Republicamos aquí por su interés una declaración de la Corriente Marxista Internacional escrita en el 2006 sobre las relaciones entre Venezuela e Irán.
Chávez va a visitar Irán. Comprendemos las razones de llegar a acuerdos comerciales con un régimen como el iraní. EEUU intenta aislar a Venezuela, pero creemos que una cosa es llegar a estos acuerdos y otra es presentar al régimen iraní como si fuera de alguna manera “revolucionario”. Hacer esto sembraría confusión entre los trabajadores iraníes, que tienen un interés genuino en la defensa de la revolución bolivariana.
Estamos en víspera de la quinta visita oficial del presidente venezolano Hugo Chávez a Irán. Las estrechas relaciones de Venezuela con el régimen iraní plantea varias cuestiones importantes para los revolucionarios en ambos países, y también internacionalmente, sobre la relación entre la política exterior revolucionaria y la diplomacia.
La Corriente Marxista Internacional ha defendido la revolución bolivariana desde el principio, apoyando todos sus aspectos progresistas mientras señalamos que es necesario poner fin al capitalismo en Venezuela para completar la revolución, y al mismo tiempo es necesario extenderla a otros países si quiere sobrevivir. Nuestra defensa de la revolución venezolana es conocida por todos. Pero también es nuestro deber como revolucionarios señalar aquellos aspectos de la política del gobierno venezolano que en nuestra opinión no ayudan a la causa de la revolución bolivariana.
Durante los últimos años hemos dado la bienvenida a cómo el proceso revolucionario en Venezuela ha representado más beneficios para un sector mayor de la sociedad. En Venezuela ha habido movimientos favorables a la clase obrera muy claros e inequívocos. Las distintas misiones como Misión Robinsón, Misión Barrio Adentro, Misión Habitat, Misión Zamora y otras han tenido un impacto significativo en las vidas de los pobres y los marginados en la sociedad venezolana. Al mismo tiempo, el presidente Hugo Chávez ha revertido la tendencia hacia la privatización de los servicios públicos, empresas y servicios, y establecido firmemente en la Constitución el carácter nacionalizado de la industria petrolera. También se ha aprobado legislación para reconocer los derechos de los pueblos indígenas, y los derechos de las mujeres están englobados en la Constitución Bolivariana.
Sobre todo, la revolución venezolana saca su fuerza del movimiento revolucionario de millones de trabajadores corrientes, que están organizándose para cambiar sus vidas y están participando directamente en la decisión de su propio futuro. Esta situación ha llevado a la organización de sindicatos obreros democráticos, a un nuevo ambiente de confianza en el movimiento obrero, a ocupaciones de fábrica, etc., El presidente Hugo Chávez ha acompañado e impulsado este proceso, y ha adoptado medidas concretas para apoyarla. En enero de 2005 firmó el decreto de expropiación de Venepal, una papelera que había estado ocupada por sus trabajadores durante meses en una encarnizada lucha contra los propietarios. La fábrica fue puesta bajo una forma de autogestión obrera. Después de esto, siguieron otras fábricas y Chávez hizo llamamientos públicos para que los trabajadores ocuparan las fábricas que habían sido abandonadas por sus empresarios. En marzo de 2005, Carlos Lanz fue nombrado director de la fundición de aluminio de propiedad estatal ALCASA en Guayana, con el objetivo de empezar una experiencia de control obrero, donde los trabajadores eligen y tienen el derecho a recovar a todas las capas directivas de la empresa.
Es obvio que el gobierno venezolano necesita mantener relaciones bastante estrechas con todos los miembros de la OPEC, incluido Irán. Es un requisito básico para un país productor de petróleo intentar fortalecer la OPEC, frente a los intentos de imperialismo y multinacionales petroleras de dividir a los países productores de petróleo y empujar a la baja los precios de esta materia prima, que es una de las principales fuentes de ingresos de estos países. También es obvio que el gobierno iraní está dispuesto y puede proporcionar a Venezuela tecnología, inversión y expertos que son cruciales para el desarrollo de su infraestructura y agricultura, que Venezuela necesita. Venezuela también está intentando ampliar el campo de sus mercados alternativos, particularmente en Asia, para reducir el impacto de cualquier problema futuro con los norteamericanos, y reducir su dependencia histórica de EEUU.
La diplomacia y las relaciones comerciales son una parte necesaria de la política exterior de cualquier país, incluso donde se está desarrollando una revolución. Lenin por ejemplo consideró el ofrecimiento de concesiones a los capitalistas occidentales en Siberia, ya que el joven y débil estado obrero no tenía los medios para desarrollar la región. Lenin insistía en que la única manera de conseguir la inversión, la tecnología que era necesaria para desarrollar las fuerzas productivas, era dando concesiones al capital extranjero. La idea era que garantizando los beneficios capitalistas, ellos podrían desarrollar la región, obtener nuevos medios de producción, técnica, etc., y de esto beneficiaría a la revolución.
Lenin en 1918, en su obra, Infantilismo ‘de izquierda’ y la mentalidad pequeñoburguesa, dice lo siguiente: “Nosotros, el partido del proletariado, no tenemos otra manera de adquirir la capacidad de organizar la producción a gran escala en la línea de los trust, como se organizan los trust, excepto mediante la adquisición de expertos capitalistas de primera clase”. Al año siguiente, el 4 de febrero, presentó una resolución al Consejo de Comisarios del Pueblo en la que decía: “El CCP… considera una concesión a los representantes del capital extranjero en general, como una cuestión de principios, permisible en interés de desarrollar las fuerzas productivas del país…”.
Sin embargo, se debe ser totalmente consciente del verdadero carácter de los regímenes con los que se llegan a acuerdos o tratos. Lenin no tenía ninguna duda sobre la naturaleza de los capitalistas con los que negociaba y comprendía que, en última instancia, sólo podría basarse realmente en la clase obrera de todos los países para conseguir un genuino apoyo.
Irán hoy no es un régimen revolucionario y aunque actualmente pueda estar bajo la presión del imperialismo, claramente no es un aliado de los trabajadores y campesinos revolucionarios de Venezuela en la lucha contra la agresión imperialista. Presentar este régimen como si de algún modo fuera progresista o incluso un régimen revolucionario sería confundir a las masas en Venezuela y socavar las bases de apoyo para la revolución venezolana entre los trabajadores y los jóvenes de Irán, los auténticos aliados de las masas revolucionarias venezolanas.
Nuestra valoración del régimen iraní no tiene nada que ver con la propaganda actualmente prevaleciente del “eje del mal” y las amenazas que salen de Washington y sus apologistas en todo el mundo. Venezuela tiene derecho a oponerse en los foros internacionales al acoso imperialista contra Irán. Nuestras reservas respecto a las relaciones entre Venezuela e Irán se basan en nuestro análisis de los verdaderos intereses a largo plazo de la clase obrera iraní y venezolana.
En el período reciente hemos presenciado un crecimiento masivo en la lucha de los trabajadores y los jóvenes de Irán. Los problemas económicos se han acumulado, el 90 por ciento de la población vive por debajo del umbral de pobreza (incluidos más de 16.000 médicos). El gran auge de las luchas obreras durante los últimos dos o tres años se ha producido por el deterioro de la situación económica y social, junto con que los trabajadores no tienen acceso a ningún organismo oficial o incluso legal, ni tampoco manera de resolver o manejar estos problemas.
La más importante de las cientos de huelgas y protestas obreras ha sido la lucha de los conductores y otros trabajadores de la Empresa de Autobuses Vahed de Teherán. Estos son verdaderos sindicalistas que intentan crear un sindicato que pueda luchar contra los bajos salarios (que provocan que los trabajadores tengan que tener dos o tres empleos), malas condiciones laborales, etc., Sus reivindicaciones muy básicas y justas se han encontrado con la dura represión del régimen. Han sido calificados de criminales, han sido torturados, encerrados aislados y despedidos. Mansour Ossanlou, el dirigente de los trabajadores de Vahed, ha estado en prisión durante más de siete meses, encerrado en solitario, se le ha negado el tratamiento médico, bandas a sueldo de la pro-régimen Casa del Trabajo y de los Consejos Obreros Islámicos intentaron cortarle la lengua, destrozaron la oficina del sindicato de Vahed y golpearon a sus dirigentes.
Estamos seguros de que el último edicto de privatización promulgado por el ayatolá Kamenei, que básicamente abre todos los recursos del país a la privatización, exacerbará las duras condiciones de vida y trabajo de millones de personas en Irán.
Además de los trabajadores, otros sectores de la sociedad también tienen sus justos agravios:
- La juventud de Irán, que representa dos tercios de la población, exigen sus derechos democráticos básicos como la libertad de expresión y reunión. Ya sean jóvenes trabajadores parados o estudiantes, ven esto como un régimen distante y represivo.
- Las mujeres y las chicas sufren la discriminación en el hogar, en la escuela, cuando tratan con organismos oficiales o gubernamentales, especialmente los tribunales islámicos donde las pruebas de una mujer valen la mitad que las de un hombre, y allí donde estén en la sociedad.
- Las minorías nacionales, que forman más de la mitad de la población, especialmente los kurdos, azeríes, árabes y baluchis se enfrentan a la discriminación diaria y les niegan los derechos lingüísticos y culturales y básicos. Y los judíos de Irán temen constantemente ser acusados de colaboradores israelíes y están bajo una presión tremenda debido a los comentarios antisemitas de Ahmadinejad y la negativa continúa del Holocausto.
Todos estos sectores de la sociedad, particularmente los trabajadores, están luchando por los derechos más básicos, derechos que disfrutaron brevemente tras el derrocamiento del Sha en 1979. Esa fue una verdadera revolución, pero fue secuestrada por los clérigos islámicos para imponer una dictadura brutal en la que fue brutalmente aplastado el movimiento de los trabajadores.
La contradicción con la situación en Venezuela no puede ser más llamativa. La República Islámica de Irán es un régimen que es fundamentalmente diferente de la República Bolivariana de Venezuela: en lugar de “cogestión” e impulsar las ocupaciones de fábricas, los trabajadores iraníes son detenidos e incluso ejecutados por exigir que les paguen sus salarios atrasados.
Si la revolución bolivariana quiere sobrevivir necesita emprender acciones decisivas para arrebatar el poder económico q la clase dominante y moverse en dirección hacia la planificación democrática de la economía bajo control obrero. En esa lucha los únicos aliados de la revolución bolivariana serán los trabajadores y campesinos de otros países que ya están inspirados por ella. No los mulás reaccionarios en Teherán, sino los trabajadores de Vahed.
Pero si el presidente Chávez y otras figuras dirigentes de la revolución venezolana van más allá de la cortesía necesaria en la diplomacia y los acuerdos comerciales, y de alguna manera dan credenciales “revolucionarias” a los clérigos islámicos, entonces los trabajadores iraníes verán esto como una aprobación del odiado régimen contra el que están luchando y un alejamiento de sus ansias de justicia y un nivel de vida decente. Esto sólo serviría para minar el apoyo a la revolución venezolana dentro de Irán, apoyo que cuando la revolución bolivariana avance cada vez será más y más necesario.
21 de julio de 2006