El desarrollo de la materia no sigue una línea continua y estable. Los años de prosperidad y el desarrollo de las actividades económicas y sociales, les llevarían a buscar en las piedras algo más que una herramienta para cortar, golpear o romper. Las manos de estos hombres y mujeres habían demostrado ser capaces de transformar la materia y a sí mismos, y dotados de un cerebro mayor y más complejo, la materia se veía de otra forma. Así, la talla de las rocas daría un salto cualitativo más allá de la simple utilidad práctica. Formas más “acertadas” le darían a estos guijarros una utilidad superior a lo puramente económico.