se demostró el 12 y 13 de abril de 2002 cuando derrotó el golpe con su movilización masiva, que también incluyó a la clase obrera pero no jugando un papel independiente con sus métodos y objetivos de clase, sino como una parte mas del movimiento explosivo y espontáneo, desorganizado, de las masas. Esto da una idea de la inmensa capacidad de lucha de los sectores populares. Pero, a causa de sus características de clase, un movimiento basado en estos sectores suele ser siempre explosivo, primario, desorganizado. Cuesta mucho que se puedan conformar estructuras estables que se reúnan regularmente y sirvan para darle un programa consistente y una dirección clara al movimiento y para generar organismos de doble poder que puedan servir como embrión de un nuevo estado revolucionario capaz de sustituir al viejo estado burgués.
Cuando se crearon las UBEs, o cuando se ha intentado organizar asambleas revolucionarias que se mantengan más allá de la contingencia, hemos visto manifestarse estas debilidades. El movimiento en los barrios, junto a sectores de la clase obrera, está integrado en una parte importante por amas de casa, desempleados, buhoneros. En algunos casos incluso son estos sectores los que predominan. La participación de estos sectores es decisiva para la victoria de la revolución, pero los desempleados, buhoneros o incluso otros sectores que viven de la economía informal (taxistas, choferes, etc.) aunque sufren una explotación brutal, y están muy radicalizados y movilizados, no se ven organizados, cohesionados y disciplinados por la producción capitalista como ocurre con el proletariado. Muchos de ellos ni siquiera tienen un horario, unas condiciones de vida y trabajo estables y regulares. La forma de lucha más característica de estos sectores es el motín, el estallido, pero le cuesta más generar estructuras organizativas estables. Los sectores más depauperados del movimiento popular pueden incluso ser manipulados con relativa facilidad mediante la concesión de ayudas, o su inclusión por parte de tal o cuál burócrata en algún programa social o misión.
En nuestro anterior documento preveíamos que las contradicciones de clase a lo interno del movimiento bolivariano se trasladarían inevitablemente al interior de la UNT. Si bien esto todavía no ha cristalizado en un ala izquierda y un ala derecha absolutamente claras, definidas y estables en el interior de cada sindicato afiliado a la UNT ya vemos perfilarse estos dos sectores en muchos sindicatos y en la propia coordinación nacional de la UNT. Los militantes de la CMR en la UNT debemos participar en este sector más a la izquierda impulsando nuestro programa de transición al socialismo y defendiendo el método y tácticas que hemos propuesto desde la fundación de la organización y que, aplicado (al menos parcialmente) en luchas como las de Venepal y CNV, ha demostrado que sirve para unir a las bases bolivarianas con la vanguardia obrera y contrarrestar los planes de los capitalistas y de la burocracia.
Una de las causas fundamentales de que el ascenso en las luchas obreras que antes analizamos no se esté dando con más masividad y de que muchas de ellas no se hayan extendido y unificado sigue siendo, como también analizábamos en profundidad en nuestro anterior documento, la ausencia de una dirección política de la clase obrera con programa y un método para llevar a cabo este objetivo. En última instancia estas fallas tienen su origen principal en la falta de una comprensión dialéctica de la relación entre Chávez y las masas y, por otro lado, entre las bases del movimiento bolivariano y la vanguardia obrera.
CUARTA PARTE. LA LUCHA ENTRE REFORMA Y REVOLUCION
El momento del proceso revolucionario en el que nos encontramos es una etapa que se ha dado en todas las revoluciones. Tras un período de euforia en el que la contrarrevolución parece estar prácticamente derrotada y se crea la apariencia de que todos estamos con la revolución y empujamos en la misma dirección, las contradicciones de clase se trasladan e intensifican al interior del propio movimiento bolivariano. Un número creciente de activistas revolucionarios está sacando la conclusión de que es necesario seguir avanzando y que, ahora que el enemigo está debilitado y dividido, no es el momento de ralentizar ni frenar la revolución sino de acelerar esta y llevarla hasta el final. Sin embargo, cuando la vanguardia y sectores de las masas intentan llevar a cabo las medidas que consideran imprescindibles para llevar adelante la revolución, chocan con la resistencia e incluso la oposición abierta de muchos dirigentes que no comparten en absoluto esta orientación. Cuanto más se retrasa la solución a los distintos problemas, y más se manifiesta esa actitud de freno de la burocracia del estado y el sector reformista de la dirigencia, más crece la impaciencia y la inquietud entre una parte de los sectores más avanzados del movimiento revolucionario.
En general, el ambiente que prevalece entre las masas sigue siendo el de esperar que las propuestas del presidente Chávez vayan concretándose. El malestar ante actuaciones concretas de la burocracia crece, así como la inquietud de las masas ante el hecho de que -pese al crecimiento económico- lacras como las diferencias económicas y sociales, el desempleo, la falta de vivienda, etc. se mantienen. Sin embargo, de momento, al menos entre los sectores mayoritarios de la base social del proceso, ese malestar está acumulándose de forma soterrada. Es muy importante que comprendamos esto, pues el sector con el que los militantes revolucionarios trabajamos día a día y con el que estamos más en contacto es el de los trabajadores y activistas que están en primera línea. Este sector representa siempre una minoría dentro del movimiento. Este sector es vital para construir una organización revolucionaria pero no podemos confundir el ambiente existente entre esta capa más avanzada y el que existe entre las masas, hacerlo ha llevado a organizaciones revolucionarias a desaprovechar situaciones revolucionarias extraordinariamente favorables. Toda una serie de activistas sindicales, juveniles y del movimiento popular están sacando conclusiones muy avanzadas y se muestran totalmente abiertos alas ideas del marxismo pero entre ellos también la impaciencia (incluso en ocasiones con elementos de desesperación) es mucho mayor.
Hay grandes posibilidades de ganar a los mejores de estos luchadores pero esto no lo haremos cediendo a su desesperación sino explicando políticamente con paciencia y firmeza las ideas y métodos del marxismo. Estamos en un momento decisivo para la revolución en el que la tarea clave de los marxistas es la de lograr organizar a estos sectores de vanguardia y formarlos como cuadros para que sean capaces de, con un método y un programa correctos, construir una dirección alternativa a los reformistas dentro del movimiento bolivariano y ganar a las masas bolivarianas para las ideas del marxismo. Ello nos exige resistir tanto el peligro del oportunismo como el del izquierdismo.
Por un lado, Chávez declara que estamos en un estado social revolucionario que no puede bajo ningún concepto atacar a los trabajadores, ratifica su llamado a luchar por el socialismo, llama a la gente a reclamar y manifestarse ante las instituciones cuando vea manifestaciones de burocratismo o corrupción y lleva a cabo nuevas expropiaciones como la de los silos de la Polar o anima acciones como la toma de la Heinz. Por otro lado, entre toda una capa de luchadores causan perplejidad, dudas y malestar el mantenimiento del apoyo a diputados, gobernadores y alcaldes desprestigiados o las reuniones con distintos empresarios conocidos por sus prácticas antiobreras. Estas contradicciones ya se han producido en otros momentos y son reflejos, en última instancia, de las diferentes presiones de clase que existen en el proceso. Si nos dejamos llevar por la impresión que causa cada contradicción, cada bandazo que se produce a derecha e izquierda en la situación, en lugar de determinar la dirección más probable que tomará la lucha de clases en el próximo periodo y prepararnos para intervenir con éxito en ella estaremos yendo por detrás de los acontecimientos, pasando de la ilusión al desencanto y sustituyendo el análisis marxista por el sentimentalismo. “Ni reír ni llorar -decía el gran filósofo Baruch Spinoza-, comprender”
Chávez y las masas
La relación entre Chávez y las masas, como hemos explicado en distintos documentos, es dialéctica, contradictoria, y un revolucionario que no logre entender esa relación puede perderse muy fácilmente en este proceso tan complejo. Lo que determina los discursos y actuaciones políticas de Chávez (y en general de cualquier individuo) no es un plan prefijado ni ninguna idea acabada en su cabeza, sino un conjunto de fuerzas económicas, sociales y políticas en lucha constante entre sí. El enorme prestigio y autoridad de Chávez nace de que es el dirigente que después de años de búsqueda de una alternativa por parte de las masas a la miseria que sufrían bajo el capitalismo, y de incapacidad de los dirigentes de los principales partidos de la izquierda venezolana para ofrecerla, logró encarnar estas esperanzas y despertar a las masas a la vida política. Su programa de reformas democráticas y nacionalistas, como los marxistas explicábamos que inevitablemente ocurriría, choca inevitablemente con un sistema capitalista en crisis y una burguesía y un imperialismo que no tienen margen para hacer ninguna concesión. Esto ha empujado una y otra vez el proceso hacia la izquierda. A pesar de todos los intentos realizados por Chávez en diferentes momentos desde 1998 para dialogar y llegar a acuerdos con los empresarios, lo que hemos tenido es un choque con todos los sectores decisivos de la burguesía y con el propio imperialismo y una tendencia de Chávez a desplazarse hacia un discurso con un contenido cada vez más crítico con el capitalismo.
La negativa de Chávez una y otra vez a plegarse a las exigencias del imperialismo y aplicar las mismas políticas de privatización, recorte de los gastos sociales, etc. que impone el imperialismo en prácticamente todos los países decidió al imperialismo y a la burguesía a intentar sacarle del poder mediante la contrarrevolución abierta, pero también reforzó su credibilidad ante las masas. Chávez, como un dirigente que disfrutaba de un apoyo absolutamente incuestionado de las masas, habría podido traicionar abiertamente la revolución en diferentes momentos y ser recompensado por ello con un retiro dorado. Sin embargo, eligió otro camino, el de llevar a cabo la Constituyente y proponer una nueva Constitución, promulgar las leyes habilitantes, etc, que con todas sus limitaciones representaban un desafío al imperialismo y al poder de la burguesía. Los propios imperialistas sacaron la concusión de que, con pasos adelante y pasos atrás, Chávez buscaba de una manera honesta una solución a los problemas del país y no era alguien a quien pudiesen utilizar para llevar adelante sus planes. Por eso lanzaron la ofensiva abierta para derribarle que todos conocemos. Las masas también sacaron la conclusión de que el Presidente intentaba mantenerse fiel a su compromiso con ellas y estrecharon su vínculo con Chávez. Desde el punto de vista de la clase dominante, el principal crimen de Chávez es que habla a las masas de revolución y toma acciones concretas que estimulan el movimiento revolucionario de estas.
Sin embargo, frente a esta evolución, en la dirección del movimiento bolivariano también encontramos a sectores que ocupan posiciones muy influyentes y presionan claramente hacia la derecha. Estos sectores desconfían de las masas, no creen en el socialismo y siguen pensando que el capitalismo es el único sistema posible. Expresan, de forma más o menos consciente y directa según los casos, la presión de la burguesía y el imperialismo dentro del movimiento. Todas sus propuestas se recubren por el momento (y lo seguirán haciendo mientras la correlación de fuerzas les obligue a ello) de un lenguaje “revolucionario” porque no se atreven todavía a defender de forma clara y abierta sus verdaderas ideas. Pero toda su actuación práctica va en el sentido de frenar la participación y la lucha de las masas y echar jarros de agua fría sobre la confianza de estas en sus propias fuerzas.
Estas presiones de clase opuestas tenderán a chocar cada vez con más claridad y empujarán a Chávez más pronto que tarde a tener que elegir claramente: o enfrentarse abiertamente al sector mas a la derecha de la burocracia y apoyarse en las bases para tomar mas medidas que hagan avanzar decisivamente la revolución o, en el caso de que no lo haga y opte por jugar el papel de árbitro entre la izquierda y la derecha del movimiento, abocarse a empezar a perder apoyo tanto por la izquierda como por la derecha. Una situación de este tipo favorecería bastante el intento de la clase dominante de volver a pasar a la ofensiva para “salir de Chávez”.
Esta evolución no está decidida, hasta ahora la tendencia que ha tendido a imponerse es la que empuja a Chávez hacia la izquierda. La lucha entre reforma y revolución se esta dando en mejores circunstancias para la agitación y propaganda de los marxistas de lo que preveíamos. Entonces ya pronosticábamos este desarrollo, pero ni Chávez había hablado a favor del socialismo ni se había expropiado ninguna empresa, ni la clase obrera, animada por todo ese debate, había entrado en escena con la fuerza que hemos visto en ALCASA o en el Primero de Mayo. En ese momento Chávez declaraba precisamente que la revolución no era socialista sino humanista, no había ninguna expropiación sobre la mesa; es más, todavía cuando se expropió Invepal se presentó como algo excepcional pero un par de meses más tarde Chávez lo presentaba ya como un nuevo modelo de sistema productivo y expropiaba CNV para crear Inveval.
Marxismo contra sectarismo
Lo más llamativo en la situación venezolana para un marxista no es que la propuesta de socialismo de Chávez sea contradictoria o confusa, que hoy parezca avanzar y mañana retroceda. Esto es absolutamente normal dado el contexto a nivel nacional e internacional de la lucha de clases del que venimos: colapso del estalinismo, campaña de desprestigio contra las ideas del socialismo durante los últimos años, “el capitalismo es el menos malo de los sistemas” “el único sistema posible”, etc. y las propias características que hemos analizado de Chávez como un dirigente revolucionario que no es un marxista de formación que intervenga en los acontecimientos revolucionarios con un plan acabado y un programa revolucionario claro previamente definido sino que mantiene esa relación cambiante con las masas a las que refleja y al tiempo estimula. Lo que llama poderosamente la atención de la situación actual en Venezuela es precisamente que esa propuesta se haya dado en el momento en el que Chávez obtiene una de sus mayores victorias y esta le permite una mayor estabilidad política, la oposición pierde –al menos por todo un periodo- su capacidad de movilización, la economía obtiene sus mayores cifras de crecimiento, y una buena parte de los sectores reformistas de la dirigencia que rodean al Presidente, eufóricos, empieza a plantear un giro hacia la moderación de la revolución, la negociación con los empresarios e incluso con el imperialismo. En este momento, en teoría mucho más favorable para ralentizar el ritmo de la revolución, el dirigente reconocido por las masas como máxima dirección de la misma decide radicalizar el discurso, declarar como objetivo de la revolución el socialismo (tomando por sorpresa a buena parte de estos dirigentes reformistas y estimulando a las masas), expropiar dos empresas, etc. Todo ello es un síntoma de la profundidad de la crisis del capitalismo y el potencial revolucionario que existe en la sociedad venezolana.
Los sectarios y formalistas tienden a encajonar cada proceso, cada líder, cada organización en una definición previamente aprendida de memoria y válida ya para todas las circunstancias. Estos grupos también sienten la impaciencia de los activistas pero en lugar de ofrecerles un programa para poder ganar a las bases bolivarianas les llaman a romper con Chávez, “desenmascararle ante las masas porque las engaña”, caracterizan a este como “burgués”, llaman a “romper con el chavismo”, denunciarlo como un movimiento “burgués” o “pequeño-burgués” y construir un movimiento de masas socialista en oposición a él. Debemos ser claros. Todas estas caracterizaciones desde un punto de vista marxista son absolutamente incorrectas, son abstracciones que no ayudan en nada a entender de manera dialéctica ninguno de estos fenómenos y sólo pueden llevar a quien las siga a marginarse de los sectores decisivos de la clase obrera, el movimiento popular y la juventud. Cualquiera que intente aplicar estas ideas se convertirá en un espectador de los acontecimientos. Fuera del chavismo, del movimiento bolivariano, no existe ninguna posibilidad de desarrollar un movimiento revolucionario de masas y cualquier intento de hacerlo solo llevara a la separación de una capa de revolucionarios del grueso de las masas.
La historia nos suministra muchos ejemplos de organizaciones revolucionarias que tras analizar correctamente el desarrollo de un proceso revolucionario, empezaron a ganar posiciones importantes entre la vanguardia, e incluso a obtener un importante eco entre sectores de las masas, pero fracasaron porque no supieron comprender y resistir las presiones de una situación como la que hoy vivimos en la revolución venezolana y se separaron totalmente del grueso de las masas.Los clásicos del marxismo siempre insistían en una idea: lo que es ya evidente para los revolucionarios no lo es aún para las masas. Es más: será necesario saber acompañar la experiencia de esas masas y encontrar un lenguaje común con ellas para que llegue a serlo.
Cuando en Gran Bretaña en los años 30 un sector de dirigentes sindicales y parlamentarios de izquierda, bajo la presión del ascenso en la movilización de las masas y el choque entre las aspiraciones de estos y las políticas pro-burguesas que defendían los dirigentes del partido que agrupaba a la gran mayoría de los trabajadores (el Partido Laborista, PL,) decidieron romper con este y formar el ILP (Partido Laborista Independiente), Trotsky -a pesar de que el ILP tenía 100.000 militantes, varios parlamentarios, dirigentes sindicales reconocidos, etc.-, les acusó de estar cometiendo un error, separando a una parte de la vanguardia de las masas. Trotsky calificó al ILP de una secta. El ILP tenía 100.000 obreros detrás pero en el PL, bajo la dirección de la burocracia reformista, se quedaban millones de trabajadores que, aunque en muchos casos ya tenían críticas hacia sus dirigentes, o no entendían porque estos se empeñaban en pactar con los capitalistas en vez de ir hacia el socialismo, todavía no habían sacado la conclusión de que estos fuesen unos traidores y en todo caso todavía no veían en el ILP una alternativa al PL. Estos trabajadores seguían votando al PL y cuando entraran en acción lo harían a través de este partido. Los marxistas debemos demostrar en la propia lucha a los trabajadores que nuestro programa, métodos e ideas sirven para ganar. En esta etapa la lucha fundamental es por arrancar a las masas de la dirección de los reformistas y ganarlas para el programa del socialismo marxista Para esto el método, la táctica y las consignas con las que los cuadros revolucionarios se dirijan a las masas y a los propios dirigentes de otras organizaciones resulta decisiva.
El frente único
Lenin y Trotsky desarrollaron las líneas generales de la táctica y el método que debemos emplear los marxistas en una situación revolucionaria para ganar a las bases de las organizaciones y movimientos de masas, a menudo bajo la dirección de las ideas del reformismo de izquierda o del centrismo (que es una tendencia que ,bajo la presión de la lucha de clases, oscila de forma confusa y contradictoria entre el reformismo y el marxismo), para un programa inequívocamente marxista.
Esta táctica era la del frente único y consistía en hacer ofrecimientos y llamados continuos a la dirección reformista (o centrista) a luchar entorno a un programa común. Los marxistas proponían su programa revolucionario, los dirigentes reformistas generalmente lo ignoraban o lo rechazaban pero de ese modo los marxistas lograban abrir el debate acerca de esas mismas consignas revolucionarias con las bases de estos partidos. Cuando los dirigentes reformistas rechazaban el programa revolucionario, los marxistas explicaban sus propuestas a las bases y las seguían defendiendo desde sus publicaciones e intentaban aplicarlas allí donde podían. De todos modos, siempre que era posible llegar a un acuerdo para actuar conjuntamente, convocar actos, marchas, realizar campañas conjuntas, o construir organizaciones de lucha unificadas, los marxistas intentaban hacerlo y nunca actuaban con sectarismo.
Por supuesto, si los dirigentes de las organizaciones mayoritarias de la clase obrera llamaban a luchar o hacían una propuesta que animaba al movimiento la posición de Lenin y Trotsky no era criticar desde la barrera ni adoptar una postura de autosuficiencia intelectual para demostrar una por una todas las contradicciones del plan propuesto sino empezar por agarrar con las dos manos los aspectos mas positivos que pudiera tener este, criticando con el máximo tacto posible las insuficiencias y contradicciones y sobre todo haciendo propuestas para intentar concretar cada planteamiento progresista hecho por los dirigentes reformistas de izquierda o centristas y llevarlo lo mas lejos posible. La principal consigna de los bolcheviques cuando estos eran la minoría mas a la izquierda dentro del movimiento revolucionario y la dirección de los soviets la tenían los reformistas (mencheviques y socialrrevolucionarios) no fue “abajo los reformistas” sino “Todo el poder a los soviets “, es decir demandaban a los reformistas que tomasen el poder y planteaban las medidas prácticas que en su opinión estos debían llevar a cabo para dar solución a los problemas de las masas.
En otras situaciones revolucionarias los revolucionarios no lograron orientarse correctamente en medio de estas contradicciones y la burocracia reformista pudo aislarles con relativa facilidad de las masas. En 1934, durante la revolución española, los dirigentes “trotskistas” de la Izquierda Comunista se negaron a entrar en las Juventudes Socialistas con el argumento de que era una organización reformista y prefirieron quedarse al margen haciendo llamamientos abstractos a las bases socialistas, que se contaban por millones y buscaban de forma confusa y contradictoria pero en avance una alternativa anticapitalista, a unirse a su pequeño grupo de unos pocos centenares. Por supuesto, las masas desoyeron el llamado y finalmente fueron los estalinistas los que ganaron la dirección de la Juventud Socialista Unificada (JSU), la principal organización juvenil de la revolución española.
La diferenciación interna dentro del movimiento bolivariano y las elecciones
El crecimiento del apoyo electoral entre las bases del movimiento bolivariano a opciones que aparecen como críticas con la burocracia, combativas o identificadas históricamente con las ideas del socialismo es un síntoma del giro a la izquierda que se observa entre las masas. El crecimiento electoral de grupos como el PCV, MoBaRe o los Tupa en las elecciones a concejales o parroquiales, aunque todavía pequeño, es bastante ilustrativo y refleja que una capa de los sectores más avanzados de las masas está buscando un programa y una orientación con los que dar la batalla contra la burocracia y el reformismo.
A medida que la lucha entre reforma y revolución vaya agudizándose (y lo hará inevitablemente) esta lucha se trasladará inevitablemente al interior de todas las organizaciones con influencia entre las masas. La diferenciación interna que se ve dentro del movimiento bolivariano no se expresa todavía en un ala izquierda y un ala derecha cristalizadas, claras y evidentes para todo el mundo, en el seno de la dirección y en particular dentro de la principal organización del movimiento (el MVR) como hemos visto en otros procesos revolucionarios; pero sí vemos contradicciones internas crecientes que confirman que este proceso, aunque en sus inicios, está desarrollándose y expresándose a todos los niveles, incluido el aparato del estado (como veremos más adelante en detalle) y el seno del propio gobierno.
Hay un riesgo de que si los sectores revolucionarios que están fuera del MVR no emplean un método compañero hacia la base de este partido y caen en un discurso anti MVR, anti PPT, presentando a estos partidos como un bloque homogéneo “reformista”, “burocrático”, esto facilite la tarea de los dirigentes reformistas y burocráticos de separar a una capa de activistas avanzados del grueso de las bases del movimiento bolivariano, encuadradas –ya sea como votantes o como militantes- tras las banderas del MVR. Esto sería especialmente peligroso en estos momentos ya que en el próximo periodo es inevitable que las contradicciones internas que ya hemos visto dentro del MVR se sigan profundizando e impliquen a un número mucho mayor de militantes y votantes de este movimiento. Las bases de los partidos mayoritarios, en especial del MVR, también están sacando conclusiones revolucionarias y, animados por los discursos de Chávez, se muestran cada vez más abiertas a las ideas socialistas. Una tarea fundamental de los marxistas es la de impedir que en esa lucha las bases no encuentren dirección y se dispersen, que una parte se desmoralice y otra pueda caer en la desesperación. Debemos ganar a la gran mayoría de esas bases para una política marxista genuinamente socialista.
QUINTA PARTE: LA REVOLUCIÓN VENEZOLANA Y EL ESTADO
Una de las principales amenazas al proceso revolucionario es que la clase obrera al frente de las masas populares no ha sido capaz hasta el momento de sustituir el viejo estado burgués por una nueva estructura estatal. En la medida que la propiedad privada de los medios de producción se mantiene y la burguesía, aunque no controla directamente todos los puntos clave de le economía, sigue poseyendo un poder económico decisivo sobre una buena parte de las palancas básicas de esta, Venezuela sigue siendo un país capitalista y el estado sigue siendo burgués. Pero es un estado burgués con características peculiares. La principal es que la burguesía -al menos temporalmente- ha perdido el control de partes clave de su propio estado. Esto parece una afirmación contradictoria, pero es sólo la expresión de una contradicción real que existe en la economía y la sociedad. La sociedad venezolana está dividida por la mitad. La extrema polarización de clase afecta a todo, incluido el estado, que también está dividido. Pero la revolución no ha llegado hasta el final, se ha detenido a medio camino y por lo tanto todavía el proceso puede volverse en su contrario.
El estado venezolano actual
Las sucesivas derrotas de la contrarrevolución sí han producido una cierta depuración. Toda una serie de cuadros al servicio de la clase dominante formados durante décadas han sido expulsados del aparato estatal de poder o tienen que mantenerse en estos momentos en posiciones marginales. Ha ocurrido en PDVSA, en cierta medida en la propia cúpula militar, en diferente medida en distintos ministerios e incluso (al menos en parte) en algunas gobernaciones y alcaldías. Esto refleja la debilidad actual de la burguesía y confirma las enormes posibilidades que existen para generar una institucionalidad revolucionaria basada en la organización revolucionaria de las masas. Si se hiciese un llamamiento a las bases a organizarse en cada centro de trabajo, en cada sector, cuadra, etc. y elegir un comité de delegados revocables en todo momento, si estos comités se reuniesen en un asamblea a nivel local y eligiesen a su vez delgados por el mismo sistema a nivel regional y se conformase una Asamblea Nacional mediante este mismo sistema sería posible sustituir de manera prácticamente pacífica el viejo estado burgués por una nueva estructura estatal controlada por la clase obrera y los sectores populares. Esa misma Asamblea Nacional revolucionaria podría decretar la estatización bajo control obrero de los bancos, las grandes empresas y los latifundios. ¿Qué resistencia podría oponer la oligarquía? Ninguna. Y si lo intentase bastaría con movilizar y organizar a los reservistas, con crear de una vez milicias obreras y populares en cada centro de trabajo, cada barrio y cada pueblo para defender la revolución para disuadirles. Lo único que falta es un programa, un plan de lucha concreto y una perspectiva política en este sentido y el convencimiento político de que ese es realmente el único camino que permitirá dar el salto cualitativo que la revolución necesita.
En Venezuela se está dando un desarrollo peculiar en que, a causa de las derrotas de la reacción y la prolongación del ascenso de las masas y del proceso revolucionario a lo largo de un periodo de varios años, la lucha de clases está penetrando de forma cada vez más clara en el aparato del estado. En la medida que el viejo sistema de control y selección de los cuadros del aparato estatal por parte de la clase dominante (clientelismo de los aparatos partidarios adecos y copeyanos, influencia directa de la burguesía en la designación de toda una serie de responsables) se ha resquebrajado de forma muy importante pero la clase obrera al frente del movimiento revolucionario no ha sido capaz aún de forjar su propio estado e imponer un mecanismo de selección de cuadros y control revolucionario sobre estos mediante asambleas revolucionarias, elegibilidad y revocabilidad de cargos, etc., dentro del aparato estatal venezolano hay una especie de situación híbrida, contradictoria y todavía por definir, hasta cierto punto, dentro del aparato del estado venezolano, o al menos en muchas posiciones de poder, a medida que se ha ido produciendo una cierta sustitución de la vieja burocracia (lo cual no quiere decir que no haya también muchos adecos y copeyanos disfrazados de rojo) por una nueva capa dirigente, también vemos reproducirse buena parte de las contradicciones internas que hasta ahora hemos visto dentro de la propia dirigencia del movimiento bolivariano. En el aparto del estado vemos un magma de sectores y clanes diferentes, a veces en lucha abierta entre sí por el control de determinados espacios de poder o áreas de influencia, a menudo con relaciones y vínculos fluctuantes y aún por definir totalmente.
Esa renovación parcial en la composición de la estructura del estado y las contradicciones internas en el seno de la propia burocracia del estado no se dan tras haber expropiado los medios de producción y quebrar de esta manera el poder económico de los capitalistas, una de las principales armas de las que estos disponen para influir sobre el propio estado y sobre el desarrollo de los procesos sociales. Estas contradicciones internas en el aparto estatal se dan en medio de una economía que sigue siendo capitalista. Esto significa que la presión sobre la burocracia del estado para que tienda a reproducir los métodos, ideas y actuaciones más favorables a la burguesía es aun mayor. Si esta situación se prolonga mucho más tiempo este sector de la burocracia podría adquirir un mayor grado de cohesión interna y fortaleza así como una comprensión mucho más clara de sus objetivos.
Este sector burocrático, como hemos denunciado en repetidas ocasiones, ya hoy actúa como el principal freno al avance de la revolución y si consolida su poder puede convertirse, al menos durante un tiempo, en uno de los principales puntos de apoyo para la contrarrevolución burguesa. Se está calando los discursos socialistas de Chávez y la movilización revolucionaria de las masas pero no cree en nada de esto y cada vez lo verá más como un fastidio. Especialmente si empiezan a sentir que el apoyo social a Chávez en lugar de seguir avanzando empieza a retroceder, que la contrarrevolución empieza a levantar cabeza, etc. este sector tenderá a sacar conclusiones cada vez más a la derecha. Cuando, en un determinado momento la lucha de clases a lo interno del proceso lleve aun conflicto fuerte este sector intentará o bien presionar a Chávez para que gire hacia la derecha y se en enfrente alas bases o si, como es probable, no consigue que este aplique las medidas que necesitan para frenar el movimiento revolucionario de las masas podrían incluso llegar a algún tipo de acuerdo con la burguesía para intentar un “chavismo sin Chávez”
Sin embargo, esta no es la única tendencia ni el único desarrollo posible que existe. Junto a estos sectores también hay una capa incluso dentro del aparato del estado que, en esta situación de ascenso del movimiento obrero y popular, recibe la presión de este y tiende a reflejarla en bastantes de sus actuaciones y en algunas de las políticas de estado que defiende. Esta capa es minoritaria en estos momentos pero no se puede despreciar y, sobre todo si la clase obrera sigue fortaleciéndose y logra ponerse al frente del proceso, podría aumentar su influencia y fuerza considerablemente. Si esta lucha tuviese lugar en el vacío, o en el propio aparato estatal sin conexión con lo que ocurre en los barrios y sobre todo en las fábricas, no cabe ninguna duda de que los sectores pro-burgueses se impondrían sin dificultad. Pero el aspecto decisivo, como ha ocurrido durante todo el proceso, es que el sistema capitalista es incapaz de ofrecer nada a las masas, el ascenso revolucionario de las masas en Venezuela y la radicalización creciente del movimiento obrero y popular en toda América Latina y especialmente en Venezuela van en aumento y un sector de la propia dirigencia bolivariana (empezando por el propio Chávez), de un modo más o menos distorsionado, tienden a reflejar esto. Es importante comprender estas contradicciones, que son en realidad el motor del proceso, para poder actuar con el método correcto y saber explotar y acompañar su desarrollo
El poder del reformismo hoy en Venezuela emana fundamentalmente de que la clase obrera, los campesinos, los desempleados y el conjunto de los explotados estamos todavía desunidos y no tenemos conciencia de nuestra propia fuerza ni hemos logrado generar todavía una estructura organizativa que nos permita unificarnos desde la base para dar la batalla por completar la revolución y construir una institucionalidad revolucionaria que sustituya ala que todavía hoy existe.
¿Cómo construir un estado obrero?
¿Cuál es la tarea central para los revolucionarios en este contexto? “Explicar pacientemente”, como diría Lenin. Pero ¿en qué se concreta eso hoy? En hacer consciente a la clase obrera y los sectores populares de su enorme fuerza y de que si esta fuerza se concentra entorno a un programa y un plan de lucha para completar la revolución de una vez por todas es posible, no dentro de varias generaciones como dicen algunos dirigentes bolivarianos, no “cuando las masas tengan formación y madurez suficiente” (¿quién tiene el termómetro para medir el nivel de formación y madurez?), sino ya, ahorita mismo, expropiar los medios de producción y ponerlos bajo la propiedad del estado para empezar a planificar la economía en función e las necesidades sociales e, inseparable totalmente de ello, sustituir el actual estado por un estado obrero basado en asambleas revolucionarias.
Estos organismos de base son los únicos que en la práctica permiten hacer realidad el frente único de todos los revolucionarios por completar revolución bolivariana en dirección al socialismo. Al unificar por la base al movimiento revolucionario, y hacerlo consciente de su fuerza y su capacidad para construir un nuevo Estado (en realidad un semi Estado) y una nueva sociedad, crearían las condiciones para que este se emancipe de cualquier dirigente reformista que quiera frenarlo e impedirle avanzar en la dirección que el propio pueblo trabajador organizado en asambleas revolucionarias y comités elegidos y revocables por ellas decida. Estos organismos en la revolución rusa se llamaron soviets. Los soviets en Rusia no eran otra cosa, cuando surgieron, que comités de conflicto que a partir de un determinado momento de la lucha empezaron a coordinarse a nivel local, regional, etc. Llegado un momento, a causa del desarrollo de la situación revolucionaria y empujados por las propias necesidades de la lucha, empezaron a verse obligados a asumir tareas de distribución de víveres, mantenimiento el orden público y organización de la vida social en toda una serie de zonas.
Trotsky explica cómo surgen los soviets: “El proletariado, si quiere entrar en la senda de las grandes acciones, tiene necesidad, ya en el momento presente, de una organización que se levante por encima de las separaciones políticas, nacionales, provinciales y sindicales existentes en las filas del proletariado y que corresponda a la envergadura tomada por la lucha revolucionaria actual. Una organización tal, elegida democráticamente por los obreros de las fábricas, de los talleres, de las minas, de los establecimientos comerciales, del transporte ferroviario y marítimo, por los proletarios de las ciudades y del campo, no puede ser más que el soviet. Los epígonos han causado un daño incalculable al movimiento revolucionario en todo el mundo al afirmar en muchas mentes el prejuicio de que los soviets se crean únicamente para las necesidades del levantamiento armado y únicamente en vísperas del mismo. ”
Los soviets no los crean ni los integran el sector más avanzado, la vanguardia. Es más, la idea misma de los soviets es contraria a esa concepción. Los soviets nacen precisamente de la necesidad que tienen la clase de luchar unida, unir a la vanguardia con los sectores más atrasados de la clase y a la clase obrera con todas las masas explotadas. Lo único que falta hoy en Venezuela para que los soviets puedan hacerse realidad es que las masas empiecen a construir desde ya organizaciones unitarias de base que les permitan empezar a tomar conciencia de su propia fuerza y, en un determinado momento, a través de esos mismos organismos revolucionarios empezar a ejercer realmente el poder. Los círculos bolivarianos o las UBEs durante la Batalla de Santa Inés empezaron a desarrollarse como esos posibles embriones de una nueva institucionalidad revolucionaria. Sin embargo, la ausencia de un programa claro, genuinamente socialista, de un método y unas consignas concretas con apoyo entre las masas, así como de una organización revolucionaria con influencia entre las masas con capacidad para difundir y empezar a aplicar ese programa en cada fábrica, barrio, etc. permitió que estas primeras experiencias de organización del movimiento por la base en unos casos se disolviesen y en otros casos fuesen disueltas por la burocracia.
Un factor que ayudó decisivamente a eso, como explicamos en el documento Perspectivas para la revolución venezolana, fue el que las UBEs nacieron como un instrumento fundamentalmente electoral y la burocracia luchó con uñas y dientes para que no superasen ese marco. Otros aspectos fundamentales fueron que estas UBEs no se basaban en asambleas de base en cada sector que eligiesen sus representantes a la UBE ni en la elegibilidad y revocabilidad en todo momento de todas las responsabilidades en el seno de la misma UBE. Por otra parte, como ya hemos explicado, su ámbito de actuación era la comunidad, la circunscripción electoral, mas no el centro de trabajo. No se basaron en el proletariado organizado, los núcleos industriales y los centros de trabajo sino en el barrio y los sectores populares cuya tendencia a la dispersión y dificultades para generar una organización estable ya explicamos.
Precisamente, en este nuevo contexto de ascenso de la lucha de clases que hemos analizado, el desarrollo de organismos unitarios de lucha y participación de los trabajadores en cada empresa que permitan a estos empezar a impulsar la cogestión en dirección al control obrero, unificar y coordinar las luchas reivindicativas, la defensa de la revolución y la batalla contra el burocratismo así como vincular esas luchas con el resto del movimiento revolucionario, extendiendo esos mismos organismos unitarios que permitan completar la revolución en dirección al socialismo a las Misiones, al movimiento campesino, a los centros de estudio y, muy importante, al seno de la FAN resulta decisivo
Unidades de Batalla por el Socialismo
Los marxistas venezolanos debemos vincular en todo momento la lucha de las masas tanto contra los ataques de la burocracia como por mejorar nuestras condiciones de vida a la idea de formar estos organismos de lucha y utilizar cada aspecto del discurso del Presidente (y de sus acciones) que haga avanzar las expectativas y la conciencia de las masas para intentar empujar estas todavía mas hacia delante y concretar las mismas en un conjunto de propuestas programáticas (el Programa de Transición) que nos permitan establecer un puente entre la conciencia actual de las masas y la necesidad de expropiar a los capitalistas y forjar un estado de los trabajadores.
Debemos agitar con la propuesta de que una mayoría absoluta en la AN, reflejo de una mayoría aplastante entre los trabajadores manuales e intelectuales de la ciudad y el campo, los campesinos, amas de casa y estudiantes nos permitiría reformar la constitución e implantar desde la Asamblea Nacional, la elegibilidad y revocabilidad de todos y cada uno de los funcionarios públicos, que ninguno de ellos (incluyendo los propios diputados de la AN) gane un sueldo mayor al de un obrero calificado. Además de esto, podría emitir rápidamente decretos nacionalizando la banca, la tierra y los grandes monopolios poniéndolos a producir bajo control de los trabajadores y el NO al pago de la deuda externa y sus intereses. Estos serían pasos decisivos para defender la revolución no sólo del imperialismo y de la oligarquía local, sino también de avanzar en la lucha contra la burocracia, la corrupción y todos los males endémicos que asolan a este proceso al seguir manteniendo un aparato estatal burgués. En razón de que la última ocasión en la que vimos como un ascenso masivo y generalizado del movimiento de masas y elementos importantes de autoorganización de este el nombre que adquirieron los organismos mediante los cuales las masas organizaron su lucha fue el de Unidades de Batalla Electoral pensamos que el nombre de Unidades de Batalla por el Socialismo podría ayudar a difundir esta idea y enlazar con la experiencia reciente de las masas. Pero el nombre es lo de menos, lo importante es el contenido.
Debemos plantear un programa de acción en las líneas antes citadas y organizar “Unidades de Batalla por el Socialismo” en cada fábrica, centro de salud, barrio, etc. para que desde las bases se impulse una política revolucionaria. Estas UBS permitirían vincular a la vanguardia revolucionaria con los sectores mas amplios de las masas, permitirían romper cualquier intento de separar a las bases que todavía siguen encuadradas en el MVR y los sectores de la izquierda revolucionaria que intentan levantar una alternativa a la izquierda de este y a ambos con la gran mayoría de las masas que son las que no tienen ningún partido y apoyan al movimiento bolivariano y a Chávez porque en el se han encarnado sus ilusiones y esperanzas de una vida mejor. Un debate constante dentro del movimiento revolucionario ha sido el de la unidad. El único modo de forjar la unidad de un movimiento revolucionario es con estos organismos unitarios de lucha (soviets, Comités de representantes elegibles y revocables, etc.). Cualquier intento de imponer la unidad burocráticamente desde arriba esta condenado al fracaso
¿Están preparadas las masas?
Uno de los argumentos favoritos de algunos sectores de la burocracia reformista que intentan recubrir sus argumentos con fraseología revolucionaria e incluso marxista es que no se puede avanzar hacia el socialismo porque no existen los soviets como estructura de un nuevo estado y los soviets no existen porque las masas no están todavía “maduras”, no tienen suficiente “conciencia” ni “preparación”, “falta formación”, etc. Este también es el argumento, con distintas variaciones, de algunos intelectuales que asesoran al presidente como Heinz Dieterich o Marta Harnecker. Estas frases que ellos consideran muy juiciosas y “realistas” están sin embargo de espaldas a toda la experiencia histórica y especialmente a la realidad venezolana actual. Los soviets, como hemos dicho, nunca ni en ninguna parte han nacido como una estructura de poder creada por cuadros formados, como resultado de la discusión teórica y siguiendo un plan. Como ya hemos explicado, siempre que se han desarrollado lo han hecho como organismos creados por los propios trabajadores inicialmente para objetivos muy modestos, para organizar, coordinar y unificar lo máximo posible su lucha.
Ninguna revolución se ha dado obedeciendo a un plan preconcebido y cumpliendo todas sus etapas como un buen alumno hace su examen. Las masas no entran en lucha con un plan acabado, perfecto y con todas las garantías de que va a salir bien. La necesidad crea el órgano. La lucha de clases obliga a los trabajadores a crear sindicatos y a organizarse políticamente. Fue el paro patronal el que obligó a los trabajadores petroleros a tomar las instalaciones y a defenderlas junto a las comunidades y a sectores de la FAN, que fueron arrastrados por la movilización de las masas a la lucha. Muchos trabajadores al principio pedían al gobierno que mandase gerentes, sin embargo en ausencia de esos gerentes y ante la necesidad de poner en marcha la producción, encontraron la forma de hacerlo. Discutieron en asambleas como organizar y recuperar la producción, como combatir el paro patronal y el saboteo, y demostraron que los trabajadores sabemos y podemos controlar y organizar la producción. En la práctica se demostró que las fábricas no pueden funcionar sin obreros pero sí pueden hacerlo sin capitalistas y burócratas. Antes, el 12 y 13 de abril, esas masas “poco preparadas”, “inmaduras para tomar el poder” –siempre según los sesudos análisis de esos teóricos tan formados y preparados- fueron las que derrotaron el golpe y devolvieron a Chávez al poder. Si en aquel momento se hubiese llamado a estas masas a crear comités de representantes elegidos y revocables en todo momento y que respondan periódicamente ante asambleas de los trabajadores y los sectores populares el aparato estatal podría haber sido sustituido por esta estructura basada en la democracia directa y el control obrero y popular.¿quién habría podido evitarlo?
En la misma Batalla de Santa Inés, cuando ratificamos al Presidente, las bases revolucionarias frente al desastre organizado por los “líderes” formados y maduros del Comando Ayacucho demostraron cómo se hacen las cosas. Desde abajo, basándose fundamentalmente en sus enormes ganas de luchar y su iniciativa, y en no pocos casos en contra de la burocracia que intentaba frenar esa participación, las masas revolucionarias crearon patrullas, UBEs, asambleas y supieron ganar la batalla.
Democracia obrera contra burocracia
El debilitamiento, e incluso la destrucción del aparato estatal de la burguesía, pueden ser realizados por el movimiento más o menos espontáneo de la clase obrera. Incluso la generación de un primer ensayo o esbozo de un nuevo estado revolucionario (asambleas, embriones de poder obrero, creación de soviets, etc.) podría ser realizada por la clase obrera sin dirección consciente o con una dirección insuficientemente preparada y consciente, pero para que este ensayo triunfe definitivamente, para que el esbozo fragüe y la clase obrera construya un estado obrero capaz de iniciar la construcción del socialismo es necesaria una dirección marxista consciente con un programa y un método muy bien definidos.
Estamos viendo ya como la propia inercia burocrática e ineficiencia de un aparato que en estos momentos hasta cierto punto nadie controla totalmente (ni la burguesía ni el proletariado) constituye un obstáculo al desarrollo de toda una serie de políticas revolucionarias. Este impasse puede mantenerse un tiempo, y en Venezuela lo ha hecho ya bastante, pero tarde o temprano esta contradicción ha de resolverse. Situaciones en que una clase tiene (o lucha por tener) el control del aparato del estado y permite que la hegemonía económica la siga teniendo otra no pueden prolongarse mucho. Esto refleja una contradicción profunda que antes o después acaba resolviéndose. Como siempre ha explicado el marxismo, el socialismo -a diferencia del capitalismo, que se desarrolla sin una planificación y dirección consciente, como consecuencia de la competencia, la lucha por los mercados y la anarquía de la producción- sólo puede ser construido conscientemente y de forma planificada. O la clase revolucionaria construye una maquina estatal que le responda y esté a su servicio mediante los organismos elegibles y revocables que ya hemos explicado y (no después sino al mimo tiempo) expropia a los capitalistas y rompe su control de la economía o sino, en el propio aparato del estado, tendera a reproducirse un aparato burocrático que, si se mantiene mucho tiempo, en el marco de una economía capitalista tendera a expresar los intereses de esa clase dominante
Toda la experiencia histórica de otras revoluciones y de nuestra misma revolución demuestra que la revolución no puede tomar el aparato estatal creado previamente por la burguesía e intentar utilizarlo para unos objetivos revolucionarios, opuestos a aquellos para los que fue concebido. Es mas, tampoco es posible crear un nuevo estado por decreto y al margen de las masas. El estado revolucionario solo puede ser el resultado del movimiento y la participación de las masas quienes, a través de su propia lucha y organización, generan organismos para ejercer el poder. Tanto en la revolución francesa como en la rusa un aspecto clave en la degeneración de la revolución fue la combinación entre la miseria que seguían sufriendo las masas (lo que iba generando apatía, desmoralización) y el hecho de que el aparato estatal la sustitución paulatina del principio de elegibilidad y revocabilidad en todos los cargos por el principio de designación a dedo, de arriba abajo.
Lenin planteaba cuatro condiciones para romper el control de la burguesía sobre el estado y construir una nueva estructura estatal que sirviese realmente a los objetivos revolucionarios de los trabajadores, los campesinos y los explotados todos Estas condiciones eran la elegibilidad y revocabilidad de todos los cargos públicos, el que estos perciban el salario de un trabajador cualificado, el que todas las atareas administrativas y burocráticas que sea posible se desarrollen de forma rotativa (“si todos somos burócratas a turnos nadie lo es”), la cuarta era la sustitución de un ejercito regular separado del pueblo por la organización de milicias entorno a los centros de trabajo y los barrios. Estas mismas condiciones, unidas a la expropiación de la banca, los monopolios y los latifundios, son las que hoy necesita la revolución bolivariana para triunfar definitivamente y abrir una nueva etapa en la historia de la humanidad. Una revolución socialista triunfante en Venezuela se extendería de forma inmediata e inevitable a toda América latina y aceleraría también el proceso de la revolución mundial, convirtiéndose en un acicate para los trabajadores de los países avanzados. El socialismo no es posible en un solo país sino a escala mundial pero debe empezar por algún lugar y hoy la llave para abrir paso a la revolución socialista mundial está en Venezuela.
SEXTA PARTE: PERSPECTIVAS POLÍTICAS
Después de las elecciones ¿qué?
La revolución venezolana está alcanzando un punto de inflexión, uno de esos momentos decisivos que jalonan todos los procesos revolucionarios. La revolución debe aprovechar esta fase favorable para dar un salto de calidad y avanzar hacia la expropiación de los capitalistas, la creación de una economía nacionalizada y planificada y la conformación de un estado obrero basado en los organismos de poder obrero de los que hemos hablado anteriormente. En caso de no hacerlo, el apoyo social al proceso revolucionario, la extensión y convicción de las masas en las posibilidades de victoria, la confianza estas en sus propias fuerzas, que hoy parecen inconmovibles, podrían empezar a retroceder.
Un giro aún más a la izquierda en el año 2006 pero que no signifique la expropiación de los medios de producción para ponerlos en manos del estado y la sustitución de la actual estructura estatal por otra basada como hemos dicho en comités elegibles y revocables (soviets) no podría resolver ningún problema social seriamente. El saboteo de los capitalistas y la corrupción y arbitrariedad de la burocracia continuarían, la inquietud y la decepción entre sectores cada vez más importantes de las masas también. Inicialmente es probable que una nueva victoria electoral, y nuevas acciones y discursos del Presidente hacia la izquierda, tuviesen un primer efecto de aplazar por algún tiempo más la inquietud y ansiedad de las masas y crear nuevas esperanzas. Pero, tras un cierto compás de espera que difícilmente duraría mucho, en la medida que continuasen sin solución los problemas sociales, la paciencia de las masas podría empezar a agotarse. El pueblo venezolano lleva mucho tiempo esperando que la revolución dé una satisfacción definitiva a sus necesidades y no puede seguir haciéndolo mucho más.
La burocracia se consolida y encuentra margen para poder independizarse de la presión de las masas cuando la movilización de estas –asfixiadas por los problemas económicos y el cansancio- decae fuertemente. Pero, como consecuencia del crecimiento económico con las características contradictorias que hemos comentado, de las victorias políticas y del propio discurso de Chávez sobre el socialismo lo más probable es que, con avances y retrocesos, la tendencia general del movimiento para el próximo periodo no sea precisamente la de decaer sino la de una intensificación y extensión mayor del ascenso en las luchas obreras que estamos empezando a ver. Este es un terreno que beneficia a la izquierda revolucionaria y dificulta de forma importante los planes de la burocracia.
¿Es posible un proceso cómo el de Cuba en Venezuela?
La posibilidad de que Chávez en un determinado momento pueda seguir un camino como el de Fidel y el Che en Cuba ha sido planteada ya por nosotros en nuestros anteriores documentos. Hemos sido los únicos en defender esta posibilidad no ahora, sino hace ya unos años, cuando todo el mundo decía que esto no estaba ni estaría planteado en este proceso y nadie –salvo nosotros- hablaba de socialismo. Entonces decíamos que esta era una posibilidad que no era posible descartar. Hoy esta opción por supuesto sigue sin ser la única posible pero aparece cada vez más como una de las evoluciones más posibles de la situación revolucionaria.
La razón fundamental para defender esta perspectiva era que comprendíamos que la actuación de Fidel y el Che en Cuba no fue dictada por un plan prefijado ni siquiera por sus deseos subjetivos: su plan inicial también era –como en el caso de Chávez- construir una democracia auténtica y con justicia social. No se proponían expropiaciones masivas ni ningún ataque decisivo a la propiedad privada de los medios de producción. Eran revolucionarios honestos que buscaban una solución a los problemas del país e inicialmente intentaron conseguir esa solución sin romper con el capitalismo y mediante el diálogo con sectores de la propia clase dominante. Pero, al igual que hoy ocurre con la revolución bolivariana, el proceso revolucionario cubano se encontró con la incapacidad del capitalismo para desarrollar las fuerzas productivas y el carácter parásito y reaccionario de la burguesía cubana. Todo ello combinado también con el saboteo contrarrevolucionario y la presión del imperialismo. Las expropiaciones también empezaron allá como un intento de responder a la crisis económica, interviniendo empresas previamente y enviando inspectores del gobierno para intentar controlarlas y presionar a los empresarios para que aceptasen la revolución y siguiesen invirtiendo.
Las primeras expropiaciones del gobierno cubano tampoco obedecían a un plan para expropiar las palancas fundamentales de la economía sino que fueron planteadas inicialmente como excepciones. Fue la agudización de la lucha de clases la que aceleró el proceso. Las expropiaciones animaron a la clase obrera y los campesinos y radicalizaron hacia la derecha los capitalistas y el imperialismo, quienes empezaron una campaña de saboteo y ataque a la economía. Estos ataques, combinados con el apoyo entre las masas que les dio su giro ala izquierda, convencieron a Fidel y el Che de que avanzar hacia la estatización completa y la planificación de la economía era el único camino para que la revolución pudiese empezar a solucionar toda una serie de problemas sociales y responderle a su base social.
¿Podemos descartar que Chávez en un determinado momento, viendo las contradicciones entre lo que él propone y lo que ve en la realidad, harto de lo que considera ineficiencia, flojera o falta de compromiso de una parte de los que le rodean pueda romper con algunos sectores de la burocracia apoyándose en los que el crea más fiables y dispuestos a acompañarle? Aunque esto empezase inicialmente sin un plan de expropiación masiva sino como toda una serie de medidas urgentes para responder alas necesidades del proceso revolucionario, podría generar una dinámica propia. En varias ocasiones a lo largo de la historia en las que se han dado situaciones como esta, una limpieza en los círculos de poder o un simple golpe de timón a la izquierda han despertado el entusiasmo de las masas y han acabado yendo mucho más lejos de las intenciones iniciales de sus promotores. Un giro a la izquierda fuerte por parte de Chávez que expropiase alguna empresa o sector especialmente significativo, o una especie de depuración de un sector de la burocracia, electrizaría a las masas y esto empujaría al propio Chávez y probablemente a una parte de los sectores que le rodean y que tienen propuestas más a la izquierda a radicalizarse aun más. También empujaría al imperialismo, la burguesía y al sector más derechista de la propia burocracia más a la derecha. Lo que haría más factible un desarrollo de este tipo es que el propio movimiento obrero empujase en esa dirección, mostrase el camino y ofreciese con su lucha un punto de apoyo para llevarla a cabo.
Habría el riesgo de que una situación semejante pudiese culminar en un régimen de bonapartismo proletario: un régimen basado en la economía estatizada y planificada pero en el que el estado no está bajo el control de la clase obrera y los demás explotados sino de una burocracia que gobierna en nombre de las bases revolucionarias pero sin que estas tengan ninguna capacidad de decisión. Pero en un primer momento y por todo un período una cristalización en este sentido encontraría serios obstáculos. La clase obrera se vería aun más animada a participar y al menos durante un tiempo aumentarían las posibilidades de construir una dirección revolucionaria marxista de masas. Por todo un período, cuya duración hoy no estamos en condiciones de poder prever, la situación sería muy abierta, habría bastante espacio y oportunidades para la intervención de los marxistas y a la burocracia le costaría controlar la situación. Incluso en una situación tan favorable nuestra insistencia fundamental seguiría siendo la de que el movimiento obrero mantuviese una actuación independiente y luchase en todo momento por el control de las empresas y del estado desarrollando organismos de poder obrero (asambleas, comités de delegados elegidos y revocables etc.) que sen las bases de un genuino gobierno de los trabajadores y del pueblo en una Venezuela socialista.
Perspectivas a medio plazo
Hay varias perspectivas posibles para el desarrollo de los acontecimientos a medio y largo plazo. La primera (y obviamente la que nosotros debemos intentar impulsar con todas nuestras fuerzas) es la de que este ascenso del movimiento obrero que prevemos continúa y posibilita un rápido desarrollo de las ideas y el programa que estamos defendiendo los marxistas en el seno del movimiento obrero y de manera especial entre los sectores revolucionarios de la UNT. Los sectores revolucionarios de la UNT logran unificarse y tras adoptar el programa socialista que proponemos logran dar respuesta al crecimiento de las luchas obreras que esta teniendo lugar y unificar estas, vinculándolas además con las luchas que vemos desarrollarse en las Clínicas Populares y el resto de las Misiones contra la burocracia y aparecer ante los ojos de sectores crecientes de las masas como un alternativa política a los sectores reformistas. El frente de empresas en cogestión constituido, tal y como nosotros defendemos, logra extender esta propuesta a otras muchas empresas publicas y la misma se impone y se desarrolla en dirección al control obrero. En una situación semejante, las posibilidades de la burocracia y la burguesía de frenar el movimiento revolucionario de las masas en dirección al socialismo serían mínimas. En un contexto en el que la que la clase obrera armada con un programa socialista lograse ponerse al frente de las masas bolivarianas para completar la revolución hacia el socialismo no se puede descartar siquiera que el propio Chávez decidiese apoyarse en el movimiento revolucionario del proletariado y pudiese decidir incorporase a éste.
Si el movimiento obrero con una dirección marxista lograse este objetivo, unificase la lucha de todos los explotados y consiguiese ponerse al frente de la misma la actuación individual de un dirigente (incluido uno que ha demostrado tanto carisma y capacidad para conectar con las esperanzas y el sentir de las masas como el propio Chávez) pasaría a tener una importancia secundaria, pues esta habría generado una estructura y dirección colectiva que le permitiría ser plenamente consciente de su fuerza y encontrar los instrumentos políticos y organizativos para seguir avanzando. Si la clase obrera empezase a desarrollar comités de lucha, Unidades de batalla por el socialismo, en definitiva, embriones de soviets que le permitiesen unificar y organizar su lucha y desplegar plenamente todo su potencial, antes o después estos organismos se desarrollarían como estructura de poder obrero alternativa a la burocracia reformista. En una situación como esa, con las masas sintiendo su propia fuerza y sintiéndose poderosas nada ni nadie podría detenerlas. Este desarrollo del poder obrero es el objetivo principal por el que debemos luchar en todo momento los marxistas, debemos hacer consciente a la clase obrera de que la solución a la contradicción que vive la revolución está en su propia capacidad como clase para organizarse y dotarse de un método, un plan de lucha y un programa que permitan construir el genuino socialismo.
En realidad, si analizamos cada momento decisivo de la revolución vemos que el factor que ha inclinado la balanza una y otra vez ha sido la actuación de las masas. En abril de 2002, las masas de los explotados saliendo espontáneamente a la calle. En el paro patronal, los trabajadores petroleros y tras ellos importantes capas de los sectores populares y un sector de oficiales y soldados del ejército. En la Batalla de santa Inés, otra vez las masas de trabajadores, desempleados, campesinos, etc. pero esta vez organizados entorno a las patrullas, UBEs, etc. En todos los casos, el hecho de que el presidente no se rindiese ante los planes del imperialismo animó de forma importante la movilización de las masas. En particular en la batalla de santa Inés su llamado a organizarse ayudó a empujar la movilización y organización de estas, pero, al mismo tiempo, este empuje también hizo avanzar el discurso y propuestas de Chávez.
El giro ala izquierda de Chávez, sus discursos sobre el socialismo, las expropiaciones que se han llevado acabo y otras nuevas que seguramente las acompañarán son una enorme arma a nuestro favor y nos permiten apoyarnos en estas declaraciones y acciones más a la izquierda para plantear propuestas y consignas transicionales en la línea de profundizar y avanzar aún más en esa dirección. También nos permiten poner en evidencia ante las masas a los sectores reformistas oponiendo a sus políticas los elementos más progresivos de estos discursos de Chávez, y nuestras propuestas concretas para vincular esa idea del socialismo de la que todo el mundo habla, con las necesidades y reivindicaciones más urgentes que tienen las bases revolucionarias. Este es el único método para poder ganar la dirección de las masas en estos momentos.
La contrarrevolución se prepara
Si el movimiento obrero no consigue construir los soviets que permitan edificar un semi Estado obrero basado en la elegibilidad y revocabilidad y no se expropia a los capitalistas para empezar a hacer realidad la planificación socialista de la economía, las contradicciones internas dentro del proceso continuarán. La reacción ya está desarrollando un plan para, en el caso de que la revolución desaproveche esta nueva oportunidad de triunfar definitivamente y transformar la sociedad, poder volver a pasar a la ofensiva.
Si vemos los datos del referéndum del 15 de agosto de 2004, descubrimos que hay una base social potencial para la contrarrevolución. Los 4 millones de votos que logro el “sí” están hoy desmovilizados y en este momento hasta es posible que una parte de esos votos pudiesen decantarse del lado de la revolución, particularmente si esta -mediante la nacionalización de la banca y resolviendo toda una serie de problemas endémicos así como erradicando la corrupción, la inseguridad ciudadana, etc.- demostrase a estos sectores que además de tener mas fuerza y apoyo logra resolver los problemas sociales y desarrollar el país. Pero si esto no es así, junto a esos sectores de las masas pobres que puedan desencantarse o incluso ser captados por la demagogia contrarrevolucionaria esta podría volver a movilizar a un sector de la clase media, especialmente a las capas mas bajas.
El imperialismo y la oligarquía harán todo lo que puedan para intentar impedir una nueva victoria electoral de Chávez en el 2006. Este ha planteado un objetivo realmente ambicioso: conseguir 10 millones de votos. Desde luego, si se mantiene la situación que ya hemos descrito -con la burocracia y el capitalismo golpeando a la base social del proceso- este resultado será difícil de conseguir. Si, en cambio, se diese un giro fuerte a la izquierda que se tradujese en medidas concretas y generalizadas que entusiasmasen a las masas esa meta sí sería alcanzable. En cualquier caso, el resultado probable de esas elecciones –aunque queda todavía más de un año y eso en una situación revolucionaria es mucho tiempo- es una victoria de Chávez y la burguesía lo sabe. Pero una nueva victoria de Chávez animaría aún más el movimiento revolucionario –como ya hizo la victoria en el referéndum- y no sólo en Venezuela sino en toda Latinoamérica y en todo el mundo. Sería una nueva derrota para el imperialismo que, desde el punto de vista de este, enviaría un mensaje muy peligroso a todos los jóvenes, trabajadores y demás explotados de todo el planeta. Eso significa que la posibilidad de un magnicidio antes de las elecciones está presente. Obviamente, eso no quiere decir que si no encuentran la ocasión antes de las elecciones presidenciales de 2006 para lanzar esa ofensiva contrarrevolucionaria, no vayan a seguir intentándolo después por mucho que Chávez saliese nuevamente relegitimado por las urnas ante la opinión pública internacional.
En estos momentos no podemos prever la forma exacta que adoptará la contraofensiva de la reacción, si finalmente tienen la oportunidad de desencadenarla, ni el momento concreto en que la lanzará. Ya hemos discutido en otros documentos distintas posibilidades: desde el magnicidio hasta un nuevo golpe, una victoria electoral de la reacción (aunque esta posibilidad parece hoy mucho más remota) un nuevo intento de no reconocer los resultados o de organizar un fraude, pero una cosa está, clara la oligarquía y el imperialismo no abandonarán el campo de batalla sin intentarlo una y otra vez.
El ejército
La situación dentro de la FAN no está tan controlada como muchos creen. Es evidente que hay oficiales revolucionarios, y que entre la mayoría de los soldados (que al fin y al cabo son explotados de uniforme) la simpatía por el proceso revolucionario es masiva, reflejando lo mismo que ocurre en la sociedad. Pero el único modo de lograr que el ejército sea fiable para la revolución es desmantelar su estructura burguesa, introducir el debate político en el seno de la tropa y construir un nuevo ejercito basado en la elegibilidad y revocabilidad de comités revolucionarios por parte de asambleas conjuntas de soldados y oficiales y en la extensión de milicias obreras, campesinas y populares organizadas y armadas en las fábricas, barrios y pueblos.
Cuando haya una nueva ofensiva contrarrevolucionaria es más que probable que el imperialismo, al menos en un primer momento, no reclute a los hombres que den el golpe de mano contra la revolución entre los escuálidos, que se han debilitado demasiado y perdido muchas posiciones de poder con sus sucesivas derrotas, sino entre sectores que hoy se dicen chavistas pero no comparten en absoluto ni la evolución política de Chávez ni el profundo vínculo que mantiene éste con las masas, y ven ambos factores cada vez con más desconfianza, incomodidad y preocupación. En caso de magnicidio se produciría una explosión social. Pero no es nada descartable que sectores institucionalistas del ejército o incluso de los que hoy se declaran chavistas estuviesen dispuestos a liderar un gobierno que intentase imponer orden. En un momento como ese también saldrían del closet todos los sectores de la dirigencia bolivariana que juegan al “chavismo sin Chávez”
En todo caso es una lucha en desarrollo, que se va a prolongar un tiempo todavía y que no está determinada de antemano. Durante la desaparición de Chávez el 28 y 29 de mayo de 2005 vimos cómo el instinto revolucionario de las masas empujó a estas como un resorte hacia Miraflores. Las masas no confiaron en ninguno de los dirigentes que intentaban tranquilizarlas. Esto refleja al mismo tiempo una fortaleza y una debilidad. La debilidad del aparato para controlar a las masas y encauzarlas puede ser un punto negativo o positivo dependiendo de las circunstancias concretas que revistiese la lucha y de la propia actuación y plan de lucha que propusiese la izquierda revolucionaria. En Chile donde el nivel de organización de las masas y las raíces que tenían los aparatos partidarios del PS y del PC en el movimiento eran incomparablemente superiores a los que tienen hoy los partidos mayoritarios del proceso entre las masas venezolanas, los sectores populares y la clase obrera estaban dispuestos a movilizarse masivamente contra el golpe pero esperaban un plan de lucha de sus direcciones que nunca llegó. Al mismo tiempo la espontaneidad y falta de dirección podría ser una debilidad si el movimiento respondiese como el 11 de abril de 2002 pero, en una situación de confusión extrema (por ejemplo desaparición o eliminación de Chávez y divisiones abiertas en la dirigencia reconocida por las masas), esta respuesta se dispersase en acciones desesperadas, saqueos, etc. y no encontrase una dirección política.
Conclusión
El proceso revolucionario abierto en 1998 con el triunfo de Hugo Chávez, hoy se mantiene y desde entonces se ha desarrollado como suele suceder en la vida real por caminos donde las marchas y contramarchas son inevitables, pero en una dinámica ascendente. Esa dinámica, que involucraba al pueblo todo de manera poco diferenciada entre sus componentes sociales, anunció sus primeros matices destacados en los meses finales del año: VENEPAL era la punta del témpano. La expropiación de la empresa, y así lo dijimos en nuestro anterior documento, en un momento de ascenso en la lucha de clases, con una clase obrera en fuerte proceso de reorganización de sus filas y de formación de una nueva capa de dirigentes, solo podía ser el inicio de una nueva etapa en el ascenso de la clase obrera. Ese ascenso hoy se mantiene. Las grandes movilizaciones de masas que llenaban las calles ya no son la nota. La lucha viene girando hacia el campo y hacia los trabajadores en general. Ahora el eje de la lucha de clases pasa por el movimiento obrero. Tiene un carácter incipiente, pero ya es indiscutible.
Esta situación se ve enriquecida por la entrada en escena del movimiento campesino y del propio sector estudiantil, cada uno desde su punto de partida. Todo esto conforma un cuadro de correlación de fuerzas sociales y políticas mucho más favorable para profundizar el proceso revolucionario, que las que vivíamos para esta época el año pasado y ello tenemos que seguirlo aprovechando al máximo sin descuidar al enemigo pues este no duerme. Tenemos que seguirlo denunciando y combatiendo desde los espacios pequeños, como las empresas y donde estén infiltrados.
Debemos seguir preparándonos en las luchas concretas por nuestras reivindicaciones, organizaciones o intereses en general. Pero también debemos estar vigilantes ante cualquier tentativa contrarrevolucionaria que se produzca, por mínima que parezca y en caso de darse, intervenir en las mismas líneas que lo hicimos durante los días posteriores al rescate del presidente Chávez, aquel 13-A, impulsando cientos de miles de Círculos Bolivarianos y vinculándolos a través de coordinadoras democráticamente electas, o como hicimos cuando la convocatoria al referéndum cuando constituimos decenas de miles de UBEs. Llamando a constituir asambleas y comités elegibles y revocables en cada centro de trabajo, barrio, etc., para organizar la respuesta y darle una dirección y objetivos precisos e insistiendo en el papel central de la clase obrera en la lucha por defender y llevar hasta la victoria la revolución.
Incluso en caso de atreverse a lanzar una nueva ofensiva contrarrevolucionaria, como la del 11-A o el 2-D y que esta cosechase un éxito inicial no se puede descartar que, como ya le ocurrió con otros planes contrarrevolucionarios, les saliese mal y en lugar de frenar, radicalizase aún más la revolución. Tenemos que seguir trabajando para que la clase obrera se dote del programa del socialismo marxista y de la organización leninista que les permita demostrar al resto de los explotados y oprimidos que sabe como conducirlos a la victoria definitiva sobre el capitalismo. El elemento determinante de una lucha en una etapa y período revolucionario es, a fin de cuentas, la propia actuación de la vanguardia obrera revolucionaria. Hoy en Venezuela esto pasa porque logremos agrupar a un sector decisivo de esa vanguardia en torno a las ideas, programa y métodos del marxismo. Eso debe ser el primer paso para ganar alas masas para ese mismo programa.