En medio de una espantosa crisis interna, el PRD, partido que se formó al calor de los acontecimientos contra el fraude electoral de 1988, que en su haber hay más de 500 asesinados, ahora mismo se debate entre ser una alternativa viable y de lucha para los trabajadores o se reafirma como una maquinaria asfixiada por la burocracia de derecha, chuchista, y como un aparato electoral que se diluye entre la derecha más reaccionaria por su santificado fin de los curules.